lunes, 3 de octubre de 2022

JESUS QUIERE HABLAR DE AMOR

                                                         22 de noviembre

Dice Jesús:

«Amémonos, oh dilecta, y hablemos de amor, porque no hay nada más dulce que esto

para quien ama.

La redimida del Evangelio, como los tres Magos que adoraron mi Divinidad encarnada,

humilló tres dones a mis pies: el corazón a través del llanto, la carne a través de los cabellos,

la mente a través del perfume. Tú debes darlo todo del mismo modo, sin quedarte nada para

ti, ni siquiera el soplo vital.

"Las potentes aguas no sirven para apagar el amor -y los aluviones no lo arrollan. Si

alguno diese toda sustancia en cambio de amor, caería en gran desprecio".

Las aguas dirigidas a apagar el amor son todas las cosas de la vida, los cuidados y

también las necesidades. Los aluviones, los quereres ajenos que intentan impedir que el

espíritu se dé completamente a Dios.

Pero el verdadero amante no tiene en cuenta las primeras y no se asusta por las

segundas. Él pone su necesidad vital sobre todo lo que para los demás constituye las

preocupaciones de la vida: amar a su Dios. Espíritu absorto, y podría decir, "elevado" en

Dios, vive ya proyectado fuera de lo que constituye para los demás la llamada "vida". Él,

santo inversor de los valores humanos, sólo ve una finalidad para alcanzar: no su interés

propio, sino el de Dios; sólo se preocupa de una cosa: conquistar la Vida sin tener en cuenta

la pobre vida terrena que es flor que dura muy poco sobre su tallo. Manso, porque ya es uno

con su Dios, se convierte en un león cuando debe defender su tesoro, y las persecuciones

familiares y sociales no logran derribar este espíritu deificado, más bien al contrario, como las

olas de un mar encrespado, le transportan velozmente hacia la orilla, al corazón de Dios.

jOh! bienaventurados los tormentos de mis amantes, de estos conocedores y gustadores

de la Verdad, quienes, como el autor del Cantar, dicen -y no con palabras vanas sino con las

palabras verdaderas de una vida vivida y consumida para este fin- que aún cuando uno diese

todas sus posesiones para conquistar al Amor, aún daría poco, porque hasta el regalo del día

terreno es moneda insignificante si se compara con la posesión del Amor que es infinito.

Por tanto, dámelo todo de ti, sin reservas. El hierro que se funde en el crisol sale más

hermoso. El alma que funde y consuma el amor renace como flor de eternidad en los

vergeles celestiales.

Te quiero allí. Pero antes debes padecer aún el quehacer de nuestros dos amores: el tuyo

de criatura hacia Mí, y el mío de Dios por ti. Cuando estas dos fuerzas hayan arrebatado de ti

todo tu "yo", entonces vendré para conducirte a la Paz».