lunes, 2 de diciembre de 2019

La Oración


En estos tiempos es importantísimo el hacernos asiduos a ésta, son tiempos de gran tribulación, donde la Justicia Divina, según las revelaciones que nuestra Madre Santísima ha dado, está a punto de derramarse sobre la familia humana.
Ahora, en estos mismos tiempos Dios no ha dado el Don de su Voluntad, su misma Vida Divina, y nuestra oración deberá ser acorde con este Don.
Se trata de una meditación sobre la oración en la Divina Voluntad, pero es bastante extensa, por lo que la pondré en varias “notas”.
La Oración
Tema difícil de tratar desde el punto de vista de la Divina Voluntad, pues la oración se ha convertido en el centro de la actividad de nuestra práctica religiosa actual. Hemos centrado nuestra relación con Dios en la "oración", y de ahí el significado que le hemos dado: «Es la elevación del alma a Dios para amarlo, adorarlo, alabarlo, glorificarlo, darle gracias, implorar perdón por nuestros pecados y pedir lo que necesitamos. La oración es la fuente de la Gracia» Por elevación entendemos que las dos facultades principales, el entendimiento y la voluntad, se dirigen a Dios; el entendimiento pensando en Él, o hablando con Él; la voluntad excitándose a afectos de adoración, amor, petición, etc. En última instancia, la finalidad que el hombre tiene en mente cuando ora, es UNIRSE con la DIVINIDAD, pero siempre es el hombre dirigiéndose a Dios, o sea, en la mente, en la intención, en el pensamiento, en la voluntad del hombre, existen 2 seres, EL HOMBRE Y DIOS, el hombre intenta agradar a Dios con sus actos humanos, virtuosos, modelados por la Gracia, pero humanos. La oración nos recuerda lo necesitados que estamos. Se divide en mental y vocal. Puede existir la oración mental sin la vocal, pero nunca existirá la oración vocal sin la mental, porque palabras que no van acompañadas de atención, devoción, humildad, confianza, perseverancia y piedad, no pueden recibir certificado de oración, convirtiéndose entonces en un simple acto rutinario, sin valor, no importando que se le siga dando el nombre de oración. Desgraciadamente ésta última es la que ha tomado carta de naturalización entre los católicos de todo el mundo, habiendo sido fomentada y alimentada por la proliferación de "oraciones de petición", donde la única finalidad es obtener las ayudas que requerimos, sin importar ni cómo pedimos, ni a quién pedimos (oraciones a los santos "novenas", a los ángeles, etc.), y en este tipo de oración, la finalidad de unión con Dios no existe. En contrapartida, la oración mental, en muchas ocasiones va exenta de petición, encontrando el alma el deleite con la unión con su Creador, y casi nunca, por no decir jamás, es dirigida a los santos, o a los ángeles, siempre es a Dios, o a la Madre de Dios. La causa de esta diferencia es que en la vocal podemos distraer nuestra mente, quedándonos solamente con el reflejo condicionado de la palabra; mientras que en la mental son todas nuestras potencias dirigidas al Ser Supremo, y si por un instante las apartamos de Él, se pierde la oración. De ahí la afición a la vocal, pues nos permite estar en varios lugares a la vez, pensar en cualquier cosa, podemos orar y hacer cualquier actividad, aunque nos ocupe nuestra inteligencia, nuestra voluntad y hasta nuestra memoria, por lo que a Dios le estamos dando el último lugar en nuestra vida, aunque tengamos el rosario todo el día en la mano, quedando satisfechos por haber orado, ¡qué pavoroso engaño nos hace nuestra voluntad! No cabe duda que la voluntad humana falsifica aun la verdadera devoción, y profana las obras más santas con la propia voluntad, buscándose siempre a sí misma. La oración mental es tan poco buscada, porque requiere concentración absoluta en lo que estamos haciendo, es celosísima, por lo que no nos permite hacer otra actividad, de ahí la razón de que aun los religiosos no la practiquen como se supone que la debieran practicar: Sin descanso, a tiempo y destiempo. Sin comentarios. La oración es necesaria. La escritura nos enseña la necesidad de la oración: Jesucristo nos insiste en ello, por ejemplo: Vigilad y orad para no caer en la tentación Mt 26:41, y es necesario orar siempre y no desfallecer Lc 18:1. Su eficacia es inmensa, y por ella podemos obtener todo cuanto no se oponga a nuestra salvación. Es infalible cuando se acompaña de las debidas condiciones, a saber: Que se pida una cosa conforme con la Divina Voluntad, en estado de gracia, con las condiciones ya expresadas de atención, devoción, humildad, confianza y perseverancia. El secreto de la oración está en la unión del hombre con Dios. Un punto esencial para llegar a comprender la importancia y realidad de la oración, podemos descubrirlo en la carta a los romanos de San Pablo, (Rm 826-27): "...El Espíritu Divino ayuda a nuestra flaqueza, pues no sabiendo siquiera qué hemos de pedir en nuestras oraciones, ni cómo conviene hacerlo, el mismo Espíritu hace, o produce en nuestro interior, nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables. Pero Aquél que penetra a fondo los corazones conoce bien qué es lo que desea el Espíritu, el cual no pide nada por los santos, que no sea según Dios". Lo anterior es muy demostrativo, dándonos a conocer: Que no sabemos cómo orar, que nuestra oración no es agradable a Dios, y que debe ser el mismo Espíritu Divino quien supla nuestra deficiencia. Pero existe otra posibilidad, que no se trate sólo de una simple suplencia por no saber orar, sino que la verdadera y real oración debe terminar en esto, que sea el mismo Dios quien desde nuestro interior se hable a Sí mismo, y como el hombre no lo sabe y por tanto no le da la posibilidad de hacerlo, es Él mismo quien a través de su Espíritu hace lo que la criatura debería haber hecho. SI ESTO FUERA REALIDAD, QUERRÍA DECIR QUE LA PRÁCTICA DE LA ORACIÓN NO SÓLO LLEVA LA FINALIDAD QUE HEMOS PENSADO, SINO QUE SU VERDADERA Y ÚNICA FINALIDAD, SERÍA CREAR EL PLANO ADECUADO PARA QUE DIOS PUEDA VENIR A MORAR EN NOSOTROS, Y DESDE NOSOTROS HABLAR, ORAR, OBRAR, ETC. Conviene recordar que la humanidad ha surcado 4 etapas en su camino hacia Dios, etapas en las que su relación con el Ser Supremo, la manera de acercarse a Él, y por lo tanto la oración, han sido muy diferentes.
Primera etapa.- En el transcurso de la historia de la humanidad, solamente 3 seres han sido creados siguiendo el modelo que Dios había pensado, a saber: El modelo primigenio: «La Humanidad de Jesús» La humanidad de su Madre Santísima, y Adán, que fue puesto por Dios como cabeza de la misión humana, dotado de todas las prerrogativas necesarias a un ser creado, para ser «imagen y semejanza» del Verbo encarnado. En estas tres personas vemos claramente la primera manifestación de religiosidad, la cual no era a base de manifestaciones externas, de oraciones, de cultos o prácticas inventados por el hombre, o sugeridos por inspiración divina, no, sino que era la experiencia misma de la Divinidad en el interior de él, y que por medio de su mismo actuar iba engrandeciendo la antes mencionada experiencia de Dios. No había separación entre Dios y la criatura, no había invocaciones, no había prácticas especiales, no había necesidad de leyes, reglas, sacramentos, oraciones, etc., simplemente la Voluntad Divina suplía a todo eso, y sobrepasaba en modo infinito a todo lo que se lleva a cabo después del pecado original, y es así como tenemos la primera etapa, la manifestación original de religiosidad, la cual se lleva a cabo a través de la misma Divina Voluntad. Así lo expresa Jesús con estas palabras: "...Hija mía, mi Voluntad es todo y contiene todo y además es principio, medio y fin del hombre. Por eso al crearlo no le di leyes, ni instituí sacramentos, sino sólo le di al hombre mi Voluntad, porque era más que suficiente, estando en el principio de Ella, para encontrar todos los medios para llegar no a una santidad baja, sino a la altura de la santidad divina y así encontrarse en el puerto de su fin."
Segunda etapa.- Ésta tiene comienzo inmediatamente después del pecado original. Dios hace la promesa de un Redentor, y su justificación y santidad dependen entonces de su fe y adhesión a dicha promesa, y todo se basa en lo que el mismo Adán transmite a sus descendientes, que aunque había perdido ya el conocimiento de su Creador, sin embargo lo poco que su inteligencia humana alcanzaba a recordar bastó por algún tiempo para hacer que el hombre permaneciera fiel a dicha promesa. Aquí, el hombre es el ser más necesitado, y debe hacer las primeras prácticas de "culto", recordemos el ofrecimiento de las primicias de su trabajo que hacen Caín y Abel. La voluntad humana vuelve esclavo al hombre, lo hace tener necesidad de todo, se siente continuamente faltar la fuerza, la luz; su existencia está siempre en peligro, y lo que obtiene es por medio de oraciones y fatigosamente. Después del exterminio de la raza humana por el diluvio, Dios decide formarse un pueblo, para que así, a través de él, poder dar reglas de comportamiento más precisas, pero sobre todo inicia la preparación para el arribo de su Mesías. Y si se le dio una ley después de siglos y siglos de creado, fue porque el hombre había perdido su principio, por lo tanto había extraviado los medios y el fin. Así que la ley no fue principio sino medio para llegar a dicho fin. En esta etapa se fortalece el culto, las prácticas religiosas se multiplican, aparece la oración como tal, ya no es el diálogo personal, aparecen las oraciones de alabanza, de gloria, de amor, de confianza, de petición, estas fueron los salmos......