jueves, 25 de agosto de 2011

VIENTOS DE CAMBIO: María Simma y las almas del Purgatorio

VIENTOS DE CAMBIO: María Simma y las almas del Purgatorio: Sor Emmanuel tuvo la oportunidad de entrevistar a María Simma, una mujer que tenía el carisma especial de tener un trato familiar y asiduo...

María Simma y las almas del Purgatorio

Sor Emmanuel tuvo la oportunidad de entrevistar a María Simma, una mujer que tenía el carisma especial de tener un trato familiar y asiduo con la almas del Purgatorio. Dejamos a la religiosa que nos presente la entrevista:
Este tema alguna vez lo toque en un foro Católico, lo repito porque es muy importante. Muchas personas niegan la existencia del purgatorio, y Dios quiso dejarnos el mensaje a través de una mujer santa que el purgatorio existe, que hay almas benditas ahí que necesitan de nuestras oraciones. Y ¿por qué benditas?  Porque se están purificando para llegar a Dios, y por sus meritos no merecieron el castigo del infierno.
   Les presento una entrevista a María Simma, una mujer como nosotros pero con una fe increíble en Dios a quien se le aparecía las almas del purgatorio para pedirle que rezara por ellas.
Entrevista.

María Simma

(Los comentarios y las preguntas son realizados por Sor Emanuel a María Simma) Solo ofrecemos, por razón de espacio, algunas de ellas.



Sor Emanuel: Henos aquí, María, ¿puedes contarnos ahora cómo fuiste visitada, la primera vez, por un alma del Purgatorio?

María Simma: Sí, fue en el año 1940, de noche, a las 3 o 4 de la madrugada. Oí a alguno que iba y venía en mi cuarto. Esto me despertó. Miré para ver quien pudiese haber entrado en mi cuarto.
Al día siguiente, después de misa, fui a ver a mi director espiritual y le conté lo sucedido. El me dijo "Si todo eso recomienza, no preguntes: "¿Quien eres?, sino, ¿“Qué quieres de mí?".
La noche siguiente el hombre regresó. Era el mismo, y yo le pregunté: "¿Qué quieres de mí?". Me respondió: "Haz celebrar tres misas por mí y yo seré liberado". Entonces comprendí que era un alma del Purgatorio. Mi padre espiritual me lo confirmó. Me aconsejó de no rechazar jamás a las almas del Purgatorio, y de acoger con generosidad sus pedidos.

- Y después, ¿continuaron las visitas?

- Sí, durante algunos años venían tres o cuatro almas solamente, sobre todo en el mes de noviembre. Luego no vinieron más.

- ¿Y qué te piden estas almas?

- Muchas veces piden de hacer celebrar misas y de asistir a esas misas; piden de recitar Rosarios, y también de hacer el Vía Crucis.

- Pero, María, ¿por qué se va al Purgatorio? ¿Cuáles son los pecados que conducen con frecuencia a las almas al Purgatorio?

- Son los pecados contra la caridad, contra el amor hacia el prójimo, la dureza del corazón, la hostilidad, la calumnia; sí, todas estas cosas. Sé que la maldición y la calumnia se cuentan entre las culpas más graves que necesitan una larga purificación.

Al respecto María nos reveló un testimonio que nos hace reflexionar. Es la historia de una persona que ella conocía muy bien. Esta persona había muerto. Era una mujer y se encontraba en el Purgatorio, padeciendo sufrimientos atroces. Y cuando esa alma visitó a María, ella le preguntó el porqué; y el porqué era que ella tenía una amiga, sí, una amiga con la cual surgió una enemistad muy grande; y esa enemistad había sido causada por ella misma y, a pesar de todo, había conservado su rencor por años y años; y cuando su amiga, en varias circunstancias, había venido a pedirle de hacer las paces, de reconciliarse, ella la rechazaba; y cuando cayó gravemente enferma, había continuado a tener cerrado su corazón, a rechazar la paz que se le proponía; y hasta en el lecho de muerte, aquella amiga había venido a suplicarle de hacer las paces; pero aún en su lecho de muerte ella había rechazado reconciliarse. Por ese motivo se encontraba aún en un purgatorio muy doloroso, y por eso había venido a pedir ayuda a María.

Este testimonio sobre la gravedad de conservar el rencor es muy significativo. Por lo que se refiere a las palabras, nunca se dirá bastante acerca de cómo una palabra de crítica, una palabra malévola pueda realmente matar, y también cómo una buena palabra pueda curar.

- Entonces, María, ¿puedes decirnos quienes son los que tienen mayores posibilidades de ir directamente al Paraíso?

- Son aquellos que tienen un corazón bueno, un corazón bueno hacia todos. La caridad cubre una multitud de pecados.

- María, tú fuiste invitada, muchas veces, a sufrir por las almas del Purgatorio para liberarlas. ¡Puedes decirnos qué has vivido y probado en esos momentos!

- La primera vez un alma (era una mujer) me preguntó si quería sufrir tres horas, en mi cuerpo, por ella; y agregó que luego yo podría retomar mi trabajo. Yo me dije: "Si es sólo por tres horas, quiero aceptar". Esas tres horas me parecieron que durasen como tres días, tan terribles eran los sufrimientos. Pero, al final, miré el reloj y vi que habían pasado sólo tres horas. EI alma luego me dijo que, habiendo aceptado sufrir con amor esas tres horas, le había ahorrado veinte años de Purgatorio.

- María, ¿por qué, una vez llegados al Purgatorio, no se pueden adquirir méritos y, en cambio, mientras se está en la tierra siempre se los pueden adquirir?

- Porque en el momento de la muerte los méritos se terminan. Mientras uno vive en la tierra puede reparar el mal que ha cometido antes. Las almas del Purgatorio tienen una santa envidia por esta posibilidad nuestra. Hasta los Ángeles son celosos de nosotros, porque tenemos la posibilidad de "crecer" mientras estamos sobre la tierra. Pero muchas veces la aparición del sufrimiento en nuestra vida nos hace rebelar y tenemos dificultad en aceptarlo y vivirlo bien.

- Entonces, ¿cómo vivir el sufrimiento para que pueda dar frutos?

- Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios, y si se ofrecen bien, pueden ganar muchas almas.

- María, quisiera preguntarte en el momento de la muerte ¿se da un tiempo en el que el alma tiene la posibilidad de dirigirse a Dios antes de entrar en la eternidad, un tiempo, si se quiere, entre lo muerte aparente y la muerte real?

- Sí, el Señor da a cada alma algún instante para que se arrepienta de sus pecados y se decida si acepta o no acepta llegar a Dios. En ese breve tiempo se ve como en un fìlme la propia vida. Yo conocía a un hombre que creía en los preceptos de la Iglesia, pero no en la vida eterna; un día se enfermó gravemente y entró en coma. Entonces él se vio en una sala con una pizarra en la que estaban escritas todas sus acciones: tanto las buenas como las malas; luego la pizarra desapareció, también las paredes de aquella sala, y todo era infinitamente bello. Luego se despertó del coma y decidió cambiar de vida.

- María, ¿qué consejos darás a quien quisiera hacerse santo ya en esta tierra?

- Ser humildísimo. No debe ocuparse de sí mismo. Debe huir del orgullo, que es la trampa más peligrosa que tiende el Maligno.