miércoles, 3 de agosto de 2022

"OH, HOMBRE A QUIEN QUIERO A PESAR DE SUS ERRORES"

Esta ebseñanza llena de Verdad, son para aquellos (maria Dominguez y que sostienen lo que creen por creer en engaños y mentiras que les ha infundido el gran seductor durante siglos a varios supuestos ilumniados, del oriente y fueron llevados a occidente por ciegos que dieron su voluntad humana a criaturas sin fundamentos ni verdadera Fe ). 


                                                              7 de enero de 1944

Dice Jesús:

“¡Oh, hombre a quien quiero a pesar de tus errores, oveja descarriada por la que caminé y por la que vertí

mi Sangre para enseñarte la senda de la Verdad!, lo que voy a dictar es para ti. Es una enseñanza para ti. Es

una luz para ti. No rechaces mi don. No cometas el sacrilegio de pensar que hay otra palabra más justa que

ésta. Ésta es la mía. Es mi voz, que es siempre la misma a través de los siglos, que no cambia, que no se

contradice, que no se renueva a lo largo de los siglos porque es perfecta y el progreso no la toca. Vosotros

podéis renovaros. Yo, no; Yo soy como el primer día en mi doctrina y así es mi naturaleza desde siempre y

para siempre. Yo soy la Palabra de Dios, la Sabiduría del Padre.

En mi verdadero y único Evangelio está escrito: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios

de Jacob. No soy el Dios de los muertos; soy el Dios de los vivos” 1 Abraham vivió sólo una vez. Isaac vivió

sólo una vez. Jacob vivió sólo una vez. Tú vivirás una sola vez, Yo, que soy Dios, me encarné una sola vez y

no volveré a hacerlo, porque también Dios respeta el orden. Y el orden de la vida humana es éste:

Que a la carne se funda el espíritu para hacer que el hombre se asemeje a Dios, que no es carne sino

espíritu, que no es animal sino sobrenatural.

Que cuando para la carne llega la noche y se eclipsa, caiga como un despojo, como una simple

envoltura, en la nada de donde proviene y que el espíritu vuelva a su vida: una vida bienaventurada, si vivió

de verdad; una vida maldita, si pereció porque permitió que le dominara la carne en lugar de hacer que

Dios dominara su espíritu.

Que desde ese más allá, del que inútilmente queréis conocer los límites sin contentaros de creer en su

existencia, el espíritu aguarde temblando de miedo o palpitando de regocijo que la carne resurja y le

recubra en el día postrero de la Tierra para precipitar con ella en el abismo o para penetrar con ella en el

Cielo, donde también la materia será glorificada, porque con ella habéis triunfado al convertirla de enemigo

natural en aliada sobrenatural.

Mas, llegado el momento de mi excelsa reseña, ¿cómo podríais revestiros con una carne para ser

condenados o glorificados con ella, si cada espíritu hubiera poseído muchas carnes? ¿Cuál habría elegido

entre ellas?, ¿la primera o la última?

Si según vuestras teorías, la primera le permitió ascender a la segunda, era ya una carne merecedora del

Cielo, aún más merecedora que las otras, pues la que más cuesta es la primera victoria. Luego cobra impulso

la escalada. Mas, si en el Cielo han de entrar sólo los perfectos ¿cómo podrá entrar la primera? Sería injusto

excluir la primera carne, como lo sería creer que se excluirá la última de esas carnes que vosotros, con

abominable teoría, creéis que puedan cubrir en series ascendentes, vuestro espíritu, que se encarna y se

desencarna para volverse a encarnar como si fuera una prenda que se quita de noche y se pone otra vez por la

mañana.

¿Cómo podríais llamar a los beatos, si éstos ya estuvieran reencarnados? Y a vuestros difuntos, ¿cómo

podríais considerarles vuestros; si en ese momento ya son hijos de otros?

No. El espíritu vive. Una vez creado, ya no se destruye. Vive en la Vida, si en la Tierra vivió la única

vida que se os concede, como un hijo de Dios; vive en la Muerte si vivió su vida terrena como un hijo de

Satanás. Lo que es de Dios, vuelve a Dios por la eternidad. Lo que es de Satanás, vuelve a Satanás por la

eternidad.

No digas: “Esto está mal”. Yo, que soy la Verdad, te digo que es un bien supremo. Aunque vivierais mil

veces os convertiríais en títeres de Satanás y no siempre seríais capaces de salir vivos, aunque heridos, de

tales situaciones. Dado que vivís sólo una vez y que sabéis que en esa vez se juega vuestro destino, si no sois

malditos adoradores de la bestia, obrad al menos con la mínima voluntad que me basta para salvaros.

Quienes, en lugar de esa mínima parte, lo dan todo de sí y viven en mi Ley, son bienaventurados. El Dios

de los vivos les mira desde el Cielo con infinito amor y todo el bien del que aún gozáis en la Tierra lo debéis

a esos santos que a veces despreciáis, pero a quienes los Santos llaman “hermanos”, a quienes los ángeles

acarician y a quienes el Dios Uno y Trino bendice”.


Fuente; Cuaderno de 1943 de Marìa Valtorta