Mensajes de María
Bendito
el momento que el Señor eligió a este pueblo, y bendito porque lo
eligió para que yo tenga mi gran Casa, que será de paz y sosiego. Lugar
donde acunaré a millares de hijos que vendrán en busca de amor. Asistiré
a los enfermos, a los caídos, a todo hijo perteneciente a la gran
familia de Dios, porque mi misión es atender al rebaño del Señor. Gloria
a Dios.
Nada podrá devorar la llama del amor que el Señor ha encendido en tu pueblo. Nada podrá oscurecer la luz del Señor.
Es en el Santuario donde María, Madre de Cristo, espera a los hijos
heredados desde la Cruz. Es en el Santuario que María obra en las almas,
para bien de las almas. Mis amados hijos ya lo veis, delante de
vosotros estoy. Mientras unos habitan en su propia desolación, otros
habitarán en la casa de la Madre del Salvador.
Aquí está el Templo, para el pueblo de Dios. Aquí se arraigará profundamente el amor a Cristo y a María.
Mi Casa será morada para los que se consideran hijos de Dios. Alegraos ya que desde aquí os bendeciré.
Hija, el Templo es protección de Dios para sus hijos. Se acude allí para
rendir culto al Señor, para pedir por la salud física y un espíritu
firme cimentado en la fe.
El Templo es protección de Dios para el alma que habita en la tierra y aspira al cielo.
Tu ciudad es la Ciudad de María y será por siempre un lugar de encuentro
con Jesús y con su Madre. No quiera nadie interponerse en mi paso.
Quien quiera seguir al Señor que me siga.
Hija mía, te dije una vez que desde aquí renacería la fe por Jesús y
María. Desde aquí invito al mundo a buscar la fuente vivificadora, la
fuente de paz y de gracias.
Quiero sanar a mis hijos de esa enfermedad que es el materialismo y que
muchos padecen, quiero ayudarlos a descubrir a Cristo, a amar a Cristo y
decirles que Cristo prevalece por sobre todo.
En todos los lugares del mundo donde han sido dado mis mensajes
parecería que se predicó en cementerios. No hubo la respuesta que quiere
el Señor.
El demonio actúa ferozmente, no os asombréis. Ataca sin compasión
envolviendo todo lo que pueda tocar. Orad mis hijos, que la oración
fortalece. Sois llamados por Jesucristo para orar.
El príncipe del mal vierte hoy su veneno con todas las fuerzas, porque
ve que está concluyendo su triste reinado. Es poco lo que le queda, su
fin está cerca.
Oh mis pobres hijos, pocos sois los que profundizáis en Cristo, y muchos los que estáis altamente destruidos por el pecado.
Es en realidad este tiempo, un precioso tiempo que no debe ser
desperdiciado sino aprovechado. El Redentor le está ofreciendo al mundo
la manera de enfrentar a la muerte que es satanás, le está ofreciendo
como lo hizo desde la Cruz, a su Madre, medianera de toda gracia.
Hijos míos, mi Corazón quiere que vuestra alma perdure por los siglos de los siglos.
Repetidas veces golpean mi Corazón, lo siento así, cada vez que es ofendido Cristo Jesús.
El enemigo me está desafiando despiadadamente, está tentando
abiertamente a mis hijos. Es un combate entre la luz y las sombras. Una
constante persecución a mi querida Iglesia.
Todos sois partes del cuerpo místico que es la Iglesia y del cual Cristo
es la cabeza. En la tierra el Vicario de mi Hijo es el responsable de
que ese cuerpo siga en pie, por eso seguid junto a vuestro Papa,
siguiendo su enseñanza que es, en definitiva, la enseñanza de Cristo.
Hágase la voluntad de mi Hijo.
Orad por la Santa Iglesia. Herido está mi Corazón porque frecuentemente
es atacada, día a día se ve empañada su luz. Como Madre de la Iglesia
sufro el más agobiante dolor. Mis sufrimientos están unidos a los del
Papa, porque su pena es mi pena.
La intensísima luz de Cristo resurgirá, ya que así como en el Calvario
después de la crucifixión y muerte vino la resurrección, también la
Iglesia renacerá por la fuerza del amor.
El Señor os está revelando por medio de los mensajes y las Sagradas
Escrituras lo que espera de los hombres. No le cerréis las puertas.
Entregaos a Jesús como Él se entregó a vosotros.
Dad a conocer lo que te doy, el ateísmo inunda las naciones, hay por
doquier ausencia de Dios; es por eso que la palabra del Señor debe ser
escuchada y no despreciada. La acción de su palabra mucho hará si el
corazón se abre a ella.
Mirad hacia el sol naciente y veréis nacer el nuevo día, que haya en
vosotros esperanza y fe, que crezca el deseo cada mañana de ser
verdaderos hijos de Dios. No hagáis que aparte su rostro de vosotros,
confiad en Él.
No se puede vivir sin hacer una plegaria diaria a nuestro Padre del
cielo. Ves esta corona, porque esto es lo que deseo que hagáis, una
verdadera corona de rosarios. ¡Oración hija mía, oración! Cuántas bocas
permanecen aún calladas sin conocer siquiera una oración que las acerque
al Señor.
El Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo. Es también el
refugio de los que buscan alivio a sus pesares, y es la puerta para
entrar en mi Corazón. Gloria al Señor por la luz que da al mundo.
Hija mía, en estos momentos hay extrema necesidad de oración. El Santo
Rosario será escuchado en este día por el Señor como si fuera mi voz.
La oración es un pedido mío y está dirigido a todos los pueblos. La
oración debe nacer de un corazón dispuesto, debe también ser frecuente y
hecha con amor. Jamás sea dejada de lado, ya que la Madre quiere que
por ella lleguen los hijos a Dios y con el cual logra vencer al enemigo.
Jesús Eucaristía es cuerpo vivo y verdadero. Adoradlo y amadlo.
Hijos míos, es en la Eucaristía donde podéis sentir cómo se da a
vosotros. Es en la Eucaristía donde vuelve a ser cuerpo y sangre, y es
desde la Eucaristía que quiere salvar a las almas preparadas para
recibirlo.
Hoy como nunca mis mensajes deben ser difundidos. Hoy como nunca debe el
mundo conocer mis palabras, mi urgente llamado a la conversión, mi
pedido de consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Aún
aguarda el Señor a las almas. Gloria al Señor.
Deben saber mis hijos que los llamo a la consagración, porque siendo consagrados a mi Corazón, pertenecen a la Madre y al Hijo.
Digo a mis hijos: Sois para mí como niños recién nacidos, que necesitan
el amor de su madre, el calor de su madre y el alimento de su madre. Os
conduciré y os ayudaré a crecer en el amor al Señor, sólo os pido,
dejaos guiar. Gloria a Dios.
No descanséis en vuestro andar. Noche y día debéis predicar. Insiste sin
descanso. Mis mensajes deben ser leídos despaciosamente, para que
puedan ser digeridos como yo lo deseo.
En estos tiempos en que el veneno del maligno parece contaminarlo todo,
el Señor se manifiesta para que sea posible la salvación de las almas.
Estas palabras pueden llegar a debilitarse si se guardan, si no se extienden; deben ser anunciadas en toda la tierra.
Hablo a mis hijos para pedirles humildad, os pido humildad, porque en la
humildad seréis gratos a los ojos de Dios. Os pido humildad porque el
Señor quiere a los humildes y rechaza a los soberbios. Seguid el ejemplo
de Cristo Jesús, las glorias sean a Él.
Querida hija, para muchos he desaparecido en la Cruz donde Jesús entregó
su vida, siendo que fue allí donde mi maternidad comenzó a crecer, y mi
amor de madre se extendió hacia todos los hombres por voluntad de mi
Hijo.
Hoy con más fuerza voy fortaleciendo al inseguro, volviendo puro al impuro y justo al injusto.
Muchos son los hijos que conocen y veneran a la Madre. Muchos más son
los que no la conocen. Hoy es tiempo de escucharla y conocerla porque el
que la desprecia, desprecia a Cristo y se daña a sí mismo. Nadie tenga
dudas, el amor no tiene revés. El que ama a Cristo, ame también a su
Madre. Alabado sea el Señor. Que todos conozcan mi mensaje.
Yo soy el ancla, yo he anclado aquí. Yo soy el arca que quiere llevar a los hijos al Señor.
En estos momentos la humanidad toda está pendiente de un hilo. Si ese
hilo se rompe, muchos serán los que no tengan salvación, por eso os
llamo a la reflexión, apuraos que el tiempo se termina, no habrá lugar
para aquél que tarde en venir. El Señor quiere que todos gocen de su
reino. A los que están alejados de Él les digo: acercaos, Cristo Jesús
está al alcance de vuestra mano.
La venida del Señor es inminente, y como dicen las Escrituras nadie sabe
el día ni la hora, pero será; y ciertamente para esa hora debe el alma
del cristiano prepararse. Hasta las piedras sabrán de Él.
Es así hija mía como quiere esta Madre dar a conocer la palabra de su Hijo.
Hoy el mundo está confundido, muy confundido. El mal se le presenta como
única salida. La humanidad está siendo conducida por satanás al más
profundo de los abismos, a la total perdición del alma. Bienaventurados
los que quieran ver claro en su corazón. Bienaventurados los que se
detengan a meditar. Bienaventurados los que se dejen conducir por la
Madre. Gloria al Eterno.
En estos tiempos de grandes confusiones y tan poca luz en las almas, mi
purísima luz será la que os guíe en medio de tanta oscuridad. Yo os
ayudaré a vencer toda incertidumbre. Esta Madre hará posible vuestro
encuentro con el Hijo. Para esto es necesario hacerse pequeño y
abandonarse a mi Corazón. Amén. Amén.
Mensajes de Jesús
Días gloriosos os esperan. En Mí os regocijáis amados hijos míos.
Deben las criaturas venir a Mí, porque sólo conmigo las almas vivirán eternamente.
Es mi Madre la que impedirá que marchen a la deriva, la que hará que vengan directamente a Mí.
Hoy advierto al mundo lo que el mundo no parece advertir: las almas
peligran, muchas se perderán, la salvación llegará a pocos si no soy
aceptado como el Salvador.
Debe Mi Madre ser recibida, debe Mi Madre ser escuchada en la totalidad
de sus mensajes. Debe el hombre descubrir la riqueza que Ella trae a los
cristianos. Los hijos del pecado crecerán en él, si la incredulidad se
acrecienta en ellos.
Quiero una renovación del espíritu, un desprendimiento de la muerte y un
apego a la vida. El Corazón de Mi Madre es el escogido para que se haga
realidad lo que Yo pido. Las almas se encontrarán conmigo por medio de
su Corazón Inmaculado.
Antes fue salvado el mundo por medio del arca de Noé. Hoy el Arca es Mi
Madre. Por medio de Ella se salvarán las almas porque Ella las traerá
hacia Mí. Aquél que rechaza a Mi Madre, a Mí me rechaza.
Muchos están dejando pasar la gracia de Dios en estos días.
Id y evangelizad. No os fijéis dónde. En el lugar donde estéis,
evangelizad a vuestros hermanos que nada conocen de la palabra de Dios.
No lo olvidéis. Evangelizad.