Mensajes de las Almas del Purgatorio a Monseñor Octavio Michelini
19 de julio de 1976
EL ÚNICO DESEO
Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino.
Somos almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación.
Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena.
Si una imagen
pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos:
intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que
tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias.
Es una pálida
idea que puede haceros comprender el deseo ardiente de poner fin a la
atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien
hemos sido creados.
En la tierra,
distraídos como estáis continuamente por mil intereses, influidos por
los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material,
vosotros no podéis comprendernos a nosotros, almas purgantes. Estamos
abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e
inmutable deseo: reunirnos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra
existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de manera diferente a
vosotros. Hermano sacerdote, Don O., tú sabes que no podemos hacer
nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener
para vosotros, todavía militantes en la tierra.
Esto sucede por
un admirable designio de la Providencia que ha querido que circule en
toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús
y los miembros entre ellos.
Llama vivísima
Ahora
considera, que si te vas a comprometer a celebrar el Santo Sacrificio
por el único fin por el que Él, el Verbo hecho Carne, lo hizo sobre el
Calvario y lo continúa, por medio vuestro, en los altares y es decir por
la remisión de los pecados y de las penas debidas por los pecados, tú
puedes comprender, hermano nuestro, cuántos fermentos de reconocimiento y
gratitud suscitarás en nosotras.
Nosotras nos
sentiremos obligadas con relación a ti, intercederemos sin descanso,
ofreceremos continuamente nuestro sufrimiento (podríamos llamarlo
martirio) por ti y por tus necesidades espirituales, para estar a tu
lado en la dura lucha contra las fuerzas del Infierno.
Será, hermano,
como si la llamita que actualmente arde en vosotros y en nosotras de
improviso se transformase en una grande y vivísima llama.
Habrá un
aumento de calor, de dolor y de amor que nos unirá a Él y entre
nosotros; "Caritas Christi urget nos” (El amor de Cristo nos apremia).
Hermano
sacerdote y ministro de Dios: ¿Por qué no hacemos nunca operantes estos
misterios de gracia y de amor latentes en nosotros y en vosotros? ¿Por
qué no hacemos saltar el resorte por ambas partes para abreviar en
nosotros la pena debida a nuestras culpas, y en vosotros hacer brotar
una fuente de tantas gracias insospechadas pero reales?
Hermano Don O.,
esperamos con ansia que, llevados a término tus compromisos, tu
propósito se haga realidad concreta para todo Cuerpo Místico.
Te damos las
gracias por el recuerdo cotidiano en espera de unas relaciones más
eficaces entre nosotras y tú, que consigan hacer más fecundo el Dogma de
la Comunión de los Santos.
Hermano, la experiencia te confirmará la verdad de este mensaje y quisiéramos que muchos sacerdotes llegaran a conocerlo.
Somos Almas purgantes
9 de Junio de 1978
EL DOGMA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS NO BASTA CONOCERLO, SE NECESITA VIVIRLO
Somos las almas del Purgatorio, escribe, hermano.
Somos nosotras
almas Purgantes y esperábamos este encuentro que indudablemente traerá
bien a ti y a nosotras, el amor que une a los hijos de Dios, estén en el
tiempo o fuera del tiempo como estamos nosotras, es siempre útil y
fecundo de bien.
El Dogma de la
Comunión de los Santos, para quien cree en él y se esfuerza en vivirlo,
lleva siempre frutos santos para ambas partes, ciertamente hermano Don
Octavio, para nosotras ningún esfuerzo, ninguna fatiga sea para creer ni
para vivir la sublime y estupenda realidad del Dogma que tratamos, en
cambio para vosotros que estáis peregrinando en la tierra, se requiere
el ejercicio de la vida divina de la Gracia, se requiere el ejercicio de
las facultades de vuestra alma, ante todo, el ejercicio de vuestra
inteligencia, que debe buscar conocer la existencia del Dogma, conocer
el origen, esto es, de dónde y cómo ha nacido, conocer los efectos que
produce en quien lo conoce, y en quien lo vive, se requiere además el
ejercicio de vuestra voluntad, quererlo aceptar y quererlo vivir es acto
de la voluntad, se necesita aún el ejercicio de la memoria, la que
siempre debe tenerlo presente a la inteligencia y a la voluntad para que
ellas puedan recordarlo y quererlo.
Hermano Don
Octavio, no es todo, el Dogma de la Comunión de los Santos, como por
otra parte se debe decir de tantas otras realidades sobrenaturales,
exige, sí, el ejercicio natural del alma, pero sobre todo el ejercicio
de la Vida divina de la Gracia introducida en el alma y, por lo tanto:
ejercicio de la Fe, para que el Dogma se haga operante se necesita creer
firme y fuertemente, sin velos ni sobrentendidas limitaciones, requiere
además el ejercicio de la Caridad, del amor, amor verdadero, no
ficticio, no ilusorio, amor real acompañado de obras, y tú, vosotros,
sabéis qué obras exige la naturaleza de este Dogma, requiere el
ejercicio de la Esperanza, la que como luz transparente os haga
vislumbrar y desear los benéficos efectos que el Dogma visto, querido y
amado lleva a vosotros y a nosotras.
Cuántos tesoros aún por descubrir y valorar
Hermano Don
Octavio, hemos hablado de realidades maravillosas, o mejor estupendas,
si tuviéramos otros vocablos más eficaces los usaríamos para haceros
comprender cuántos tesoros hay aún por descubrir y valorar por parte de
muchísimos cristianos que ignoran, que no ven y por lo tanto no obran,
para su perjuicio y en este caso también en daño nuestro; Don Octavio,
no basta el don de la vida, aun la física, intelectual, espiritual se
necesita vivirla, ¿para qué serviría una vida no vivida? Cuánto bien no
hecho, cuánto bien descuidado por la superficialidad de fe, de esperanza
y de caridad, dones maravillosos, pero muchas veces casi desperdiciados
en una tibieza y negligencia incomprensibles.
Vosotros
deberíais saber muy bien que vuestras posibilidades de bien con relación
a nosotras constituyen una reserva potencial casi inagotable, cualquier
cosa que hagáis bastaría transportarla del plano natural al plano
sobrenatural de la gracia añadiéndole la intención: "por las almas
Santas del Purgatorio", y si son ya cosas de orden sobrenatural, como la
Santa Misa celebrada o escuchada, basta sólo con añadir la intención
dicha; si salís para un paseo, para una compra o cualquier otra cosa
que hagáis o penséis, hacedlo por amor al Señor y en sufragio de
nuestras almas.
A vosotros, hombres toca dar el "ya"
Tú sabes,
hermano, que por parte nuestra la respuesta sería, es inmediata, para
nosotras no podemos hacer "nada", pero para vosotros podemos hacer
"mucho", pero sois vos otros, quienes vivís en la fe y en la prueba,
quienes debéis, por así decirlo, dar el "ya" para volver operante este
Dogma de la Comunión de los Santos.
Don Octavio, es
cierto que las necesidades materiales y sobre todo espirituales son
para vosotros muchas, pero ¿por qué no tener en cuenta que también
nosotras, Almas Purgantes, podemos ayudaros mucho para resolver todos
vuestros problemas personales y sociales? ¡Si supieras lo que quiere
decir Purgatorio!!! ¡Si lo supieran los cristianos, que tan rápidamente
se olvidan de nosotras, que tan fácilmente se olvidan de sus promesas,
que tan mal viven su fe, que más que en nosotras, piensan en la
podredumbre y cenizas de nuestros cuerpos!!!
Hermano nuestro
Don Octavio, cuánto se podría y se debería hacer por Caridad y por
Justicia con respecto a nosotras... intensifiquemos en mucho nuestra
comunión y los benéficos efectos y las bendiciones de Dios serán
abundantes.
A la espera…
Las Almas del Purgatorio