En el dictado del 29 de junio
Satanás es envidioso y astuto. Por lo tanto despliega su inteligencia donde es necesario más esfuerzo para arrancar un alma al Cielo. A un hombre del mundo, que vive para la carne, no es necesario tentarle. Satanás sabe que ya él trabaja por su cuenta para matar su alma y lo deja. Pero un alma que quiere ser de Dios atrae toda su perversidad.
Pero las almas no deben temblar, no deben desanimarse. Ser tentados no es un mal. Es un mal ceder a la tentación.
Están las grandes tentaciones. Ante ellas las almas rectas se ponen enseguida a la
defensiva. Pero están las pequeñas tentaciones que pueden haceros caer sin daros cuenta.
Son las armas refinadas del Enemigo. Las usa cuando ve que el alma es precavida y atenta para las grandes. Entonces pasa por alto los grandes medios y recurre a éstos, tan sutiles que entran en vosotros por cualquier parte. ¿Por qué permito esto? ¿Dónde estaría el mérito si no hubiera lucha? ¿Podríais deciros míos si no bebierais mi cáliz? ¿Qué creéis? ¿Qué mi cáliz haya sido solamente el del dolor? No, criaturas que me amáis. Cristo -Él os lo dice para daros ánimo- ha probado antes que vosotros la tentación. ¿Creéis vosotros que fue sólo la del desierto? No. Entonces Satanás fue vencido con grandes medios opuestos a sus grandes intentos. Pero en verdad os digo que Yo, Cristo, fui tentado otras veces. El Evangelio no lo dice. Pero como dice el Predilecto: "Si se tuvieran que narrar todos los milagros hechos por Jesús, la tierra no bastaría para contener los libros".
Meditad, discípulos queridos. ¿Cuántas veces Satanás habrá tentado al Hijo del hombre para persuadirlo a desistir de su evangelización? ¿Qué sabéis vosotros de los cansancios de la carne fatigada en el continuo peregrinar, en el continuo evangelizar, y de los cansancios del alma, que se veía y sentía rodeada de enemigos y de almas que lo seguían por curiosidad o por esperanza de un provecho humano? ¡Cuántas veces, en los momentos de soledad, el Tentador me envolvía con el desaliento! Y en la noche del Getsemaní, ¿no os dais cuenta con cuánta finura él ha tratado de vencer la última batalla entre el Salvador del
género humano y el infierno? No está dado a la mente humana conocer y penetrar en el secreto de aquella lucha entre lo divino y lo demoníaco. Sólo Yo que la he vivido la conozco y por ello os digo que Yo estoy donde está quien sufre por el Bien. Yo estoy donde hay un continuador mío. Yo estoy donde hay un pequeño Cristo. Yo estoy donde el sacrificio se consuma.
Y os digo, almas que expiáis por todos, os digo: No temáis. Hasta el fin Yo estaré con vosotros. Yo, Cristo, he vencido al mundo, la muerte y el demonio con el precio de mi Sangre. Pero os doy a vosotros, almas víctimas, mi Sangre contra el veneno de Lucifer».
«A vuestras capacidades intelectuales muy limitadas, a vuestra espiritualidad embrional, no le está concedido conocer el misterio de la naturaleza de Dios. Pero a los espirituales, entre la masa de los así llamados espirituales, el misterio se hace más cognoscible. A los amantes del Hijo, a aquellos que están verdaderamente signados por mi Sangre, el misterio se revela con mayor claridad porque mi Sangre es Ciencia y mi predilección es Escuela.
Hoy 45 hay gran fiesta en el Cielo porque todo el Cielo canta hoy el Sanctus al Cordero cuya Sangre fue derramada para la Redención humana. Tú eres una de las pocas, demasiado pocas criaturas que veneran mi Sangre como debe venerarse. Pero a quienes la veneran, desde que fue esparcida, esa Sangre habla con palabras de vida eterna y de 1° de julio, fiesta de la Preciosísima Sangre ciencia sobresensible. Si mi Sangre fuera más amada y venerada, más invocada y creída, mucho mal que os lleva al abismo sería evitado.
Habló, esta Sangre, cuando todavía no existía bajo la figura del cordero mosaico, bajo el velo de las proféticas palabras en el signo del Tau preservador; habló, tras ser derramada, por boca de los apóstoles; grita su poder en el Apocalipsis; invita con su llamar desde la boca de los místicos. Pero no es amada. No es recordada. No es invocada. No es venerada. Mi Iglesia tiene tantas fiestas. Pero falta una fiesta solemnísima para mi Sangre. iY en mi Sangre está la salvación!
Hoy, fiesta de mi Sangre, te ilumino un misterio. Di: "Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo", porque te quiero hablar de Nosotros. Por vuestra condición humana necesitáis figuras para pensar en el Padre y en el Espíritu, seres incorpóreo s de infinita belleza, pero que vosotros no concebís con vuestros sentidos humanos. Tanto es así que difícilmente os dirigís a Ellos con toda la plenitud del pensamiento, para invocarles como me invocáis a Mí que me pensáis como Hombre Dios. No comprendéis por ello ni siquiera lejanamente el
incomparable misterio de nuestra Trinidad.
Para pensar en Dios no hay que hacer comparaciones con seres creados. Dios no se compara. Él es. En el ser está todo. Pero el ser no tiene cuerpo, y el Ser eterno no tiene cuerpo.
Mira: Dios es luz. Esto es lo único que puede en cierto modo representar a Dios sin estar en antítesis con su espiritual Esencia. La luz es, y también es incorpórea. Tú la ves pero no la puedes tocar. Ella es.
Nuestra Trinidad es luz. Una luz ilimitada. Manantial de Sí misma, viviente de Sí misma,
obrante en Sí misma. El universo no es tan grande cuanto Ella es infinita. Su esencia llena los Cielos, corre sobre lo Creado, domina sobre los atrios infernales. No los penetra -habría terminado el Infierno- pero les aplasta con su resplandor que es beatífico en el Cielo, confortador sobre la tierra, terrorífico en el Infierno. Todo es Trino en Nosotros. Las formas,
los efectos, los poderes.
Dios es luz. Una luz vastísima, majestuosa y sosegada es dada por el Padre. Círculo infinito que abraza toda la Creación, desde el instante en que fue dicho “¡Hágase la luz",
hasta los siglos de los siglos, porque Dios, que es eterno, abraza la Creación, desde que ella existe, y continuará abrazando, cuanto, en la última forma, la eterna, después del Juicio, quedará de lo Creado. Abrazará a quienes son eternos con Él en el Cielo.
Dentro del círculo eterno del Padre hay un segundo círculo, generado por el Padre, que obra de un modo distinto pero no contrario, porque la Esencia es una. Ese es el Hijo. Su luz, más vibrante, no da solamente la vida a los cuerpos, sino que da la Vida a las almas, que la habían perdido, mediante su Sacrificio. Es un difundirse de rayos potentes y suaves que nutren vuestra humanidad e instruyen vuestra mente.
En el interior del segundo círculo, producto de los dos obrar de los primeros círculos, hay un tercer círculo de luz aún más vibrante y encendida. Es el Espíritu Santo. Es el Amor producto de las relaciones del Padre con el Hijo, tránsito entre los Dos, y consecuencia de los Dos, maravilla de las maravillas.
El Pensamiento creó la Palabra y el Pensamiento y la Palabra se aman. El Amor es el Paráclito. Él obra en vuestro espíritu, en vuestra alma, en vuestra carne. Porque consagra todo el templo, creado por el Padre y redimido por el Hijo, de vuestra persona, creada a imagen y semejanza de Dios Uno y Trino. El Espíritu Santo es crisma sobre la creación, hecha por el Padre; de vuestra persona, es gracia para gozar del Sacrificio del Hijo, es Ciencia y Luz para comprender la Palabra de Dios. Luz más restringida, no porque sea limitada respecto a las otras, sino porque es el espíritu del espíritu de Dios, y porque, en sucondensación, es potentísima como es potentísima en sus efectos.
Por esto Yo dije: "Cuando venga el Paráclito os instruirá". Ni siquiera Yo, que soy el Pensamiento del Padre hecho Palabra, puedo haceros entender cuanto puede, con un sólo destello, haceros entender el Espíritu Santo. .
Si ante el Hijo toda rodilla se debe plegar, ante el Paráclito se debe inclinar todo espíritu, porque el Espíritu da vida al espíritu. Es el Amor que ha creado el Universo, que ha instruido a los primeros Siervos de Dios, que ha impulsado al Padre a dar los Mandamientos, que ha iluminado a los Profetas, que ha concebido con María al Redentor, que me ha puesto a Mí sobre la Cruz, que ha sostenido a los Mártires, que ha regido la Iglesia, que obra los prodigios de la gracia.
Fuego blanco, insostenible a la vista y a la naturaleza humana, concentra en Sí al Padre y al Hijo y es la Gema incomprensible, que no puede mirarse, de nuestra eterna Belleza. Fija en el abismo del Cielo, atrae a Sí todos los espíritus de mi Iglesia triunfante y aspira hacia Sí
a quienes saben vivir del espíritu en la Iglesia militante.
Nuestra Trinidad, nuestra triple y única naturaleza se fija en un único resplandor en aquel punto del que se genera todo cuanto existe, en un eterno ser.
Di: "Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo"».
Dice aún: «No he pretendido, diciendo: diez justos, aludir a que será salvado el lugar en que haya diez justos. Pero se puede entender sin error que si diez almas justas y generosas se reúnen en oración, con fin santo, para pedir piedad para un lugar, Yo no rechazaré su oración. ¿No he dicho que Yo escucharé las oraciones hechas por varias personas en mi Nombre? Mis palabras y mis promesas no decaen.
¿Pero serían constantes en la fe, en el sacrificio, en la pureza espiritual y en la pureza de intención las personas que se reunieran ahora para orar con esta finalidad? Si las hubiera y fueran como deben ser: verdaderos sacerdotes (son sacerdotes quienes oran por los hermanos y se inmolan) Yo las bendeciría y daría lo que se pide en mi Nombre». Escribo esta mañana mientras le espero a usted porque ayer estaba demasiado agotada para añadir algo.
No se puede describir lo que he visto. Falta la palabra. Mientras Jesús hablaba yo veía, pero no lo puedo volver a decir, de manera que otro vea, cuanto mi mente ha visto. Podría hacer la figura de esto, incluso siendo un asno en el dibujo. Bastaría hacer tres círculos concéntricos con un punto en el medio. Pero no significaría nada. Faltaría la Luz y faltaría la intuición de las relaciones entre los tres círculos y el punto que los centra. Por ello sería un signo muerto, mientras es tan vivo, operador, beatífico. Cierto, aunque viviera mil años, ya no olvidaré la belleza de esta visión intelectual. Me será ayuda, consuelo, fuerza, defensa, todo, en todas las circunstancias. Y es imán superpotente que me atrae a sí y me da un ansia indescriptible de alcanzarla. Me parece vivir bajo el sol. Pero ¿qué digo el sol? El sol es un astro apagado y frío respecto al Fuego divino engarzado en la profundidad del Empíreo, tan lejano y tan cercano...
Sí. Tengo la impresión de su desmesurada lejanía, a través de la cual corre todo el
Universo que se moja y vive de su Luz, y al mismo tiempo siento que cada ser, el mío especialmente por bondad de Dios que me ha permitido tener esta alegría, que no tiene comparaciones, está cerca de este Punto de Vida que es Dios, y bajo su rayo que lo tiene recogido, reparado, vital, como una campana de vidrio sobre una delicadísima planta. (Y con esta banal comparación deterioro todo, pero no encuentro nada mejor). En fin me siento bajo el Ojo de Dios. Y es una sensación de alegría, de calor, de fuerza,
de paz infinita, indescriptible, alegre. Vivir así, bajo la incomprensible Gema (¡cómo ha dicho justamente mi Maestro!) de la Belleza divina, Gema que reúne en un único insostenible Resplandor a las Tres Personas divinas y hace una Unidad de Luz Divina, es una tal bienaventuranza por la cual se anula todo lo sufrido y lo que tendré que sufrir... Ahora entiendo realmente qué quiera decir: Paraíso. Quiere decir vivir viendo siempre ese Sol Uno y Trino.