martes, 5 de julio de 2022

MARIA

LA VIRGEN INMACULADA, LA REINA DE LA DIVINA VOLUNTAD, LA SIN MANCHA, LA PLENA DE GRACIA, LA COREDENTODORA, LA SEGUNDAGENITA, DIOS POR GRACIA DEL PADRE CELESTIAL, LA MATERNIDAD DE DIOS EN MARÌA.


 Dice Jesús:

- Levántate y apresúrate, pequeña amiga. Siento ardiente deseo de llevarte conmigo al azul paradisíaco de la

contemplación de la Virginidad de María. Saldrás de él con el alma fresca como si tú también hubieras sido recientemente

creada por el Padre, una pequeña Eva antes de conocer carne; saldrás con el espíritu lleno de luz, pues te habrás abismado en la

contemplación de la obra maestra de Dios; con todo tu ser repleto de amor, pues habrás comprendido cómo sabe amar Dios.

Hablar de la concepción de María, la Sin Mancha, significa sumergirse en lo azul, en la luz, en el amor.

Ven y lee sus glorias en el Libro del Antepasado: "Dios me poseyó al inicio de sus obras, desde el principio, antes de la

creación. Ab aeterno fui erigida, al principio, antes de que la tierra fuera hecha; aún no existían los abismos, y yo ya había sido

concebida. Aún no manaba agua de los manantiales, aún no se elevaban con su pesada mole los montes, aún las colinas no eran

para el Sol collares... y yo ya había nacido. Dios no había hecho todavía la tierra ni los ríos ni las columnas del mundo, y yo ya

existía. Cuando preparaba los cielos, yo estaba presente, cuando con ley inmutable clausuró el abismo bajo la bóveda, cuando

fijó arriba la bóveda celeste y colgó de ella las fuentes de las aguas, cuando al mar le establecía sus confines y daba leyes a las

aguas, cuando daba leyes a las aguas de no sobrepasar su límite, cuando echaba los fundamentos de la tierra, yo estaba con Él

ordenando todas las cosas. Siempre alegre jugueteaba ante Él continuamente, jugueteaba en el universo...". Las habéis aplicado

a la Sabiduría, pero hablan de Ella: la hermosa Madre, la santa Madre, la Virgen Madre de la Sabiduría, que soy Yo, el que te

habla.

He querido que escribieras, como encabezamiento del libro que habla de Ella, el primer verso de este himno, para que

fuera confesado y conocido el consuelo y la alegría de Dios; la razón de la constante, perfecta, íntima alegría de este Dios Uno y

Trino que os sostiene y ama y que del hombre recibió tantos motivos de tristeza; la razón de que perpetuara la raza aun cuando

ésta, con la primera prueba, había merecido la destrucción; la razón del perdón que habéis recibido.

Que María le amara... ¡Oh, bien merecía la pena crear al hombre y dejarlo vivir y decretar perdonarlo, para tener a la

Virgen bella, a la Virgen santa, a la Virgen inmaculada, a la Virgen enamorada, a la Hija dilecta, a la Madre purísima, a la Esposa

amorosa! Mucho os ha dado, y más aún os habría dado, Dios, con tal de poseer a la Criatura de sus delicias, al Sol de su sol y Flor

de su jardín. Y mucho os sigue dando por Ella, a petición de Ella, para alegría de Ella, porque su alegría se vierte en la alegría de

Dios y la aumenta con destellos que llenan de resplandores la luz, la gran luz del Paraíso, y cada resplandor es una gracia para el

universo, para la raza del hombre, para los mismos bienaventurados, que responden con un esplendoroso grito de aleluya a

cada milagro que sale de Dios, creado por el deseo del Dios Trino de ver la esplendorosa sonrisa de alegría de la Virgen.

Dios quiso poner un rey en ese universo que había creado de la nada. Un rey que, por naturaleza material, fuera el

primero entre todas las criaturas creadas con materia y dotadas de materia. Un rey que, por naturaleza espiritual, fuera poco

menos que divino, fundido con la Gracia, como en su inocente primer día. Pero la Mente suprema, que conoce la totalidad de

los hechos más lejanos en el tiempo, la Mente cuya vista ve incesantemente todo cuanto era, es y será, y que, mientras

contempla el pasado y observa el presente, hunde su mirada en el extremo futuro, no ignorando cómo será el morir del último

hombre, sin confusión ni discontinuidad, esa Mente no ignoró nunca que ese rey, creado para ser semidivino a su lado en el

Cielo, heredero del Padre, cuando llegara como adulto a su Reino después de haber vivido en la casa de su madre — la tierra con

la que fue hecho —, durante su niñez de párvulo del Eterno en su jornada sobre la tierra, cometería hacia sí mismo el delito de

matarse en la Gracia y el latrocinio de despojarse del cielo.

¿Por qué lo creó entonces? Sin duda muchos se hacen esta pregunta. ¿Habríais preferido no existir? ¿No merece ser

vivida esta jornada incluso por sí misma, a pesar de ser tan pobre y desnuda, y tan severa a causa de vuestra maldad, para

conocer y admirar la Belleza infinita que la mano de Dios ha sembrado en el universo?

¿Para quién, si no, habría hecho estos astros y planetas que pasan como saetas, como flechas, rayando la bóveda del

firmamento, o van — y parecen lentos —, van majestuosos con su paso veloz de bólidos, regalándoos luces y estaciones, y

dándoos, eternos, inmutables aunque siempre mutables, a leer en el cielo una nueva página, cada noche, cada mes, cada año,

como queriendo deciros: "Olvidaos de la cárcel, abandonad esa imagen vuestra llena de cosas oscuras, podridas, sucias,

venenosas, mentirosas, blasfemas, corruptoras, y elevaos, al menos con la mirada, a la ilimitada libertad de los firmamentos;

haceos un alma azul mirando tanta limpidez de cielo, haceos con una reserva de luz que podáis llevar a vuestra oscura cárcel;

leed la palabra que escribimos cantando en coro nuestra melodía sideral, más armoniosa que si proviniera de un órgano de

catedral, la palabra que escribimos resplandeciendo, la palabra que escribimos amando, porque siempre tenemos presente a

Aquel que nos dio la alegría de existir, y le amamos por habernos dado este existir, este resplandecer, este movemos, este ser

libres y bellos en medio de este cielo delicado allende el cual vemos un cielo aún más sublime, el Paraíso; a Aquel cuyo precepto

de amor en su segunda parte cumplimos al amaros a vosotros, prójimo universal nuestro, al amaros proporcionándoos guía y

luz, calor y belleza. Leed la palabra que decimos, la palabra a la que ajustamos nuestro canto, nuestro resplandecer, nuestro reír:

Dios"?¿Para quién habría hecho ese líquido azul: para el cielo, espejo; para la tierra, camino; sonrisa de aguas; voz de olas;

palabra, también, que, con frufrú de roce de seda, con risitas de muchachas serenas, con suspiros de ancianos que recuerdan y

lloran, con bofetadas de violentos, y con envites y bramidos y estruendos, siempre habla y dice: "Dios"? El mar es para vosotros,

como lo son el cielo y los astros. Y con el mar los lagos y los ríos, los estanques y los arroyos, y los manantiales puros, que sirven,

todos, para transportaros, para nutriros, para apagar vuestra sed y limpiaros, y que os sirven, sirviendo al Creador, sin salir a

sumergiros, como merecéis.

¿Para quién habría hecho las innumerables familias de los animales, que son flores que vuelan cantando, que son

siervos que trabajan, que corren, que os alimentan, que os recrean a vosotros, los reyes?

¿Para quién habría hecho las innumerables familias de las plantas y de las flores, que parecen mariposas, que parecen

gemas e inmóviles avecillas; de los frutos, que parecen collares de oro y piedras preciosas o cofres de gemas? Son alfombra para

vuestros pies, protección para vuestras cabezas, recreo, beneficio, alegría para la mente, para los miembros del cuerpo, para la

vista y el olfato.

¿Para quién, si no, habría hecho los minerales en las entrañas de la Tierra y las sales disueltas en manantiales de álgidas

aguas o de agua hirviendo: los azufres, los yodos, los bromos?... Ciertamente, para que los gozara uno que no fuera Dios, sino

hijo de Dios. Uno: el hombre.

Nada le faltaba a la alegría de Dios, nada necesitaba Dios. El se basta a sí mismo. No tiene sino que contemplarse para

deleitarse, nutrirse, vivir y descansar. Toda la creación no ha aumentado ni en un átomo su infinidad de alegría, de belleza, de

vida, de potencia. He aquí que todo lo ha hecho para la criatura a la que ha querido poner como rey de la obra de sus manos:

para el hombre.

Aunque sólo fuera por ver una obra divina de tal magnitud y por manifestarle reconocimiento a Dios, que os la otorga,

merecería la pena vivir. Y debéis sentir gratitud por el hecho de vivir. Gratitud que deberíais haber tenido aunque no hubierais

sido redimidos sino al final de los siglos, porque, a pesar de que hayáis sido, en los Primeros, y ahora aun individualmente,

prevaricadores, soberbios, lujuriosos, homicidas, Dios os concede todavía gozar de lo bello del universo, de lo bueno del

universo, y os trata como si fuerais personas buenas, hijos buenos a los cuales todo se enseña y todo se concede para hacerles

más suave y sana la vida. Cuanto sabéis, lo sabéis por luz de Dios. Cuanto descubrís, lo descubrís porque Dios os lo señala. Esto,

en el Bien. Los otros conocimientos y descubrimientos que llevan el signo del mal vienen del Mal supremo: Satanás.

La Mente suprema, que nada ignora, antes de que el hombre fuese, sabía que sería ladrón y homicida de sí mismo. Y,

dado que la Bondad eterna no conoce límites en su ser buena, antes de que la Culpa fuera, pensó el medio para anular la Culpa.

El medio, Yo; el instrumento para hacer del medio un instrumento operante, María. Y la Virgen fue creada en el pensamiento

sublime de Dios.

Todas las cosas han sido creadas para mí, Hijo dilecto del Padre. Yo-Rey habría debido tener bajo mi pie de Rey divino

alfombras y joyas como palacio alguno jamás tuviera, y cantos y voces, y tantos siervos y ministros en torno a Mí como soberano

alguno jamás tuviera, y flores y gemas, y todo lo sublime, lo grandioso, lo fino, lo delicado que es posible extraer del

pensamiento de todo un Dios. Mas Yo debía ser Carne además de Espíritu. Carne para salvar a la carne. Carne para sublimar la

carne, llevándola al Cielo muchos siglos antes de la hora. Porque la carne habitada por el espíritu es la obra maestra de Dios, y

para ella había sido hecho el Cielo. Para ser Carne tenía necesidad de una Madre. Para ser Dios tenía necesidad de que el Padre

fuese Dios.

He aquí que entonces Dios se crea a su Esposa y le dice: "Ven conmigo. Junto a mí ve cuanto Yo hago para el Hijo

nuestro. Mira y regocíjate, eterna Virgen, Doncella eterna, y tu risa llene este empíreo y dé a los ángeles la nota inicial y al

Paraíso le enseñe la armonía celeste. Yo te miro, y te veo como serás, ¡oh, Mujer inmaculada que ahora eres sólo espíritu: el

espíritu en que Yo me deleito! Yo te miro y doy al mar y al firmamento el azul de tu mirada; el color de tus cabellos, al trigo

santo; el candor, a la azucena; el color rosa como tu epidermis de seda, a la rosa; de tus dientes delicados copio las perlas; hago

las dulces fresas mirando tu boca; a los ruiseñores les pongo en la garganta tus notas y a las tórtolas tu llanto. Leyendo tus

futuros pensamientos, oyendo los latidos de tu corazón, tengo el motivo guía para crear. Ven, Alegría mía, séante los mundos

juguete hasta que me seas luz danzarina en el pensamiento, sean los mundos para reír tuyo. Tente las guirnaldas de estrellas y

los collares de astros, ponte la luna bajo tus nobles pies, adórnate con el chal estelar de Galatea. Son para ti las estrellas y los

planetas. Ven y goza viendo las flores que le servirán a tu Niño como juego y de almohada al Hijo de tu vientre. Ven y ve crear las

ovejas y los corderos, las águilas y las palomas. Estate a mi lado mientras hago las cuencas de los mares y de los ríos, y alzo las

montañas y las pinto de nieve y de bosques; mientras siembro los cereales y los árboles y las vides, y hago el olivo para ti,

Pacífica mía, y la vid para ti, Sarmiento mío que llevarás el Racimo eucarístico. Camina, vuela, regocíjate, ¡oh, Hermosa mía!, y

que el mundo universo, que en diversas fases voy creando, aprenda de ti a amarme, Amorosa, y que tu risa le haga más bello,

Madre de mi Hijo, Reina de mi Paraíso, Amor de tu Dios". Y, viendo a quien es el Error y mirando a la Sin Error, dice: "Ven a mí,

tú que cancelas la amargura de la desobediencia humana, de la fornicación humana con Satanás y de la humana ingratitud.

Contigo me tomaré la revancha contra Satanás".

Dios, Padre Creador, había creado al hombre y a la mujer con una ley de amor tan perfecta, que vosotros no podéis ni

siquiera comprender sus perfecciones; vuestra mente se pierde pensando en cómo habría venido la especie si el hombre no la

hubiera obtenido con la enseñanza de Satanás.

Observad las plantas de fruto y de grano. ¿Obtienen la semilla o el fruto mediante fornicación, mediante una

fecundación por cada cien uniones? No. De la flor masculina sale el polen y, guiado por un complejo de leyes meteóricas y

magnéticas, va hacia el ovario de la flor femenina. Éste se abre y lo recibe y produce; no como hacéis vosotros, para

experimentar al día siguiente la misma sensación, se mancha y luego lo rechaza. Produce, y hasta la nueva estación no florece, y

cuando florece es para reproducirseObservad a los animales. Todos. ¿Habéis visto alguna vez a un macho y a una hembra ir el uno hacia el otro para estéril

abrazo y lascivo comercio? No. Desde cerca o desde lejos, volando, arrastrándose, saltando o corriendo, van, llegada la hora, al

rito fecundativo, y no se substraen a él deteniéndose en el goce, sino que van más allá de éste, van a las consecuencias serias y

santas de la prole, única finalidad que en el hombre, semidiós por el origen de gracia, de esa Gracia que Yo he devuelto

completa, debería hacer aceptar la animalidad del acto, necesario desde que descendisteis un grado hacia los brutos.

Vosotros no hacéis como las plantas y los animales. Vosotros habéis tenido como maestro a Satanás, lo habéis querido

y lo queréis como maestro. Y las obras que realizáis son dignas del maestro que habéis querido. Mas si hubieseis sido fieles a

Dios, habríais recibido la alegría de los hijos santamente, sin dolor, sin extenuaros en cópulas obscenas, indignas, ignoradas

incluso por las bestias, las bestias sin alma racional y espiritual.

Dios quiso oponer, frente al hombre y a la mujer pervertidos por Satanás, al Hombre nacido de una Mujer

suprasublimada por Dios hasta el punto de generar sin haber conocido varón: Flor que genera Flor sin necesidad de semilla; sólo

por el beso del Sol en el cáliz inviolado de la Azucena-María.

¡La revancha de Dios!...

Echa resoplidos de odio, Satanás, mientras Ella nace. ¡Esta Párvula te ha vencido! Antes de que fueras el Rebelde, el

Tortuoso, el Corruptor, eras ya el Vencido, y Ella es tu Vencedora. Mil ejércitos en formación nada pueden contra tu potencia,

ceden las armas de los hombres contra tus escamas, ¡oh, Perenne!, y no hay viento capaz de llevarse el hedor de tu hálito. Y sin

embargo este calcañar de recién nacida, tan rosa que parece el interior de una camelia rosada, tan liso y suave que comparada

con él la seda es áspera, tan pequeño que podría caber en el cáliz de un tulipán y hacerse un zapatito de ese raso vegetal, he

aquí que te comprime sin miedo, te confina en tu caverna. Y su vagido te pone en fuga, a ti que no tienes miedo de los ejércitos;

y su aliento libera al mundo de tu hedor. Estás derrotado. Su nombre, su mirada, su pureza son lanza, rayo, losa que te

traspasan, que te abaten, que te encierran en tu madriguera de Infierno, ¡oh, Maldito, que le has arrebatado a Dios la alegría de

ser Padre de todos los hombres creados!

Se demuestra inútil ahora el haber corrompido a quienes habían sido creados inocentes, conduciéndolos a conocer y a

concebir por caminos sinuosos de lujuria, privándole a Dios, en su criatura dilecta, de ser Él quien distribuyera magnánimamente

los hijos según reglas que, si hubieran sido respetadas, habrían mantenido en la tierra un equilibrio entre los sexos y las razas

que hubiera podido evitar guerras entre los hombres y desgracias en las familias.

Obedeciendo, habrían conocido también el amor. Es más, sólo obedeciendo lo habrían conocido y lo habrían poseído.

Una posesión llena y tranquila de esta emanación de Dios, que de lo sobrenatural desciende hacia lo inferior, para que la carne

también se goce santamente en ella, la carne que está unida al espíritu y que ha sido creada por el Mismo que le creó el espíritu.

¿Ahora, ¡oh, hombres!, vuestro amor, vuestros amores, qué son? O libídine vestida de amor o miedo incurable de

perder el amor del cónyuge por libídine suya y de otros. Desde que la libídine está en el mundo, ya nunca os sentís seguros de la

posesión del corazón del esposo o de la esposa; y tembláis y lloráis y enloquecéis de celos, asesináis a veces para vengar una

traición, os desesperáis otras veces u os volvéis abúlicos o dementes.

Eso es lo que has hecho, Satanás, a los hijos de Dios. Estos que tú has corrompido habrían conocido la dicha de tener

hijos sin padecer dolor, la dicha de nacer y no tener miedo a morir. Mas ahora has sido derrotado en una Mujer y por la Mujer.

De ahora en adelante quien la ame volverá a ser de Dios, venciendo a tus tentaciones para poder mirar a su inmaculada pureza.

De ahora en adelante, no pudiendo concebir sin dolor, las madres la tendrán a Ella como consuelo. De ahora en adelante será

guía para las esposas y madre para los moribundos, por lo que dulce será el morir sobre ese seno que es escudo contra ti,

Maldito, y contra el juicio de Dios.

María, (se dirige aquí a María Valtorta) pequeña voz, has visto el nacimiento del Hijo de la Virgen y el nacimiento de la

Virgen al Cielo. Has visto, por tanto, que los sin culpa desconocen la pena del dar a luz y la pena del morir. Y, si a la

superinocente Madre de Dios le fue reservada la perfección de los dones celestes, igualmente, si todos hubieran conservado la

inocencia y hubieran permanecido como hijos de Dios en los Primeros, habrían recibido el generar sin dolores (como era justo

por haber sabido unirse y concebir sin lujuria) y el morir sin aflicción.

La sublime revancha de Dios contra la venganza de Satanás ha consistido en llevar la perfección de la dilecta criatura a

una superperfección que anulara, al menos en una, cualquier vestigio de humanidad susceptible de recibir el veneno de Satanás,

por lo cual el Hijo vendría no de casto abrazo de hombre sino de un abrazo divino que, en el éxtasis del Fuego, arrebola el

espíritu.

¡La Virginidad de la Virgen!...

Ven. Medita en esta virginidad profunda que produce al contemplarla vértigos de abismo! ¿Qué es, comparada con ella,

la pobre virginidad forzada de la mujer con la que ningún hombre se ha desposado? Menos que nada. ¿Y la virginidad de la

mujer que quiso ser virgen para ser de Dios, pero sabe serlo sólo en el cuerpo y no en el espíritu, en el cual deja entrar muchos

pensamientos de otro tipo, y acaricia y acepta caricias de pensamientos humanos? Empieza a ser una sombra de virginidad. Pero

bien poco aún. ¿Qué es la virginidad de una religiosa de clausura que vive sólo de Dios? Mucho. Pero nunca es perfecta

virginidad comparada con la de mi Madre.

Hasta en el más santo ha habido al menos un contubernio: el de origen, entre el espíritu y la Culpa, esa unión que sólo

el Bautismo disuelve. La disuelve, sí, pero, como en el caso de una mujer separada de su marido por la muerte, no devuelve la

virginidad total como era la de los Primeros antes del pecado. Una cicatriz queda, y duele, recordando así su presencia, cicatriz

que puede siempre en cualquier momento traducirse de nuevo en una llaga, como ciertas enfermedades agudizadas

periódicamente por sus virus. En la Virgen no existe esta señal de un disuelto ligamen con la Culpa. Su alma aparece bella e

intacta como cuando el Padre la pensó reuniendo en Ella todas las gracias.Es la Virgen. Es la Única. Es la Perfecta. Es la Completa. Pensada así. Engendrada así. Que ha permanecido así. Coronada

así. Eternamente así. Es la Virgen. Es el abismo de la intangibilidad, de la pureza, de la gracia que se pierde en el Abismo de que

procede, es decir, en Dios, Intangibilidad, Pureza, Gracia perfectísimas.

Así se ha desquitado el Dios Trino y Uno: Él ha alzado contra la profanación de las criaturas esta Estrella de perfección;

contra la curiosidad malsana, esta Mujer Reservada que sólo se siente satisfecha amando a Dios; contra la ciencia del mal, esta

Sublime Ignorante. Ignorante no sólo en lo que toca al amor degradado, o al amor que Dios había dado a los cónyuges, sino más

todavía: en Ella se trata de ignorancia del fomes, herencia del Pecado. En Ella sólo se da la gélida e incandescente sabiduría del

Amor divino. Fuego que encoraza de hielo la carne para que sea espejo transparente en el altar en que un Dios se desposa con

una Virgen, y no por ello se rebaja, porque su perfección envuelve a Aquella que, como conviene a una esposa, es sólo inferior

en un grado al Esposo, sujeta a Él por ser Mujer, pero, como Él, sin mancha».


Fuente; capitulo 5 de los cuadernos de Marìa Valtorta.

domingo, 3 de julio de 2022

LA VIRGEN MARÌA- LA REINA DE LA DIVINA VOLUNTAD- NUESTRA MADRE VERDADERA ESPIRITUAL

                                                               3 de septiembre

Dice Jesús:

«Bienaventurados los labios y los pueblos en los que se pronuncia: "Dios te salve, María".

Salve: yo te saludo. El más pequeño al mayor, el niño al padre, el inferior al superior,

están obligados, en la ley de educación humana, a decir a menudo un saludo respetuoso,

debido, amoroso, según los casos. Mi hermano no debe negar este acto de amor reverencial

a la Madre perfecta que tenemos en el Cielo.

Dios te salve, María. Es un saludo que limpia los labios y el corazón porque ¡no se pueden

decir esas palabras, con atención y sentimiento, sin sentirse ser un poco mejores! Es como el

acercarse a una fuente de luz angélica o a un oasis hecho de lirios en flor.

Salve, la palabra del ángel que se os concede para saludar a Aquella que saludan con

amor las Tres Personas eternas, la invocación que salva, tenedla siempre mucho en los

labios. Pero no como un movimiento automático del que se excluya al alma, sino más bien

como movimiento del espíritu que se inclina ante la realeza de María y se abre hacia su

corazón de Madre.

Si supierais decir con verdadero espíritu estas palabras, incluso sólo estas dos palabras,

seríais más buenos, más puros, más caritativos. Porque entonces los ojos de vuestro espíritu

175estarían fijos en María y su santidad os entraría en el corazón a través de esa contemplación.

Si lo supierais decir nunca estaríais desolados. Porque Ella es la fuente de las gracias y de la

misericordia. Las puertas de la misericordia divina se abren ya no sólo con el impulso de la

mano de mi Madre, sino hasta con su simple mirada.

Vuelvo a decirlo: bienaventurados los labios y los pueblos en los que se pronuncia: Dios te

salve, María. Pero donde se pronuncia como se debe. Porque si es cierto que de Dios nadie

se burla, también lo es que a María no se le engaña.

Recordad siempre que Ella es la Hija del Padre, la Madre del Hijo, la Esposa del Espíritu

Santo, y que su fusión con la Trinidad es perfecta. Por eso Ella posee las potencias, las

inteligencias, las sabidurías de su Señor. Y las posee con plenitud absoluta.

Es inútil ir a María con el alma sucia de corrupción y de odio. Ella es vuestra Madre y sabe

curar vuestras heridas, pero quiere que en vosotros esté al menos el deseo de sanar de

ellas.

¿De qué sirve dirigirse a María, la Purísima, si dejando su altar, o acabando de pronunciar

su nombre, vais a cometer pecado de carne o a proferir palabras de blasfemia? ¿De qué

sirve dirigirse a María, la Piadosa, si inmediatamente después, más aún si al mismo tiempo,

tenéis en el corazón rencores y en los labios maldiciones hacia los hermanos? ¿Qué

salvación puede daros esta Salvadora, si vosotros destruís vuestra salvación con vuestra

voluntad perversa?

Todo es posible para la Misericordia de Dios y para la potencia de María, pero ¿para qué

arriesgar la vida eterna esperando obtener la buena voluntad del arrepentimiento en la hora

de la muerte? ¿No sería mejor, dado que no sabéis cuando será vuestra llamada a mis

puertas, ser verdaderos amigos de María durante toda la vida y tener así la garantía de la

salvación?

Porque, lo repito, la amistad con María es causa de perfección porque infunde y comunica

las virtudes de la Amiga elegida, que Dios no ha desdeñado y os ha concedido como corona

de la obra de redención de su Hijo. Yo, Cristo, os he salvado con el Dolor y la Sangre; Ella,

María, con el Dolor y con su llanto, y quisiera salvaros con su Amor y su sonrisa».


Fuente: Cuaderno del año 1943 de Marìa Valtorta. 

sábado, 2 de julio de 2022

NO CONOCEMOS A JESUS

 Dice Jesús:

«Antes de cerrar este ciclo hay que hablar de las dos resurrecciones.

La primera comienza en el momento en que el alma se separa del cuerpo y aparece ante

Mí en el juicio particular. Pero sólo es resurrección parcial. Más que resurrección se podría

decir: liberación del espíritu de la envoltura de la carne y espera del espíritu para reunirse

con la carne y reconstruir el templo vivo, creado por el Padre, el templo del hombre creado a

imagen y semejanza de Dios.

Una obra a la que le falta una parte está incompleta y es imperfecta. La obra hombre,

perfecta en su creación, está incompleta e imperfecta si no está unida en sus diversas

partes. Destinados al Reino luminoso o a la morada tenebrosa, los hombres deben estar en

éstos para siempre con su perfección de carne y espíritu.

Por esto se habla de la primera y de la segunda resurrección. Pero observa.

Quien ha matado su espíritu con vida terrena de pecado viene a Mí, en el juicio particular,

con un espíritu ya muerto. La resurrección final hará que su carne vuelva a coger el peso del

espíritu muerto para morir totalmente con él. Mientras que quien ha vencido a la carne en la

vida terrena viene a Mí, en el juicio particular, con un espíritu vivo que, entrando en el

Paraíso, aumenta su vivir.

También los purgantes son "vivos". Enfermos, pero vivos. Lograda la curación en la

expiación, entrarán en el lugar que es Vida. En la resurrección final su espíritu vivo de mi

Vida, a la que estarán indisolublemente unidos, volverá a tomar la carne para glorificarla y

vivir totalmente con ella así como Yo vivo con ella.

Por eso se habla de muerte primera y segunda, y, en consecuencia, de resurrección

primera y segunda. El hombre debe llegar por propia voluntad a esta posesión eterna de la

Luz -porque en el Paraíso poseéis a Dios, y Dios es Luz- , como por propia voluntad ha

querido perder la Luz y el Paraíso. Yo os doy las ayudas, pero la voluntad debe ser la

vuestra.

Yo soy fiel. Os he creado libres y libres os dejo. Y si pensáis cuánto es digno de

admiración este respeto de Dios por la voluntad libre del hombre, podéis entender cómo

sería vuestro deber no abusar de ello, utilizándola para el mal, y tener respeto,

reconocimiento y amor hacia el Señor, Dios vuestro.

A los que no han abusado, Yo digo: "Está preparada vuestra morada en el Cielo, y deseo

164ardientemente que estéis en mi Beatitud"».


Fiemte: 22 de agosto del año 1943 del cuaderno de Marìa Valtorta.

viernes, 1 de julio de 2022

NO CONOSEMOS A JESUS

El Primogenito y su segunda Venida


 16 de agosto

Dice Jesús:

«Soy el "Primogénito de entre los muertos" según el orden humano y divino.

Primogénito según el orden humano porque hijo, por parte de madre, de Adán, soy el

primer generado, de la estirpe de Adán, que he nacido como habrían debido nacer todos los

hijos de los creados por mi Padre.

No abras tanto los ojos. María ha nacido por voluntad de Dios sin mancha y esta

preservación ha sido querida justamente para preparar mi venida. Pero sin un especial

querer, María, nacida de hombre y mujer unidos según la ley de la naturaleza, no habría sido

distinta de todas las demás criaturas venidas de la raíz contaminada de Adán. Habría sido

82

El 5 de junio

148una gran 'justa", como muchos y muchas otras del tiempo antiguo, pero nada más. La

Gracia, Vida del alma, habría sido destruida en Ella por el pecado original.

Soy Yo quien ha vencido a la muerte y a la Muerte. Yo que he vuelto a llamar a la Vida a

los muertos del Limbo. Dormían. Como Lázaro, cuya resurrección simboliza ésta más

verdadera. Yo les he llamado. Y han resucitado. Yo, nacido de mujer hija de Adán, pero sin

pecado original, o sea como hubieran debido ser todos los hijos de Adán, soy por ello el

Primogénito, según el orden natural, de Adán, nacido vivo en medio a los generados muertos

de Adán.

Soy el "Primogénito" según el orden divino porque soy el Hijo del Padre, el Generado, no

el creado, por Él.

Generar quiere decir producir una vida. Crear quiere decir formar. Yo puedo crear una

nueva flor. El artista puede crear una nueva obra. Pero sólo un padre y una madre pueden

generar una vida.

Soy por lo tanto el "Primogénito" porque, nacido de Dios, estoy a la cabeza de todos los

nacidos (según la gracia) de Dios.

Cuando con mi Muerte he sacudido las puertas del más allá y he sacado a los durmientes

a la primera resurrección, he abierto también las cerradas de los lagos místicos en cuyo

lavado se limpia el signo que mata, muere la Muerte del espíritu, la verdadera Muerte, y nace

la Vida del espíritu, la verdadera Vida.

Soy en fin el "Primogénito" de entre los muertos porque mi Carne fue la primera en entrar

en el Cielo, donde entrarán en la Resurrección última las carnes de los santos cuyos

espíritus esperan en la Luz la glorificación de su yo completo, como es justo que sea porque

se santificaron a sí mismos venciendo a la carne y martirizándola para llevarla a la victoria,

como es justo que sea porque los discípulos son semejantes al Maestro, por amoroso querer

del Maestro, y Yo, vuestro Maestro, he entrado en la Gloria con mi Carne que fue martirizada

para la gloria de Dios.

Más adelante te hablaré de las dos resurrecciones, vistas siempre por vosotros con

referencias humanas, mientras deben verse con visión espiritual.

Mi Primogenitura divina y humana me da, en consecuencia, derechos soberanos, porque

siempre es el primogénito de un rey quien hereda la corona. ¿Y qué rey más Rey que mi

Padre?

Rey eterno cuyo reino no tiene principio ni fin y contra el cual ningún enemigo tiene poder.

Rey único sin rivales que me eleva al generarme a su misma soberanía porque Yo soy Uno

con el Padre, consustancial a Él, inseparable de Él, parte viva, activa, perfecta de Él. Rey

santo, santo, santo de una Perfección tal que no es imaginable por mente humana.

Resplandece en el Cielo, sobre la tierra y sobre los abismos, se extiende sobre los montes,

reviste de Sí cuanto existe, la santidad gloriosa de mi Padre, santidad que Nosotros ado-

ramos porque es aquélla de la cual estamos generados y de la que procedemos.

Gloria, gloria, gloria al Padre, María, gloria siempre porque de Él viene todo bien y el

primer Bien soy Yo, tu Salvador.

Mi reino no es de esta tierra, según cuanto quiere decir reinar sobre la tierra. Pero es

Reino de la tierra. Porque Yo tendré reino sobre la tierra. Reino evidente y verdadero, no sólo

espiritual cual es ahora y de pocos. Llegará la hora en que seré único y verdadero Rey de

esta tierra que he comprado con mi Sangre, de la cual he sido creado Rey por mi Padre con

todo poder sobre ella. ¿Cuándo vendré? ¿Qué es la hora respecto a la eternidad? Y ¿qué te

importará la hora cuando estés en la eternidad?

Vendré. No tendré nueva carne porque tengo ya una perfecta. Evangelizaré, no como

evangelicé, sino con fuerza nueva, porque entonces los buenos serán no humanamente

149buenos como lo eran los discípulos de mi primera venida, sino serán espiritualmente buenos,

y los malvados serán espiritualmente malvados, satánicamente malvados, perfectamente

malvados. Por ello la forma será conforme a las circunstancias, porque si usara la forma de

hace 20 siglos estaría superada, por los perfectos en el bien, y sería ofrecer ocasión a los

satánicos de realizar una ofensa que no está permitida hacer al Verbo glorificado. Como una

red de malla fina arrastraré detrás de mi Luz a los llegados a la sutileza espiritual, pero los

pesados, por la unión de la carne con Satanás, los Muertos del espíritu que la podredumbre

del alma tiene clavados en el fango, no entrarán en mi Luz y terminarán de corromperse en la

unión con el Mal y con la Tiniebla.

Por ahora preparo el tiempo futuro usando singularmente la Palabra que desciende de los

cielos y da luz a las almas preparadas para recibirla. Hago de vosotros los radiotelefonistas

atentos a oír la enseñanza que es perfecta y que ya había dado y que no cambio, porque

Una es la Verdad, pero que ha sido olvidada o falsificada, demasiado olvidada y demasiado

falsificada porque era cómodo olvidarla y falsificarla.

Hago esto porque tengo piedad de la Humanidad que muere sin el pan del espíritu. Como

me he dado a Mí por pan de vuestra alma, así ahora entrego mi Palabra para pan de vuestro

espíritu. Y repito: ''Bienaventurados aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ob-

servan"» .

Noche

Dice Jesús:

«He dicho que mi nueva venida tendrá forma y fuerza nueva conforme a las circunstancias

y te he explicado cómo serán entonces los hombres. El tiempo del espíritu debe venir.

El hombre ha partido de una tiniebla profunda y de un enorme peso de fango, después de

haber perdido la Luz divina por su propia voluntad, obedeciendo a la seducción enemiga

cuyo verdadero ser se simboliza en el fruto que enseña el Bien y el Mal, o sea que ha reve-

lado al hombre cuanto por su bien Dios había escondido a la materia, a la mente, al corazón.

¡Habríais sido tan puros, tan pacíficos, tan honestos, tan píos si no hubierais mordido la triple

concupiscencia que es dulce en la boca, pero amarga en el espíritu más que el vinagre y la

hiel que me fue dado sobre la Cruz!

Caído de la morada paradisíaca sobre la tierra, aplastado por la revelación de su carne

profanada por la lujuria, torturado por el remordimiento de haber causado su mal, angustiado

por la persuasión de haber suscitado la ira punitiva de Dios Creador, el hombre no era más

que un pobre ser animal en el que se debatían y fermentaban todas las fuerzas inferiores.

Ya te he llamado la atención 83 sobre la diferencia de los preceptos dados a Moisés

respecto de los míos, preceptos necesarios, en su chocante crudeza, para frenar las

tendencias del hombre, pedazo de carne apenas infuso con un movimiento anímico dado por

un alma herida a muerte y desfallecida en un coma espiritual. El recuerdo de la Luz perdida,

viviendo en lo profundo del alma, empujaba los pasos 84 a la luz. Un camino muy fatigoso

porque la materia pesa más que el espíritu y arrastra hacia abajo. De vez en cuando la

Bondad del Eterno daba a la humanidad "faros" para la travesía tempestuosa hacia la Luz

verdadera. Los patriarcas y los profetas: he ahí los faros de la humanidad en búsqueda del

puerto de la luz.

Después ha venido Aquel que Juan, el Amado, llama "la Luz verdadera que ilumina a todo

hombre".

83

84

En el dictado del 9 de julio

Pasos es lectura incierta en italiano; podría leerse también padres

150Yo he venido Luz del mundo y Verbo del Padre y os he traído de nuevo la Paz con el

Padre, el abrazo que os hace volver a ser hijos del Altísimo.

Yo soy quien ha encendido de nuevo la vida desfalleciente de vuestro espíritu.

Yo soy quien os ha enseñado la necesidad de nacer en el espíritu.

Yo soy quien ha recogido en mi Persona toda la Luz, la Sabiduría, el Amor de la Trinidad y

os la he traído.

Yo soy quien con mi sacrificio he anudado la cadena, donde se había roto, soldándoos

nuevamente al Padre y al Espíritu de Verdad.

Yo soy quien, haciendo palanca de mi patíbulo, he levantado vuestro espíritu yaciente en

el fango y le he dado un potente impulso para proceder hacia la Luz de Dios, hacia Mí mismo

que os espero en el Cielo.

Pero pocos en el mundo y en los siglos han disfrutado de ello porque el mundo ha

preferido siempre más las tinieblas a la Luz. Yo con mi muerte atroz os he obtenido la venida

del Espíritu perfecto; pero, a lo largo de los siglos, la humanidad lo ha rechazado cada vez

más, como me ha rechazado a Mí, como ha rechazado al Padre.

Ha sucedido como con un licor que se depura, que lo que pesa ha precipitado en el fondo y

las partes puras han flotado. Así ha sucedido con el hombre a lo largo de los siglos. Quien ha

querido permanecer carne y sangre ha precipitado cada vez más bajo, mientras que los que,

aristocracia de mi grey, han querido vivir en el espíritu se han hecho cada vez más

espirituales. En medio, los tibios sin nombre. Son dos movimientos opuestos de la masa. Una

parte, y desgraciadamente es la más amplia, absorbe cada vez más a Satanás y desciende

bajo el nivel de los animales. La otra parte, la pequeña, absorbe cada vez más a Cristo,

nutriéndose de su Palabra, que no calla desde hace 20 siglos, y se hace cada vez más capaz

de comprender el Espíritu.

Cuando Yo uso medios especiales es para acelerar, porque los tiempos aprietan, la

plenitud de la instrucción de la Palabra y la plenitud de la formación espiritual de los

discípulos verdaderos, de los súbditos verdaderos del Rey Jesucristo. No Rey de los judíos,

como irónicamente dijo y escribió un hombre débil que se creía fuerte de un pobre poder,

sino Rey del Mundo antes del juicio del mundo.

El hombre, avanzando hacia la última hora, debe alcanzar la espiritualidad. Pero

compréndeme. Dios es espíritu, Satanás es espíritu. El primero es Espíritu de Perfección. El

segundo es espíritu de pecado. La masa, dividida en dos por voluntad propia, que Dios res-

peta, sigue cada una la parte elegida. Los hijos del Altísimo y hermanos míos eligen la parte

de Dios y por amor nuestro espiritualizan la carne. Los siervos de Satanás e hijos de la

Bestia, la parte de Lucifer, y por esclavitud querida por ellos mismos matan el espíritu bajo la

carnalidad, hacen de su espíritu una carne y una sangre corrompidas y repugnantes.

Cuando reine sobre y en los espíritus llegados a aquella madurez que ahora es de

algunos y que entonces será de toda la masa de los cristianos verdaderos, Yo me dirigiré a

esta parte solamente, perfeccionándola con la última instrucción, con una nueva

evangelización, distinta no en el sentido, que no puede cambiar, sino en la fuerza que

entonces podrán entender y que hoy no entenderían. Prueba de ello sea que debo elegir

criaturas especiales dignas de tanto por esfuerzo propio o hechas dignas por milagro de

amor.

Hace veinte siglos que hablé a todos. Cuando llegue el tiempo hablaré sólo a éstos,

convencido de la inutilidad de hablar a los demás. Comenzará así la selección de los

separados de los réprobos.

Tú, pobre María, eres de estas almas hechas dignas por voluntad mía. Sólo tienes una

cosa buena: la buena voluntad de amor. Pero es la que me basta. Sobre ella puedo poner mi

151cátedra de Maestro para hacer de la pequeña alma un pedestal, para decir, volver a decir, y

decir aún, las palabras de amor y de invitación al Amor, que guía y salva.

Vendré con mi Carne glorificada

He despertado tu curiosidad diciendo esto. No serías mujer si no fueras curiosa. Pero Yo

digo lo que creo útil decir para vuestro bien y no lo que sería pasto de vuestra curiosidad

inútil. Si amo ser Maestro sé elegir entre la Verdad aquellas verdades que os son útiles

conocer y basta.

Conténtate por ello con saber que es justo que en el Reino del espíritu, cuyos súbditos

habrán espiritualizado la carne, sea Rey Aquel que revistió su Espíritu perfecto de carne para

redimir a toda carne y santificada, y santificó la suya con una doble santidad, porque es

carne inocente, perfectamente inocente, y carne inmolada en el sacrificio de amor.

Vendré, con mi Carne glorificada, a reunir a las criaturas para la última batalla contra el

Enemigo, juzgaré con mi aspecto resplandeciente de Carne glorificada a los cuerpos de los

resucitados para el extremo juicio, volveré para siempre al Cielo, después de haber con-

denado a la muerte eterna las carnes que no quisieron hacerse espíritus; y volveré Rey

fúlgido de un pueblo fúlgido en el que la obra del Padre, del Hijo, del Espíritu, será glorificada

con la creación del perfecto cuerpo humano tal cual el Padre lo hizo en Adán, bello de

indescriptible belleza, con la redención de la semilla de Adán por obra del Hijo, con la

santificación obrada por el Espíritu».

17 de agosto

Dice Jesús:

«Cuando Yo hago decir por boca del Amado que "también los que me traspasaron" me

verán, no pretendo hacer alusión a los que me traspasaron hace ahora 20 siglos.

Cuando Yo venga habrá llegado el tiempo del triunfo de mi Reino. Te he explicado 85 cómo

será el Reino y cómo serán sus súbditos. Será el tiempo del testimonio del espíritu, parte

divina encerrada en. vosotros y que os da la imagen y semejanza con Dios. Siendo así,

serán las partes espirituales las que estarán en causa ante las decisiones de juicio que

separa a los malditos de los benditos. Y en los malditos estarán los que con su espíritu

sacrílego, que ha buscado a la Bestia, adorado a la Bestia y prostituído con la Bestia, han

traspasado, a lo largo de los siglos, el espíritu divino del Hijo de Dios después de haber,

mediante los jefes de la serie maldita, traspasado las carnes del Hijo del Hombre.

Hijo del Hombre. ¿Has reflexionado alguna vez en que en esta palabra está la verdad

explicada ayer? Yo soy, por línea humana, el Hijo (primogénito) de Adán.

La hilera de los que me traspasan es numerosa como arena sobre la playa del mar. No se

cuentan sus granitos.

Todos los delitos, todos los pecados cometidos contra Mí, ahora ya inviolable para el

sufrimiento humano, pero susceptible aún a las ofensas causadas a mi Espíritu, están

señalados en los libros que recuerdan las obras de los hombres.

Todas las traiciones después de mis beneficios, todas las abjuraciones, todas las

negaciones y los pecados contra la Verdad, traída por Mí, todos los pecados contra el

Espíritu Santo que ha hablado por mi boca y que por mérito mío ha venido a iluminar la

palabra del Verbo, todas estas heridas hechas a lo largo de los siglos por la raza que Yo

quise salvar a pesar de saberla tan reacia al Bien, estarán presentes en el interior de los

espíritus reunidos, los cuales, en la Luz fulgurante de mi refulgir, reconocerán lo que hicieron

85

En el dictado del 16 de agosto

152con su obstinada voluntad de impugnar cuanto fue dicho y hecho por Uno que no podía

mentir, ni hacer obras inútiles según la ley divina de amor.

Los negadores del Amor son los que me han traspasado y conmigo han herido a Aquel

que me ha generado y a Aquel que procede de nuestro amor de Padre e Hijo; Todo juicio es

remitido al Hijo, pero el Hijo juzgará también las culpas cometidas contra el Padre y el

Espíritu.

El portador de Vida, el Viviente eterno y el eterno Inmolado que el mundo quiso muerto,

matado como se mata al delincuente que daña -mientras que Yo era el Santo que

perdonaba, el Bueno que hacía el bien, el Poderoso que curaba, el Sabio que instruía- es

Aquel que abrirá las puertas a la Muerte verdadera e introducirá en ella los cuerpos y las

almas de sus homicidas. El portador de la Vida que se vive en el Cielo cerrará las puertas del

Infierno sobre el número intocable de los malditos, los cuales han preferido la Muerte a la

Vida.

Yo lo haré, porque Yo, Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador y Señor vuestro, Juez eterno,

tengo las llaves de la Muerte y del Infierno».


Fuente: Cuaderno del año 1943 de Marìa Valtorta.