Durante esta Semana Santa, viví una vez más
intensamente el Amor del Altísimo por sus criaturas.
Un amor sublime que lleva a olvidar todo a tu
alrededor, que lleva a mantener constantemente esa
sed de almas.
El vivir la Pasión de mi Amado Esposo, traspasa toda
palabra humana. Es la esencia del Amor Divino,
dándose a una criatura humana para que esta repare
por todas.
Pero dentro de ese reparar, está impreso ese
infinito Acto Divino del Padre, esa expresión
sublime de donación de Dios, ese inagotable Amor de
Dios, que aunque siendo Dios, se deja superar a Sí
mismo por su Amor hacia el hombre y le lleva a
engendrar dentro de Él mismo dentro de ese lado
tierno, sensible, materno, amoroso, le lleva a
engendrar en una criatura humana como yo, con
defectos y demás, EL AMOR DE SU HIJO, para que
continúe reparando por la humanidad.
Es tan sublime para el alma este padecer por amor,
que solo mirando a través de la lupa espiritual uno
puede continuar en medio del mundo, pero a la vez
sin dejar que el mundo le toque.
Aquí entramos en la humildad, el poder continuar
siendo el ser más pequeño de todos, manteniendo la
conciencia de que se vive en, para y por el Amado,
pero siendo siempre pequeña. Manteniendo la
conciencia de que El Grande es Él y que sin Él uno
no es nada.
En estos días mi Amado Esposo, me ha llevado por
toda la creación, un instante repara por un país, en
otro por un pecado en especial, en otro por un acto
que le hiere, por un niño maltratado, por los
abortos, por el egoísmo humano, por la irreverencia
ante Dios, por el sacerdocio mal empleado, en fin no
terminaría de enumerar cuanto mi Esposo me ha
llevado a reparar junto a Él, pero dentro de ese
reparar que mantiene un valor infinito, me llena el
corazón de gozo, ese gran AMOR DIVINO, que lucha
contra todo por anidar en el alma humana. ¡CUANTA
HUMILDAD DE DIOS¡ Y cuanto dolor le causa el alma
que le rechaza.
¡Como es que los grandes eruditos pueden abrir sus
labios para decir que Dios es Dios y está en el
Cielo y que no siente dolor¡ ¡Qué gran mentira¡
Yo experimento el dolor del Señor, el que le causan
las criaturas humanas, sí, lo vivo continuamente. No
necesariamente cuanto Él me participa Su Pasión,
sino continuamente, en varios momentos durante el
día.
JESÚS BENDITO, ESTÁ PRESENTE, EN ACTO PRESENTE.
Me ha participado, de esa angustia que la tierra
mana, al ser la tierra un ser que percibe, cuanto el
hombre hace; ella siente, vibra, se muestra
angustiada por cuanto sucede. Todo lo creado percibe
lo que el hombre piensa y actúa. Así como una
plantita siente temor de alguna manera ante un
pensamiento o reacción del hombre así con todo lo
creado.
Me ha llevado a mirar, como el centro de la tierra
arde, pero no con ese ardor propio, sino con un
ardor de ansias por salir a purificar.
(1)
El centro de la tierra genera una masiva cantidad de
gases y material incandescente que está por llegar a
la superficie y no dejará nada a su paso…
En el pasado, mi Jesús me llevó a las profundidades
del océano y podía yo gustar de esa paz, de esa
serenidad, de la profundidad. Ahora no ha sido así,
de las profundidades del océano emana una especie de
onda, de energía que no es normal. Es como si el
agua no se contiene a sí misma y contrariamente a lo
que debe ser, que el agua permanezca donde debe
estar, ahora esa energía domina al agua y le empuja
de alguna forma a salir y tomar posesión de lo que
antes poseía. Debido a esto, es que la geografía
cambiará.
La creación entera será transformada, por la mano
del hombre.
Miré tantas plantas nucleares, en explosión y el
viento tomar un color como blanco, como una especie
de neblina que avanza y destruye, quema, calcina,
duele. La vegetación arruinada, el hombre hambriento
sediento, mutante, será solo una leve sombra
deambulante sobre la tierra.
El sol amigo del hombre, la luna, las estrellas,
serán lejanos para la humanidad. He mirado una
tierra sombría, fría, sin animales, sin plantas. He
mirado todo destruido. Y con gran dolor he mirado un
hombre canibal.
Que doloroso. La lucha por la supervivencia a lo que
llevará a la humanidad, es un dolor tan grande que,
no lo puedo transmitir frente a frente.
He mirado tantas y tantas cosas que me duelen el
ser. Y he mirado a tantas almas que se entregan cada
instante, almas que oran, que ofrecen, que padecen
por amor a la humanidad. Son lámparas que dan luz,
que logran que la mirada Divina se voltee hacia la
tierra.
He mirado como la sonrisa de un niño puro, colma de
luz el rostro Divino, sí, le he mirado sonreír.
Le he mirado complacido, por la obediencia de Sus
elegidos, por la entrega de almas a las que les ha
encomendado una misión y obedecen.
No todo es sufrimiento, pero sí este supera en
demasía los instantes de gozo del Divino Amor.
He mirado una iglesia sufriente entregándose en
manos traidoras, vendiéndose
a cambio de una posición dentro del poder político
mundial.
Miré a mi Esposo Divino sacando a los mercaderes del
templo y ahora he mirado a mercaderes sacando a
Jesús del Templo.
En estos días en especial, Él me ha llevado a
confrontar ese pasado y este instante en particular
y miro plasmado como en un lienzo, a una criatura
humana desconocida para mí. Un hombre que carece de
valores, conciencia y conceptos, solo posee saber
humano para su provecho y nada más.
Es como si toda aquella gente que participó en la
edificación de la torre de Babel para igualarse a
Dios, se hubiera quedado suspendida en el tiempo y
el espacio y hubiera sido liberada en este presente,
en donde el hombre ha sido poseído por un deseo
primitivo de lucha de poder.
Es un sentimiento tan extraño… en el cual mi Esposo
Divino me ha permitido sentir en mí, esa
ausencia de esa sustancia que es vital en el
organismo espiritual, que se llama “amor, en, por y
para DIOS”, el hombre carece de ese fluido que
pertenece a la sustancia espiritual que se llama
conciencia y sabiduría.
Mi Esposo se ha sentido muy, muy triste al mirar al
hombre vegetar a la sombra de los grandes
anticristos de esta generación, no son solo
personas, sino la tecnología es sí misma es uno de
los grandes anticristos, quizá el más poderoso.
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