jueves, 27 de diciembre de 2012

todo el mal que ahora os oprime es el fruto del abandono de mi Ley por parte de los individuos y de la sociedad


Dice Jesús:
«Ya te he dicho  que todo el mal que ahora os oprime es el fruto del abandono de mi Ley
por parte de los individuos y de la sociedad. La falta de fe, la falta de caridad, la falta de
esperanza, la falta de toda virtud, tienen un único origen: la deserción de mi milicia, de la
milicia cristiana.
Como de una cepa de raíces venenosas, han brotado, en lugar de mis virtudes,
tendencias, vicios, pasiones peores que humanas: demoniacas. La planta de la vida cristiana
ha muerto en casi todos los corazones, en muchos vegeta a duras penas, en pocos está aún
floreciente, nutrida por el jugo de Vida, adornada con hojas robustas.
No hay que esperar que las cosas cambien, al contrario cada vez irán más a peor porque,
como un bosque invadido por plantas parásitas y por insectos nocivos se desnuda cada vez
más de hojas y frutos y termina muriendo, así sucede con la sociedad de ahora, cada vez
más quemada, sofocada, corrompida por mil tendencias viciosas y por mil pecados.
Los principales: odio, lujuria, prepotencia, fraude. Las primeras: negación de Dios,
doctrinas contrarias a la mía, culto exagerado de sí mismos y otras más.
Mi Palabra no puede descender -semilla y agua de Vida y Vida verdadera- a las almas.
Están demasiado ocupadas en otras cosas. La mayoría de los cristianos ha rechazado a
Cristo, porque en el lugar de Cristo ha puesto a sí misma o al poder, el dinero, la carne.
Quien peca menos, también peca, porque no tiene misericordia verdadera de su prójimo.
¿Quien es aquel que no maldice, reniega, en el día de hoy?
Pero tú no maldigas, no reniegues, hija que amo. Deja a tu Dios la tarea de castigar. Tú
ama y ten misericordia, de todos. También de los primeros culpables.
¡Son unos desgraciados, son unos desgraciados! Han estropeado todo lo bueno que
tenían al acoger el mal de Satanás. Han cambiado una eternidad de gloria por una hora de
gloria terrena. Han vendido por treinta monedas su alma a Satanás. Son los Judas de su
alma. Me indignan y me dan pena. Sí, también pena, porque Yo soy el Dios de la
misericordia y siento piedad de mis hijos extraviados.
Ayúdame a salvarles de la última culpa. ¡Cómo quisiera poderles perdonar! Tú, hija que
amo, perdona. Que de tu corazón que me posee a Mí y a mi Palabra no salgan más que
palabras de paz y de perdón. Sé que es difícil para vuestra humanidad. Pero por encima de
ella está el espíritu, y el espíritu es el reino del Señor. Entonces ¿cómo podéis tener al Señor
en vosotros si vuestro espíritu no tiene las mismas pasiones que su Rey?
y mis pasiones, como mis palabras, son santas, misericordiosas, buenas. Todas tienen el
sello del Amor, del Amor verdadero que nunca es tanto amor como cuando se inmola por los
hermanos y les perdona» .
Dice aún:
«No me gustan quienes gritan: "¡A muerte!" después de haber gritado: "¡Hosanna!".
Si aquellos a quienes se lanza el grito de condena os hubieran dado ese botín y ese
bienestar, arrebatado injustamente, que Yo no he podido permitir que os dieran para no
llevarles a ellos, y a vosotros, a un perfecto orgullo, les aclamaríais. No pensaríais que otros
sufrirían en vuestro lugar y que, como vosotros, son mis hijos.
Dejadme a Mí el juzgar, el castigar, el premiar. Tratad sólo, para vosotros mismos, de
merecer mi premio. Y sed coherentes y honestos.
Es incoherencia, deshonestidad, vileza, ensañarse con los vencidos, sea cual sea su
derrota, por justa que sea como castigo o dolorosa como fruto de circunstancias inmerecidas.
Es incoherencia porque no va al hombre, sino a la acción del hombre, acción -repito- que
hubierais aprobado, aún cuando no fuera buena, si os hubiera dado un beneficio.
Es, por la misma razón, deshonesta: todos, recordadlo bien, tenéis vuestra parte de culpa
en el momento actual. Quien tiene menos que nadie, porque no ha cometido pecado de
adoración de un hombre y no le ha seguido contra la Ley, tiene el de no haber rezado por él
mañana y noche. Los grandes necesitan las oraciones de los pequeños para permanecer
grandes en el Bien.
Y, en fin, vileza porque enseñarse con quien ya no tiene poder, sino que al contrario es el
más desgraciado de todos, odiado por el mundo, alcanzado por Dios, es la misma culpa que
la de quien oprime a un débil.
Estas cosas, inconcebibles para la masa, son siempre el jugo de mi Ley. Y el que mi Ley
sea seguida superficialmente, y no sustancialmente, lo prueba el hecho del modo en que las
masas se revuelven contra quienes no os han dado lo que esperaba vuestro egoísmo». 63

HOY 27 de Diciembre 2012

Existimos en por La Misiericordia de Dios Uno y Trino, pero muchos ignoran esto, hoy ¿de que habla el hombre, genericamente hablando,? porque del corazón proviene lo que se habla, y son muy pocos los que se conocen a sí mismos, viven deacuerdo a patrones de vida establecidos que le convencen de que todo "está bién".Se ven o se sienten sanos, pero cuando tienen un momento de soledad intuyen que su alma está desnutrida pero lo saben y no encuentran el camino para que su alma reviva.Y así van en la vida, sin darse cuenta que Uno Solo dijo: Yo Soy El Camino, La Verdad, y La Vida. Pero encuanto se les viene la idea de cumplir los 10 mandamientos, con escuchar ir a la Iglesia, o del Papa, Vicario de Cristo, empiezan a tener ideas propias o adquiridas por los demás, sin previa lectura y discernimiento y ni tampoco investigación, siempre y cuanto se busque LA VERDAD, pero no ocurre, y caen en la discución sin fundamento y así sigue sus vidas, hasta que Dios los llama, que puede ser de muchas maneras, puede ser por un cáncer, un accidente, la quita de un ser querido, o si es manso, por la palabra que germinó a causa de su Bautismo Trinitario en su niñez.

Lucio Rafael Loscerbo