Dice Jesús:
«Antes de cerrar este ciclo hay que hablar de las dos resurrecciones.
La primera comienza en el momento en que el alma se separa del cuerpo y aparece ante
Mí en el juicio particular. Pero sólo es resurrección parcial. Más que resurrección se podría
decir: liberación del espíritu de la envoltura de la carne y espera del espíritu para reunirse
con la carne y reconstruir el templo vivo, creado por el Padre, el templo del hombre creado a
imagen y semejanza de Dios.
Una obra a la que le falta una parte está incompleta y es imperfecta. La obra hombre,
perfecta en su creación, está incompleta e imperfecta si no está unida en sus diversas
partes. Destinados al Reino luminoso o a la morada tenebrosa, los hombres deben estar en
éstos para siempre con su perfección de carne y espíritu.
Por esto se habla de la primera y de la segunda resurrección. Pero observa.
Quien ha matado su espíritu con vida terrena de pecado viene a Mí, en el juicio particular,
con un espíritu ya muerto. La resurrección final hará que su carne vuelva a coger el peso del
espíritu muerto para morir totalmente con él. Mientras que quien ha vencido a la carne en la
vida terrena viene a Mí, en el juicio particular, con un espíritu vivo que, entrando en el
Paraíso, aumenta su vivir.
También los purgantes son "vivos". Enfermos, pero vivos. Lograda la curación en la
expiación, entrarán en el lugar que es Vida. En la resurrección final su espíritu vivo de mi
Vida, a la que estarán indisolublemente unidos, volverá a tomar la carne para glorificarla y
vivir totalmente con ella así como Yo vivo con ella.
Por eso se habla de muerte primera y segunda, y, en consecuencia, de resurrección
primera y segunda. El hombre debe llegar por propia voluntad a esta posesión eterna de la
Luz -porque en el Paraíso poseéis a Dios, y Dios es Luz- , como por propia voluntad ha
querido perder la Luz y el Paraíso. Yo os doy las ayudas, pero la voluntad debe ser la
vuestra.
Yo soy fiel. Os he creado libres y libres os dejo. Y si pensáis cuánto es digno de
admiración este respeto de Dios por la voluntad libre del hombre, podéis entender cómo
sería vuestro deber no abusar de ello, utilizándola para el mal, y tener respeto,
reconocimiento y amor hacia el Señor, Dios vuestro.
A los que no han abusado, Yo digo: "Está preparada vuestra morada en el Cielo, y deseo
164ardientemente que estéis en mi Beatitud"».
Fiemte: 22 de agosto del año 1943 del cuaderno de Marìa Valtorta.