lunes, 28 de noviembre de 2011

RELATO DE UNA EXPERIENCIA MISTICA-Luz de Maria

Durante esta Semana Santa, viví una vez más intensamente el Amor del Altísimo por sus criaturas. Un amor sublime que lleva a olvidar todo a tu alrededor, que lleva a mantener constantemente esa sed de almas.
 
El vivir la Pasión de mi Amado Esposo, traspasa toda palabra humana. Es la esencia del Amor Divino, dándose a una criatura humana para que esta repare por todas.

Pero dentro de ese reparar, está impreso ese infinito Acto Divino del Padre, esa expresión sublime de donación de Dios, ese inagotable Amor de Dios, que aunque siendo Dios, se deja superar a Sí mismo por su Amor hacia el hombre y le lleva a engendrar dentro de Él mismo dentro de ese lado tierno, sensible, materno, amoroso, le lleva a engendrar en una criatura humana como yo, con defectos y demás, EL AMOR DE SU HIJO, para que continúe reparando por la humanidad.
 
Es tan sublime para el alma este padecer por amor, que solo mirando a través de la lupa espiritual uno puede continuar en medio del mundo, pero a la vez sin dejar que el mundo le toque.
 
Aquí entramos en la humildad, el poder continuar siendo el ser más pequeño de todos, manteniendo la conciencia de que se vive en, para y por el Amado, pero siendo siempre pequeña. Manteniendo la conciencia de que El Grande es Él y que sin Él uno no es nada.
 
En estos días mi Amado Esposo, me ha llevado por toda la creación, un instante repara por un país, en otro por un pecado en especial, en otro por un acto que le hiere, por un niño maltratado, por los abortos, por el egoísmo humano, por la irreverencia ante Dios, por el sacerdocio mal empleado, en fin no terminaría de enumerar cuanto mi Esposo me ha llevado a reparar junto a Él, pero dentro de ese reparar que mantiene un valor infinito, me llena el corazón de gozo, ese gran AMOR DIVINO, que lucha contra todo por anidar en el alma humana. ¡CUANTA HUMILDAD DE DIOS¡ Y cuanto dolor le causa el alma que le rechaza.
 
¡Como es que los grandes eruditos pueden abrir sus labios para decir que Dios es Dios y está en el Cielo y que no siente dolor¡ ¡Qué gran mentira¡
 
Yo experimento el dolor del Señor, el que le causan las criaturas humanas, sí, lo vivo continuamente. No necesariamente cuanto Él me participa Su Pasión, sino continuamente, en varios momentos durante el día.
 
JESÚS BENDITO, ESTÁ PRESENTE, EN ACTO PRESENTE.
 
Me ha participado, de esa angustia que la tierra mana, al ser la tierra un ser que percibe, cuanto el hombre hace; ella siente, vibra, se muestra angustiada por cuanto sucede. Todo lo creado percibe lo que el hombre piensa y actúa. Así como una plantita siente temor de alguna manera ante un pensamiento o reacción del hombre así con todo lo creado.
 
Me ha llevado a mirar, como el centro de la tierra arde, pero no con ese ardor propio, sino con un ardor de ansias por salir a purificar. (1) El centro de la tierra genera una masiva cantidad de gases y material incandescente que está por llegar a la superficie y no dejará nada a su paso…
 
En el pasado, mi Jesús me llevó a las profundidades del océano y podía yo gustar de esa paz, de esa serenidad, de la profundidad. Ahora no ha sido así, de las profundidades del océano emana una especie de onda, de energía que no es normal. Es como si el agua no se contiene a sí misma y contrariamente a lo que debe ser, que el agua permanezca donde debe estar, ahora esa energía domina al agua y le empuja de alguna forma a salir y tomar posesión de lo que antes poseía. Debido a esto, es que la geografía cambiará.
 
La creación entera será transformada, por la mano del hombre.
Miré tantas plantas nucleares, en explosión y el viento tomar un color como blanco, como una especie de neblina que avanza y destruye, quema, calcina, duele. La vegetación arruinada, el hombre hambriento sediento, mutante, será solo una leve sombra deambulante sobre la tierra.

El sol amigo del hombre, la luna, las estrellas, serán lejanos para la humanidad. He mirado una tierra sombría, fría, sin animales, sin plantas. He mirado todo destruido. Y con gran dolor he mirado un hombre canibal.
 
Que doloroso. La lucha por la supervivencia a lo que llevará a la humanidad, es un dolor tan grande que, no lo puedo transmitir  frente a frente.
 
He mirado tantas y tantas cosas que me duelen el ser. Y he mirado a tantas almas que se entregan cada instante, almas que oran, que ofrecen, que padecen por amor a la humanidad. Son lámparas que dan luz, que logran que la mirada Divina se voltee hacia la tierra.
 
He mirado como la sonrisa de un niño puro, colma de luz el rostro Divino, sí, le he mirado sonreír.
Le he mirado complacido, por la obediencia de Sus elegidos, por la entrega de almas a las que les ha encomendado una misión y obedecen.
 
No todo es sufrimiento, pero sí este supera en demasía los instantes de gozo del Divino Amor.
He mirado una iglesia sufriente entregándose en manos traidoras, vendiéndose a cambio de una posición dentro del poder político mundial.
 
Miré a mi Esposo Divino sacando a los mercaderes del templo y ahora he mirado a mercaderes sacando a Jesús del Templo.
 
En estos días en especial, Él me ha llevado a confrontar ese pasado y este instante en particular y miro plasmado como en un lienzo, a una criatura humana desconocida para mí. Un hombre que carece de valores, conciencia y conceptos, solo posee saber humano para su provecho y nada más.
 
Es como si toda aquella gente que participó en la edificación de la torre de Babel para igualarse a Dios, se hubiera quedado suspendida en el tiempo y el espacio y hubiera sido liberada en este presente, en donde el hombre ha sido poseído por un deseo primitivo de lucha de poder.
 
Es un sentimiento tan extraño… en el cual mi Esposo Divino me ha permitido sentir en mí, esa ausencia  de esa sustancia que es vital en el organismo espiritual, que se llama “amor, en, por y para DIOS”, el hombre carece de ese fluido que pertenece a la sustancia espiritual que se llama conciencia y sabiduría.
 
Mi Esposo se ha sentido muy, muy triste al mirar al hombre vegetar a la sombra de los grandes anticristos de esta generación, no son solo personas, sino la tecnología es sí misma es uno de los grandes anticristos, quizá el más poderoso.
 
Así de meditación en meditación, de suspiro en suspiro de agonía en agonía de consuelo en consuelo, mi Esposo Divino me mantiene en Su Cruz de Glori

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