viernes, 24 de abril de 2015

PARA ALCANZAR UNA BUENA MUERTE

Oración compuesta por una joven, conversa del protestantismo, que murió con fama de santidad a los 18 años.


Señor mío Jesucristo, Dios de Bondad, Padre de Misericordia, me presento ante tí con el corazón humillado y contrito, encomendandoté mí última hora y lo que después de ella me espera.

Cuando mis pies, perdiendo sus movimientos, me adviertan que mi carrera en este mundo esta próxima a su fin,
           Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis manos entorpecidas no puedan ya estrechar el crucifijo,
           Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis ojos, vidriosos por la cercanía de la muerte, fijen en ti sus miradas débiles y moribundas,
                 Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis labios balbuceantes pronuncien por última vez tu santísimo nombre,
          Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis mejillas, pálidas y amoratadas, causen 
lástima y temor a los circundantes, y mis cabellos bañados por el sudor de la muerte, anuncien que esta cercano el fin,
           Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis oidos, proxímos a cerrarse para siempre a las conversaciones terrenas, se abran para oir tu sentencia irrevocable que fije mi suerte para toda la eternidad,
           Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mí imaginación agitada por terribles fantasmas, me cause congojas mortales, y mí espíritu, perturbado por el temor de tu justicia, al recuerdo de mis iniquidades, luche con el enemigo que quisiera quitarme la esperanza en tu misericordia y presipitarme en la desesperación,
          Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mí corazón, débil y oprimido por el dolor de enfermedad, se vea sobrecogido por el temor de la muerte y fatigado por los esfuerzos desplegados contra los enemigos de mi salvación,
          Jesús misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando derrame mis últimas lágrimas, síntomas de mi muerte, recíbelas, Señor, cual un sacrificio de expansión, a fin de que ya muera como víctima de pertenencia en aquel momento terrible,
          Jesús, misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis parientes y amigos, juntos alrededor de mí, enternecidos por mi penoso estado, imploren tu auxilio en mi favor,
         Jesús, misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mis últimos latidos de mí corazón apresura la partida de mí alma, acéptalos, Señor, como expresión de una santa impaciencia de volar a tí, y entonces,
         Jesús, misericordioso, ten compasión de mí.

Cuando mí alma, salga para siempre de este mundo, dejando el cuerpo pálido y sin vida, acepta la destrucción de este como homenaje que rinde a tu Divina Majestad, y en aquella hora,
        Jesús, misericordioso, ten compasión de mí.

En fin, cuando mi alma comparezca ante tí y vea por primera vez el esplendor de tú Majestad, no la arrojes de tú presencia, sino dignate recibirla en el seno de tu misericordia para que cante eternamente tus alabanzas, y entonces, ahora y siempre,
       Jesús, misericordia, ten compasión de mí.

Oración: Dios mío, que condenándonos
a la muerte nos has ocultado su momento y su hora, haz que viviendo santamente todos los días de nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrazados en tú Divino Amor. Te lo pedimos por los méritos de nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina en la Unidad del Espíritu Santo, por los siglos de todos los siglos. Amén