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Noviembre 22, 1902
Corre peligro de morir, la obediencia se opone.
(1) El día 22 de noviembre continuaba sintiéndome mal, y de nuevo el bendito Jesús ha venido y
me ha dicho:
(2) “ Amada mía, ¿te quieres venir?”
(3) Y yo: “Sí, no me dejes más sobre esta tierra”.(4) Y Él: “Sí, te quiero contentar esta vez”.
(5) Y mientras esto decía me he sentido cerrar el estómago y la garganta, de modo que ya no
entraba nada, apenas podía respirar, sintiéndome sofocar. Después he visto que Jesús bendito
llamaba a los ángeles y les decía: “Ahora que la víctima se viene, suspendan las fuerzas, a fin de
que los pueblos hagan lo que quieran”.
(6) Y yo: “Señor, ¿quiénes son ellos?”
(7) Y Él: “Son los ángeles que custodian las ciudades, hasta en tanto que las ciudades son
asistidas por la fuerza de la protección divina comunicada a los ángeles, no pueden hacer nada,
cuando esta protección les es quitada por las graves culpas que cometen, dejándolas en poder de
ellos mismos, pueden hacer revoluciones y cualquier tipo de mal”.
(8) Entonces yo me sentía plácida y viéndome sola con mi amado Jesús y abandonada por todas
las criaturas, de corazón le agradecía al Señor y le pedía que se dignara no dejar que viniera
nadie a darme molestia. Mientras estaba en esta situación, ha venido mi hermana y viéndome mal
ha mandado a llamar al confesor, el cual por camino de obediencia ha logrado hacerme abrir un
poco la garganta y se fue dándome la obediencia de no morir. Pobre quien tiene que vérselas con
las criaturas, porque no conociendo a fondo todas las penas y desgarros de una pobre alma,
agregan a las penas mayores dolores, y es más fácil obtener compasión de Dios, ayuda y
consuelo, que de las criaturas, es más, parece que atizan mayormente. Pero sea siempre bendito
el Señor que todo dispone para su gloria y para el bien de las almas.
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Nota y reflexiòn;
Dios al quitar la protección de los ángeles que están en las ciudades, los hombres pueden hacer lo que quieran. Y eso se traduce en leyes contra vida, el aborto, la adopción de hijos a homosexuales, leyes de eutanasia, decretar plandemias, disponer que los poderosos a través de los gobiernos y los medios de comunicación , coaccionando a los pueblos les impongan su voluntad nefasta con su ciencia nefasta, y perseguir a los que dicen o piensan lo contrario, censurando y persiguiendo.
Y así se arman las revoluciones y las guerras, que siempre han existido por su soberbia, que son los castigos de Dios, osea una corrección divina por eligir lo que se quiere y se han situado en Su Justicia; y su negación de conocer la Verdad que es una sola, no dos y ocho mil millones. y la Verdad Soy Yo dijo Jesucristo, y si quieren conocer la Verdad, deben de leerme a Mi y serán libres y vivirán eternamente felices, desde aquí en la tierra, aprendiendo a conocer Mi voluntad y Mi Querer. Al cielo nada entra de de humano, porque en el cielo solo entra lo Divino.