19 de mayo Noche de 1943 - María Valtorta-
Dice Jesús:
«Éste es el castigo de vuestra soberbia humana. Demasiado habéis querido y así
perdéis incluso aquello que os había concedido tener. Las obras del genio y del ingenio
humanos, dones míos, de los cuales estáis tan orgullosos, se hacen polvo para
recordaros que sólo Yo soy Eterno, que sólo Yo soy el Dios, que sólo Yo soy Yo.
Pero lo que es mío permanece. Ni el hombre ni el demonio lo pueden destruir.
Ningún atentado, ninguna astucia sirve para destruir aquello que Yo hice y que será
siempre igual, hasta que Yo quiera. El mar, el cielo, las estrellas, los montes, las flores
de las colinas y los verdes bosques. Intocables los primeros como Yo mismo, rena-
cientes los segundos de cada frágil muerte a la que les lleva el hombre, como Yo
resucité de la breve muerte que el hombre me dio. Y las plantas troncadas, las hierbas
pisoteadas por la guerra volverán a vivir como Yo las hice el primer día.
Vuestras obras no. No las obras de arte. No volverán nunca más a existir las iglesias
y las cúpulas, los palacios y los monumentos de los cuales os gloriasteis, hechos en los
siglos y sucumbidos en un instante por vuestro castigo. Y también las obras del
progreso caen lo mismo en fragmentos junto a vuestro necio orgullo que se cree un
dios, sólo porque las inventó, y se os vuelven en contra aumentando la destrucción y el
dolor.
Pero mi creación permanece, y permanece más hermosa porque en sus
Las alarmas, de las cuales se habla en el curso del volumen, son los señales que preanunciaban las incursiones aéreas de la
segunda guerra mundial
inmutabilidad, que ningún instrumento rasguña, habla todavía más fuerte de Mí.
Todo lo que es vuestro se destruye. Pero recordaos, pobres hombres, que es mejor
para vosotros quedaros sin nada teniéndome a Mí, que vivir entre los lujos del arte y del
progreso habiéndome perdido a Mí. Una sola cosa es necesaria para el hombre: el
reino del espíritu donde Yo estoy, el Reino de Dios».