jueves, 2 de abril de 2015

Adrian Coplaires y Mónica Abraham.

Demolición de la fe

Mensaje de la Santísima Virgen María,
dado a Marija (vidente de Medjugorje), el 25 de Marzo 2015:
 “Queridos hijos, también hoy el Altísimo me permite estar con ustedes y guiarlos por el camino de la conversión. Muchos corazones se han cerrado a la gracia y hecho oídos sordos a mi llamado. Ustedes, hijitos, oren y luchen contra las tentaciones y contra todos los planes malvados que el diablo les ofrece a través del modernismo. Sean fuertes en la oración y con la cruz en las manos, oren para que el mal no los utilice y no venza en ustedes. Yo estoy con ustedes y oro por ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
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Las apariciones de la Virgen María 
Video Conferencia dada por Javier Paredes 

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COMENTARIO AL MENSAJE DE LA SMA. VIRGEN:
por el Padre Justo A. Lofeudo (MSE)
Aunque a primera vista no lo parezca, los mensajes dados en estos últimos meses a través de Vicka, Mirjana y Marija están todos íntimamente conectados entre sí.  Así, mientras que por Vicka nos viene la gran necesidad de rezar por la Iglesia (mensaje dado a las puertas de Roma), y por Mirjana la recomendación de estar vigilantes y abiertos a la verdad, ahora el llamado es a no dejarnos doblegar por Satanás que no sólo siempre nos tienta sino que en estos momentos sus planes de destrucción vienen a través del modernismo. Como se verá el punto de convergencia de todos estos mensajes es la Iglesia y las advertencias son acerca del modernismo, por tanto es necesario focalizarnos en el modernismo para poder estar vigilantes y reconocer la verdad en medio de la confusión.
En todos los años que van desde el comienzo de las apariciones, más de treinta y tres, esta es la segunda vez que habla del modernismo y lo vincula al plan diabólico de destrucción y perdición. La primera vez fue en el mensaje del 25 de mayo de 2010, cuando nos prevenía diciendo que “Satanás no duerme y a través del modernismo los desvía y conduce por su camino”. Ahora dice: “(Oren y luchen) contra todos los planes malvados que el diablo les ofrece a través del modernismo”.
Puede que algunos hayan entendido que modernismo se refería a modernidad. Pero, no. Se trata de algo mucho más concreto y además peligroso en grado sumo. Sí, peligroso, aunque no lo parezca porque el modernismo ha impregnado de tal modo el aire que lo respiramos sin darnos cuenta de su alta nocividad.
¿Qué se debe entender entonces por modernismo?
El modernismo comienza en el siglo XIX a tener preponderancia e infiltrarse en la Iglesia. Papas como León XIII, el Beato Pío IX y san Pío X advierten y denuncian el peligro que encierra esa corriente de ideas y lo definen como el compendio de todas las herejías. El modernismo es repetidas veces condenado. En el siglo XX aparece el neomodernismo que esencialmente es lo mismo pero con un mayor grado de sofisticación y penetración. El neomodernismo pretende que las denuncias y defensas hechas por la Iglesia contra las herejías modernistas están ahora superadas y que la condena debe ser sustituida por el diálogo y en procura de un entendimiento.
 Apostasía de la verdad
 Los modernistas utilizan argumentos que suenan bien pero que son falaces, tales como que la Iglesia debe reconciliarse con la sociedad moderna, que no puede desconocerla ni actuar de espaldas a ella. Sin embargo, en esa aparente razonabilidad se oculta, como caballo de Troya, la apostasía de la verdad, o sea la renuncia a la verdad revelada, puesto que el modernismo niega la verdad absoluta diciendo que cada uno tiene su verdad, implantando así las bases del relativismo moral. Cada uno, dicen, tiene su propia idea de bien y basta que siga esa idea para que se establezca la convivencia pacífica. La mentira se vuelve evidente porque si no hay bien en sí mismo, objetivo, total, absoluto, el bien dependerá de cada gusto, sensibilidad, pasión o conveniencia. No es la Ley de los Mandamientos de Dios, ni siquiera la ley natural –para los modernistas- la que nos dice qué es bien y qué es mal sino que cada uno tiene su propia medida de bien. Por eso, llegan a justificar el aborto o la eutanasia, abjurando del valor no negociable de la vida y de otros principios también no negociables cuales la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos, etc.
 Demolición de la fe
 Al no admitir la verdad absoluta ya no hay certezas y la misma fe queda degradada hasta convertirse en creencia de fábulas de tiempos de ignorancia que han sido repetidas y se pudieron mantener hasta que llegó la ciencia positiva actual y todo lo aclaró (¡!). Claro, para los racionalistas modernistas Jesucristo no hizo milagros ni nada que ellos, mediante la “ciencia” puedan explicar y por eso niegan la Resurrección del Señor. El Padre Joseph Marie Lagrange OP, el gran sabio biblista fundador de la Escuela Bíblica de Jerusalén (de allí la Biblia de Jerusalén), irónicamente decía que en el episodio en el que Jesús le manda a Pedro ir al lago a pescar y pagar el tributo del templo con la moneda que sacaría de la boca del pez, un racionalista diría que en realidad Pedro fue a pescar y luego con lo que obtuvo por la venta del pescado en el mercado pagó el tributo.
 En el 2005, pocos días antes de ser elegido Papa, el Cardenal Ratzinger decía: “Poseer una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es a menudo etiquetado como fundamentalismo. Mientras el relativismo, el dejarse llevar aquí y allá por cualquier viento de doctrina, aparece como la única actitud a la altura de los tiempos actuales. Se va constituyendo así una dictatura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo al propio yo y sus deseos. Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Es Él la medida del verdadero humanismo.” De Él viene “el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad”.
 El modernismo desconoce el orden sobrenatural y todo absoluto que no sea el suyo. Habla sí de amor, misericordia y libertad, como lo entiende el mundo, y de ese modo están dando el nombre a lo contrario que nos enseñó el Señor y sigue enseñando la Madre Iglesia. Además del uso de términos equívocos como esos, utiliza eufemismos para ocultar el mal que propone disfrazándolo de bien, de acuerdo a la táctica diabólica de corromper y pervertir el lenguaje y llamar con la misma palabra al opuesto moral. ¡Ay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien! (Is 5:20)
 El hombre en el lugar de Dios
 Modernismo es falso humanismo que pone al hombre en el lugar de Dios. Por eso, bajo pretexto de razones pastorales y de falsas misericordias, aunque diga lo contrario en la realidad niega los dogmas. Y quienes niegan los dogmas, asegurando que no lo hacen, son algunos de los llamados teólogos,  pastores, biblistas de nuestro tiempo.
Pérdida de la fe y desplazamiento de Dios son dos caras de la misma moneda y esto se ve particularmente en el campo de la liturgia. A la Eucaristía se la ha banalizado, a la Misa desacralizado. Si alguien extraño a la fe asistiera a una Misa, como se celebra y se participa en muchísimas partes, no podría advertir ni remotamente alguna presencia sagrada. Nada de reverencias, nada de adoración, gestos corrientes y ordinarios en lugar del estupor, la unción y el respeto ante el misterio del sacrificio de Cristo y de su Presencia real. La triste realidad refleja el triunfo del modernismo en materia de liturgia, de esos que habían querido “librar a la liturgia de todas las escorias con que la ha oscurecido la Edad Media”. Entre ellas, “la excesiva insistencia en la presencia real en la Eucaristía”. Algunos monjes liturgistas y teólogos, en el primer tercio del Siglo XX y posteriormente, pusieron mano a la obra de “purificación”, atacando a la tradición y con ella al misterio, en aras de formar una piedad colectivista. Y (esto dicho con enorme tristeza) ¡vaya si lo lograron! Por vía de la liturgia han devastado la fe, como lo advirtió el entonces Cardenal Ratzinger.
 Ataques desde dentro a la fe, a la moral. Falso ecumenismo
 La mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia”, advertía el Papa Benedicto XVI en su visita a Fátima en el 2010. Cien años antes san Pío X, en su encíclica Pascendi denunciaba la acción corrosiva y letal del modernismo diciendo: “El peor peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas…no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper”. Por los años setenta, es decir poco después del Concilio Vaticano II, el Cardenal Siri reconocía que “la actual situación de la Iglesia es una de las más graves de su historia, porque esta vez no se trata de la persecución exterior la que la ataca sino la perversión de adentro que es más grave”. Hablaba de “aquellos que usan de su función eclesiástica para subvertir la Iglesia”, y denunciaba abusos en la liturgia y a la misma ideología ecumenista que niega a Cristo para mancomunarse en el sincretismo (que es meter todas las religiones en una misma bolsa, bajo la mentira que todas son equivalentes y llevan a Dios!!! Tremenda herejía. Uno solo es el Camino a Dios y éste es Jesucristo!). Por eso decía el Cardenal Siri que “lo más urgente es restaurar en la Iglesia la distinción entre verdad y error”. También para esa época y aún antes aparecen teólogos y liturgistas que siguen en la misma tarea de socavar los fundamentos de la Iglesia. En los Países Bajos se publica el Nuevo Catecismo para Adultos, conocido como “Catecismo holandés”. Era un verdadero manual del neo-modernismo. Interviene el Beato Pablo VI. Se detectan la gran mayoría de los errores del modernismo aunque bajo otras presentaciones más elaboradas y sofisticadas. El pretendido “catecismo” inducía a la duda o negaba verdades fundamentales de nuestra fe como la virginidad perpetua de María, la real Presencia eucarística, la preexistencia de Cristo y su Encarnación, la infalibilidad de la Iglesia en materia de fe y moral, la diferencia entre sacerdocio ministerial y común, el Primado del Papa, los milagros de Cristo, el juicio y las realidades del Cielo, Purgatorio y el Infierno, la verdad histórica de la resurrección del Señor, el sacramento de la penitencia, la indisolubilidad del matrimonio; abogaba por la regulación de los nacimientos y seguía con una lista de otras herejías. Lo grave es que esta corriente apóstata ha estado muy difundida porque sus sostenedores han ocupado durante muchos decenios cátedras en seminarios y facultades de teología, entre las más importantes de Occidente, influyendo enormemente en la formación de futuros pastores que. muchos de ellos, ahora se manifiestan escépticos, críticos y en rebeldía con las enseñanzas del Magisterio de siempre de la Iglesia.
Otra cuestión grave fue la llamada misa holandesa en la que se admite queun laico, en la ausencia inevitable de un sacerdote y por vía del sacerdocio común que confiere el bautismo, pueda celebrar válidamente la misa. Esa falsa y perversa doctrina se fue aplicando y extendiendo en Holanda y otros países. Todas ésas, obviamente, son misas ilegítimas, ilícitas y por tanto inválidas. ¡Atención que nada de esto es mero pasado porque ahora están volviendo a la carga!
Hace ya un tiempo aduciendo razones antropológicas y apoyándose por lamentables escándalos se viene atacando al celibato. También se habla dedemocratización en la Iglesia y se propone un gobierno colegiado o sinodal.
Éste, a grandes rasgos, es el modernismo del cual nuestra Madre por segunda vez nos advierte, ya que Satanás está actuando a través de él. A través de estas viejas herejías presentadas sibilinamente, busca el Demonio demoler la Iglesia que fundó nuestro Señor Jesucristo. No lo logrará, pero no por eso muchos caerán en el error y hasta en la perdición. Por otra parte, está sembrando confusión y divisiones dentro de la Iglesia que pueden desembocar en un cisma formal. Ahora mismo vemos cómo por el próximo Sínodo sobre la familia hay posiciones encontradas y fuertemente en lo fundamental de la doctrina. No se trata de discrepancias sobre estrategias sino de la misma fe, de la enseñanza del Señor.
El engaño, el error es promovido por los grandes medios de comunicación y en tal sentido es notable comprobar cómo sin darse cuenta -y a fuerza de repetir esos medios errores presentándolos por verdades- la gente acaba por repetir slogans e ideas impuestas como si fueran verdaderas.
 Por todo ello, nuestra Madre nos advierte y pide orar y luchar y nos exhorta a estar vigilantes y no encerrados en el error sino abiertos a la verdad, que es la de Cristo, que es Cristo, la del Magisterio de su Iglesia, de siempre, que enseñan y defienden los buenos pastores. Indirectamente nos insta también permanecer informados y más aún formados siguiendo el Catecismo de la Iglesia y no dejando de rezarle al Espíritu Santo para que ilumine con la verdad.
 P. Justo A. Lofeudo (M.S.E)

A.M.G.D  y la  B.V.M