lunes, 7 de enero de 2013

A LOS NEGADORES Y LOS DEMOLEDORES DE DIOS


Lecciones  San Pablo a los Romanos.

Cap 1°, v. 20-22 de la Epístola a los Romanos.
Dice el Autor Santísimo:
“Los que ahogan la verdad de Dios en la injusticia se dividen en esas dos perversas categorías que son: los negadores que dicen: “No creo en Dios porque no lo veo” y los demoledores, esos necios que querrían demoler a Dios y, no pudiéndolo conseguir, resquebrajan con fatiga inmensa e inútil el monumento del testimonio de Dios y –trabaja que te trabaja– no logran hacer sino que se desprenda el polvo y el moho del mismo para que aparezca así más bello y esplendoroso. Porque, hablando con claridad, no hacen sino suscitar reacciones santas en los hombres rectos.
Estas dos categorías de desgraciados, al romper con la paz de este mundo y del otro, son, más que nada, mentirosos o dan a entender que son necios privados de razón. Porque al hombre no le es posible negar a Dios. Sólo con que se estudie a sí mismo –la armónica formación de su naturaleza en la que, sin choques ni disonancias, la parte animal y la espiritual se entremezclan formando un todo maravilloso– sólo con que considere esto, no puede el hombre negar la existencia de Dios diciendo: “No creo en Dios porque no lo veo”.
No vale hablar de envilecedoras descendencias parea justificar el prodigio espontáneo del hombre inteligente. La evolución nunca jamás podrá comunicar a la bestia la perfección humana visible. Al referirme a aquellos que admiten lo espiritual, hablo sólo de perfección humana material y, por tanto, visible. Esta pues basta para negar la evolución de la bestia al hombre y para acreditar la creación divina.
Dios se hace visible “en sus invisibles perfecciones, en su poder eterno y en su divinidad” a la razón del hombre inteligente “mediante las obras creadas”. Todo –desde la brizna de escarcha hasta el sol, desde el mar a los volcanes, desde el gusano hasta el hombre, desde los mohos arbóreos a los secuoyas gigantescos, desde la luz a las tinieblas– habla de Dios, lo muestra en su poder divino. Por eso he dicho que aquellos que niegan a Dios, visible en todas las cosas, mienten o confiesan ser tontos.1 Mas no, no son tontos.
Son esclavos de la Mentira, de la Soberbia y del Odio. Esto es lo que únicamente son. Porque, ciertamente, conocen que Dios existe y, con todo, lo niegan, repudian, tratan de escarnecerlo en vez de alabarlo y glorificarlo, y lo odian en lugar de estar reconocidos a los infinitos cuidados que el tiene con ellos por más que no los merezcan.
Si Dios no fuese Dios, es decir, Aquel que está por encima del odio y de la venganza; si Dios fuese como ellos, ¿les daría acaso aire, luz, sol, alimentos? No se objete diciendo que: “Lo da para los buenos y, por estos, gozan todos de ello. No puede hacer que mueran los buenos por privar a los malos del aire, de la luz, del sol y del alimento”. Y ¿quién lo podría impedir? Todo le es posible a Dios. Mas Él es quien hace descender los rayos del sol sobre los buenos y los malos,2 sobre los buenos para acariciarles y sobre los malos para advertirles, dándoles tiempo a convertirse. Porque Dios es paciente y su venganza es el perdón otorgado 70 veces 73 y 700 veces 7. Mientras hay vida en el hombre Él es longánimo. Después juzga y su juicio es inapelable.
La suya es la última palabra y tal que hasta el más pertinazmente desvariado de los hombres saldrá de su delirio blasfemo, y, despavorido, como aquel que es sacado de una cárcel lóbrega a plena luz, fulgurado por la luz divinísima, entrará dentro de sí gritando: ¡Maldito mi soberbio pensamiento! Negué la Verdad y ella me hiere eternamente. Adoré lo que no era y negué lo que es. Podría haberme hecho con el premio incorruptible que deriva de la fusión con el Incorruptible perfecto. Preferí la múltiple corrupción y, eterno pero corrompido, eternamente estaré sumergido en ella”.
1 Salmo 13 (en hebreo: 14), 1
2 Mateo 5, 43-48; Lucas 6, 27-35
3 Mateo 18, 21-35; Lucas 17, 3-4

LECCIONES DE SAN PABLO POR AUTOR SANTÍSIMO

 
Lecciones carta de San Pablo a los Romanos.


“Al presente se manifiesta la ira de Dios desde el Cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que ahogan la verdad de Dios en la injusticia”. (A los Romanos, c.1, v. 18)
Dice EL Autor Santísimo:
“En la lección precedente os invité a defender la Idea religiosa al objeto de conseguir la salvación y la paz porque, cuando un pueblo cae en la “impiedad y la injusticia” –y la impiedad mayor, la más grande injusticia es ofender a Dios, hacer chacota de la Religión, atacarla, apagarla en las mentes y desobedecerla consciente y premeditadamente en todos sus preceptos– entonces es cuando la ira de Dios se manifiesta desde el Cielo.
No son precisos rayos, cataclismos ni diluvios para que se haga manifiesta. Basta que Dios os abandone para que vosotros mismos os proporcionéis muerte, congojas y desesperación. La ira, la verdadera e inmutable ira de Dios, más que con castigos, se manifiesta con dejarlos a vosotros mismos. Cuanto vosotros llamáis manifestaciones de la ira de Dios –como son las guerras, los medios atroces de destrucción, los cataclismos, las pestes– no alcanza a ser todavía la ira inmutable y absoluta. Son reconvenciones, llamadas de un Padre ofendido pero ganoso de dar a los hijos culpables su ayuda y su perdón.
Mas cuando “la impiedad y la injusticia aniden en el corazón del 99% de la humanidad, cuando la impiedad y la injusticia de la mente como de la materia, hallan invadido todas las clases sociales y la abominación halla penetrado igualmente en la casa de Dios –en cuanto a la abominación de la desolación1 de que habla el profeta y lo confirma el Verbo, aun no habéis acertado a dar a la palabra “desolación”, de la que está dicho que ha de ser, y será, la señal del fin, su justo significado– entonces Dios no os reprenderá con castigos paternales –que por desgracia, es justo constatarlo, salvan a pocos sino porque los más ya son servidores de Satanás– sino que os dejará a vosotros mismos. Se retirará. Ya no actuará hasta el momento en que un rayo de su voluntad ordene a sus ángeles abrir los siete sellos,2 hacer sonar las cuatro trompetas,3 de liberar al águila de los tres ayes,4 y después ¡horror!, sonará la quinta trompeta5 y el Judas del últimos tiempos abrirá el pozo del abismo6 para hacer salir de él lo que el hombre habrá querido más que a Dios.
¿Cuándo? ¿Cuándo? ¿Es ésta ya esa hora o estáis por entrar en ella? Temed, lo estáis preguntando… Pero no os arrepentís. No se os dirá el cuándo. Se halla escrito en el corazón de los actuales profetas, “mas lo que a ellos les han dicho los siete truenos se encuentra sellado y no lo dirán”.7
Y entonces, cual astro de paz sobre el horror y el terror de las encrespadas olas –la tierra toda agitada con mar tempestuoso y los hombres cual náufragos en medio de la tempestad, todos menos los siervos de Dios acogidos en la barca de Pedro, fieles al marinero santo– entonces despuntará la aurora de la Estrella del Mar, precursora de la Estrella Matutina en el surgir de su última aparición.8 En su segunda, última venida, el Cordero de Dios,9 el Redentor, el Santo de los santos, tendrá por precursor, no al penitente del desierto,10 salado con las maceraciones y salador de los pecadores para curar su pesantez haciéndoles prontos para acoger al Señor, sino que tendrá por precursor a nuestro Ángel, Aquel que, aun teniendo carne, fue un Serafín; Aquel en el que hicimos la morada más dulce y digna que pudimos tener, el Arca dilectísima del oro más fino que, aún ahora, Nos contiene como Nosotros la contenemos a Ella,11 que trasvolará los cielos irradiando su amor para preparar al Rey de los reyes su trayectoria perfumada y real, y para preparar –para engendrar y alumbrar, en una última maternidad- el mayor número posible de gérmenes vivientes que halla y quieran ser dados a luz para el Señor.12
Mirad allá, al oriente de los tiempos… Por entre las sombras cada vez más densas y malditas que cubren la tierra, se dibuja un alba que más dulce no cabe. Es el tiempo de María que surge, la postrer misericordia que nuestro Amor ideó para vosotros.
Grande será la largura del camino. Obstaculizada por su eterno enemigo que, por más que sea vencido, no es por eso menos obstinado en molestarla y combatirla. Él embota las inteligencias de los hombres para que no conozcan a María; apaga su fe en Ella, produce tinieblas y lanza fango. Mas la Estrella del Mar está muy por encima de las olas contaminadas sobre las que pasará por alto sin que el fango manche la orla de su vestido. Bajará tan solo, rauda como una arcángel a escribir su sigla, junto con el signo Tau,13 sobre la frente de los fieles, de los salvados para el Reino eterno. Y, al contacto de la mano de la Madre de la Vida, de la fuente de Salud, penetrarán la fortaleza y la paz en sus espíritus.
Bendecid a Dios que concedió a la Estrella purísima emprender su camino para atraerlos a Dios con la dulzura de su amor, Salvadora compasiva, extrema, compensadora para las almas buenas de su cada vez más profundo alejamiento de Dios, disgustado por las culpas de los hombres.
No os parezca injusto este alejamiento de Dios. Se lee en los Macabeos14 que cuando con Antíoco Epífanes penetró la corrupción en Israel, e Israel se alejó de la Ley por haberse sometido muchos jefes de Israel, “hijos de iniquidad”, a las “naciones vecinas” hasta el punto de adoptar sus mismas perversas costumbres “vendiéndose para hacer el mal”, el santuario quedó desolado como un desierto, las solemnes festividades se trocaron en luto, los sábados en abyección y toda la gloria aniquilada. Y no sólo esto sino que fue aceptado “el culto de los ídolos”. Ello provocó la persecución de los pocos que permanecieron fieles, y la muerte, la violencia y el dolor vinieron a constituir el patrimonio de aquel pueblo que había suscitado la ira del Señor. Estableced comparaciones, meditad y escoged.
Una vez más os repite Jesús en la última fiesta de los Tabernáculos: “Un poco, todavía estoy con vosotros… y después me marcho. Y entonces me buscaréis pero no me encontraréis”.15
Sí, durmientes. Os hablo a vosotros más que a los enemigos declarados. A vosotros que, si despertaseis, podríais defender la Idea y vuestro bien. A vosotros que dormís mientras los demás trabajan y os mecéis en la ilusión de que ha de estar Dios a vuestro servicio, de que Jesús ha de ser vuestro siervo y siervo tonto que, tras haber sido olvidado, no buscado ni seguido hasta el punto de haber llegado a la persuasión de dar por inútil su permanencia entre vosotros, pueda estar pronto y dispuesto a sacaros del apuro cuando lleguéis a estar a punto de veros sumergidos en él y, finalmente, aunque no para todos en el tiempo, os despertaréis.
Buscad al Salvador mientras aun está entre vosotros, antes de que el odio le aleje fuera de vuestros confines… en Efraín,16 entre aquellos pueblos que nacen a la luz mientras vosotros os hundís en las tinieblas que “ahogan la verdad, no haciéndola ver, levantando el muro de las tibiezas, de los quietismos cuando no el de la impiedad y las injusticias”.17
Digo antes de apagarse la Voz Santísima: “Oh Señor Divinísimo!, ahora que hablas con frecuencia, porque me ha dicho P.B.18 que no están convencidos de que Tú ahora, ¡oh Divinísimo!, hablas muy de cuando en cuando”.
Me responde:
“Obro como quiero. He demostrado que vengo diariamente o que no vengo por espacio de decenas de días sin que tú llenes tales vacíos con palabras tuyas. Y esto les sirve de lección. Todo lo he hecho para persuadirles. Mas sucede como está dicho: “Hemos tañido y no habéis bailado, hemos entonado cantos plañideros y no habéis llorado”.19
Ahora bien, estas páginas no son para ellos e, incluso, te ordeno que las quites de aquí y hagas con ellas un fascículo aparte que has de entregar cómo y a quiénes te he dicho. Cuanto era necesario para la aprobación de la obra de Jesús ya lo han tenido, lo demás es un tesoro que, para tenerlo hay que merecerlo. Y a quien lo ha merecido por haber hecho nuestro Querer para contigo con caridad perfecta y sin reclamar nada por lo hecho contigo. Y, esto aparte, hay otro motivo de providencia divina para disponerlo de este modo”.
Tan amada me siento y tan feliz por el retorno de la Virgen de Lourdes que vino ayer, (a partir de las 17, y tan… fuertemente, que me hallaba fuera de los sentidos de lo que Marta20 puede dar razón), que pregunto, con relación a lo acaecido en San Paulino21 y con las palabras de María Santísima de ayer tarde: “Si tienen fe obraré prodigios de gracias”; y el Divinísimo responde:
En el 4° de los Reyes,22 c7, v. 19, dice aquel en cuyo brazo se apoyaba el rey: “Aunque abriese el Señor las cataratas del cielo, ¿podría nunca suceder lo que tú dice?” Te digo que hay muchos que, por más que el Señor abriese las cataratas del cielo para inundar la tierra de gracias y de milagros, seguirían diciendo: “Puede ser esto? No”.
El milagro presupone la fe. Dios da la señal. Se manifiesta. Es una continua epifanía llamando los espíritus a la fe, a la esperanza, a la caridad, a Dios. Mas a renglón seguido, os deja libres para crecer o no crecer.
Pero os digo que el río de gracias, pronto a derramarse, si el hombre le pone un dique con su incredulidad, se vuelve para otra parte. He aquí por qué la Beatísima pone la condición “Si tiene fe” para prometer “obrar prodigios de gracias”.
Viene la hora de la gracia; quédate a su espera. Mas si el hombre no la invita diciéndole; “Quédate con nosotros”, pasa y ya no vuelve”.
1 Daniel 9, 20-27; Mateo 24, 15-25; Marcos 13, 14-23
2 Apocalipsis 6
3 Apocalipsis 8, 6-11
4 Apocalipsis 8, 13
5 Apocalipsis 9, 1-12
6 Apocalipsis 9, 1-12
7 Apocalipsis 10, 1-7
8 Apocalipsis 2, 28; 22,16
9 Juan 1, 29-30
10 Mateo 3; Marcos 1, 1-11; Lucas 3, 1-22; Juan 1, 19-34
11 Esta frase recibirá aclaración en la lección del 2 de febrero.
12 Apocalipsis 12
13 Ezequiel 9, 4-6; Apocalipsis 7, 1-8
14 1° Macabeos 1, 11-67 (texto griego: 10-64)
15 Juan 7, 31-34
16 Juan 11,54
17 Ampliación de: Romanos 1, 18
18 Debe tratarse del Padre Berti. El Padre Conrado M. Berti, de la Orden de los Siervos de María, profesor en Roma de la facultad teológica “Marianum”, había recibido de su hermano en Religión Padre Romualfo M. Miglirini el encargo de ocuparse de María Valtorta cuando éste, después de casi cuatro años de dirección espiritual de la escritora enferma, hubo de abandonar Viareggio y retirarse a Roma.
19 Mateo 11, 17; Lucas 7, 32
20 Marta Diciotti, nacida en Lucca el año 1910, vivió al lado de María Valtorta a la que asistió amorosamente desde el año 1935 hasta la muerte de la escritora enferma, acaecido el 12 de octubre de 1961.
21 En la parroquia de María Valtorta en Viareggio en donde algunos creyeron haber notado algo extraordinario en la estatua de la Inmaculada.
22 El 4° de los Reyes es según la Vulgata que corresponde al 2° de los Reyes.

 
Pero os digo que el río de gracias, pronto a derramarse, si el hombre le pone un dique con su incredulidad, se vuelve para otra parte. He aquí por qué la Beatísima pone la condición “Si tiene fe” para prometer “obrar prodigios de gracias”.
Viene la hora de la gracia; quédate a su espera. Mas si el hombre no la invita diciéndole; “Quédate con nosotros”, pasa y ya no vuelve”.