Volumen 12:41
12-63
Octubre 3, 1918
Cómo la Justicia debe equilibrase.
(1) Estaba rogando al bendito Jesús que se aplacara, y en cuanto ha venido le he dicho:
“Amor mío, Jesús, cómo es feo vivir en estos tiempos, por todas partes se oyen lagrimas y se
ven dolores, el corazón me sangra y si tu Santo Querer no me sostuviera, seguro que no
podría vivir más, pero, ¡oh, cuánto me sería más dulce la muerte!” Y mi dulce Jesús me ha
dicho:
(2) “Hija mía, es mi justicia que debe equilibrarse, todo es equilibrio en Mí, por eso el flagelo
de la muerte toca a las almas con la marca de la gracia, tanto, que casi todos piden los últimos
sacramentos. El hombre ha llegado a tanto, que sólo cuando se ve tocado en su propia piel y
se siente deshacer, se estremece, tan es así, que los demás que no son tocados viven
despreocupados y continúan su vida de pecado. Es necesario que la muerte coseche, para
quitar tantas vidas que no hacen otra cosa que hacer nacer espinas bajo sus pasos, y esto en
todas las clases, seglares y religiosos. ¡Ah! Hija mía, son tiempos de paciencia, no te
alarmes, y reza para que todo redunde en gloria mía y para bien de todos”.
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12-64
Octubre 14, 1918
La verdadera paz viene de Dios. El más
grande castigo es el triunfo de los malvados.
(1) Continuando mi habitual estado lleno de amarguras y de privaciones, mi dulce Jesús en
cuanto ha venido me ha dicho:
(2) “Hija mía, los gobiernos se sienten faltar el piso bajo sus pies, Yo usaré todos los medios
para rendirlos, para hacerlos reentrar en ellos mismos y hacerles conocer que sólo de Mí
pueden esperar verdadera y duradera paz; ahora humillo a uno y ahora al otro, ahora los hago
volverse amigos y ahora enemigos, haré de todo para rendirlos, les haré faltar los brazos, haré
cosas inesperadas e imprevistas para confundirlos y hacerles comprender la inestabilidad de
las cosas humanas y de ellos mismos, para hacerlos comprender que sólo Dios es el Ser
estable de quien pueden esperar todo bien, y que si quieren justicia y paz, deben venir a la
fuente de la verdadera justicia y de la verdadera paz, de otra manera no concluirán nada,
continuarán debatiéndose, y si parecerá que congenian, no será duradero, y comenzarán
después más fuerte las contiendas. Hija mía, para como están las cosas sólo mi dedo
omnipotente puede ajustarlas, y a su tiempo lo pondré, pero grandes pruebas se necesitan y
habrán en el mundo, por eso se necesita gran paciencia”.
(3) Después ha agregado con un acento más conmovedor y doloroso:
(4) “Hija mía, el más grande castigo es el triunfo de los perversos, aun se necesitan
purificaciones, y los malos con su triunfo purificarán mi Iglesia, pero después los trituraré y los
esparciré como polvo al viento, por eso no te impresiones por los triunfos que oyes, sino llora
Conmigo por su triste suerte”.
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