GIOVANNI MARIA VIAN A los embajadores acreditados ante la Santa Sede -un Cuerpo diplomático entre los más representativos en el mundo- el Papa explicó el papel de la Iglesia católica en el contexto internacional. Una presencia activa y respetuosa de las competencias de las autoridades civiles, animada por una convicción: que sólo Dios responde al corazón del ser humano y que, por tanto, la dimensión religiosa es "innegable e irreprimible". Esta es la raíz profunda de la que con una expresión rápida se define la política vaticana, la cual no busca privilegios inexistentes sino sólo libertad para la misión, característica originaria y constitutiva de la comunidad cristiana. De aquí la preocupación por la libertad religiosa, que para Benedicto XVI es elemento indispensable en la construcción de la paz. Por consiguiente, un derecho fundamental, a menudo violado o incluso negado. Hoy ha aumentado la conciencia de la gravedad de estos fenómenos que ofenden a Dios y al hombre, haciendo imposible la convivencia. Se trata de señales muy positivas, como las voces preocupadas que se levantaron en diversos países musulmanes y en Europa frente al aumento de la cristianofobia y a los sangrientos atentados que no han respetado ni siquiera los lugares de culto. El análisis del Papa fue a la raíz de los pretextos que mueven las campañas de odio, sobre todo en la inmensa región de Oriente Medio: allí los cristianos -repitió con palabras del Sínodo celebrado en octubre- son "ciudadanos originarios y auténticos", como en Irak y Egipto, donde la tradición cristiana es antigua y vital. Por tanto, no son extraños, y están deseosos de contribuir a la construcción del bien común, fieles a Dios y leales a su patria: en Oriente Medio, en África, en China, en todas partes. Por eso Benedicto XVI pidió a las autoridades civiles de los distintos países realizar gestos concretos en favor de una auténtica libertad religiosa, como la abrogación de la ley pakistaní contra la blasfemia. Señales positivas llegan también de los países de antigua cristiandad. En efecto, aunque se multipliquen intentos tenaces de marginar la religión -negando el derecho a la objeción de conciencia en ámbito sanitario y jurídico, suprimiendo símbolos, imponiendo nuevas disciplinas escolares, inventando presuntos derechos para encubrir "deseos egoístas"- el Consejo de Europa ha adoptado una resolución que protege la objeción de conciencia de los médicos, mientras que muchos se han manifestado a favor de la exposición del crucifijo, como el Gobierno italiano, seguido por los de otros países, y el Patriarcado de Moscú. Un cuadro en claroscuro, por tanto, donde la mirada de Benedicto XVI ve tragedias y dificultades, pero también signos positivos. Como sucedió con los reconocimientos en el centenario del nacimiento de la madre Teresa, emblema de la política de la Iglesia. Que no pretende favores, pero pide la libertad de testimoniar y anunciar el amor de Dios en favor de todo ser humano.
(©L'Osservatore Romano - 16 de enero de 2011)