martes, 24 de agosto de 2021

La verdadera Paz viene de Dios. El más grande castigo es el triunfo de los malvados

 Volumen 12:41

12-63

Octubre 3, 1918

Cómo la Justicia debe equilibrase.

(1) Estaba rogando al bendito Jesús que se aplacara, y en cuanto ha venido le he dicho: 

“Amor mío, Jesús, cómo es feo vivir en estos tiempos, por todas partes se oyen lagrimas y se 

ven dolores, el corazón me sangra y si tu Santo Querer no me sostuviera, seguro que no 

podría vivir más, pero, ¡oh, cuánto me sería más dulce la muerte!” Y mi dulce Jesús me ha 

dicho:

(2) “Hija mía, es mi justicia que debe equilibrarse, todo es equilibrio en Mí, por eso el flagelo 

de la muerte toca a las almas con la marca de la gracia, tanto, que casi todos piden los últimos 

sacramentos. El hombre ha llegado a tanto, que sólo cuando se ve tocado en su propia piel y 

se siente deshacer, se estremece, tan es así, que los demás que no son tocados viven 

despreocupados y continúan su vida de pecado. Es necesario que la muerte coseche, para 

quitar tantas vidas que no hacen otra cosa que hacer nacer espinas bajo sus pasos, y esto en 

todas las clases, seglares y religiosos. ¡Ah! Hija mía, son tiempos de paciencia, no te 

alarmes, y reza para que todo redunde en gloria mía y para bien de todos”.

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12-64

Octubre 14, 1918

La verdadera paz viene de Dios. El más

grande castigo es el triunfo de los malvados.

(1) Continuando mi habitual estado lleno de amarguras y de privaciones, mi dulce Jesús en 

cuanto ha venido me ha dicho:

(2) “Hija mía, los gobiernos se sienten faltar el piso bajo sus pies, Yo usaré todos los medios 

para rendirlos, para hacerlos reentrar en ellos mismos y hacerles conocer que sólo de Mí 

pueden esperar verdadera y duradera paz; ahora humillo a uno y ahora al otro, ahora los hago 

volverse amigos y ahora enemigos, haré de todo para rendirlos, les haré faltar los brazos, haré 

cosas inesperadas e imprevistas para confundirlos y hacerles comprender la inestabilidad de 

las cosas humanas y de ellos mismos, para hacerlos comprender que sólo Dios es el Ser 

estable de quien pueden esperar todo bien, y que si quieren justicia y paz, deben venir a la 

fuente de la verdadera justicia y de la verdadera paz, de otra manera no concluirán nada, 

continuarán debatiéndose, y si parecerá que congenian, no será duradero, y comenzarán 

después más fuerte las contiendas. Hija mía, para como están las cosas sólo mi dedo 

omnipotente puede ajustarlas, y a su tiempo lo pondré, pero grandes pruebas se necesitan y 

habrán en el mundo, por eso se necesita gran paciencia”.

(3) Después ha agregado con un acento más conmovedor y doloroso:

(4) “Hija mía, el más grande castigo es el triunfo de los perversos, aun se necesitan 

purificaciones, y los malos con su triunfo purificarán mi Iglesia, pero después los trituraré y los 

esparciré como polvo al viento, por eso no te impresiones por los triunfos que oyes, sino llora 

Conmigo por su triste suerte”.

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