miércoles, 25 de marzo de 2015

EL RECHAZO DE DIOS


EL RECHAZO DE DIOS

— Hijo, levántate y escribe de rodillas:
“Dos hechos centran en sí toda la historia del género humano.
El primero es la Creación del hombre y su rechazo de Dios.
Este rechazo de Dios constituye una catástrofe espantosa de gravedad gigantesca cuyas consecuencias destructivas se perpetuarán en los siglos hasta el fin de los tiempos.
Los hombres instigados por las oscuras y misteriosas potencias del infierno, materialistas como son, no tienen ya la percepción de esta enorme tragedia que ha desbaratado la naturaleza humana hiriéndola mortalmente, debilitándola y privándola de los dones maravillosos con los que fue creada.
Los hombres ya no tienen conciencia de la inmensa tragedia de la que son objeto y víctimas, y en la que están envueltos personal y socialmente.
Guerras y revoluciones, epidemias, inundaciones y terremotos, cataclismos, dolores, sufrimientos tienen ahí su origen y ¿qué son las particulares y terrenas vicisitudes humanas frente a esta tragedia por la que la humanidad entera estaba eternamente perdida?
El otro acontecimiento, que también centra en él toda la historia del género humano es el Misterio de la Encarnación, Muerte y Resurrección del Verbo.
Obra de la Trinidad Divina, querida por la misma Trinidad como respuesta eficaz con miras a limitar y circunscribir la obra devastadora de Satanás y como contra - medida para el rescate de la humanidad y para liberarla de la tiranía del Maligno.
Sólo Dios podía realizar una obra de redención semejante.
La monstruosidad de esta generación perversa está en ignorar y querer ignorar el portentoso Misterio de salvación, a través del cual es también visible el Amor infinito de Dios por la humanidad.
¿Podía, hijo mío, dar un testimonio más grande para la salvación de los hombres que el provisto con mi Encarnación, Muerte y Resurrección?
¿Podía dar un testimonio más grande que la perpetuación del Misterio de la Cruz mediante el Sacrificio de la Santa Misa?
¿Puede haber un hecho comparable a éste en todas las historias de los pueblos de la tierra?
¿Pruebas para creer? ¡No las buscan! De ellas he dado tantas. ¿Milagros Eucarísticos? Pero ¡cuántos de ellos he realizado en tiempos remotos y en tiempos actuales!
Hijo mío, no quieren creer, tienen miedo de tener que creer.

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