sábado, 16 de septiembre de 2023

El sábado en Corazín. Parábola sobre los corazones imposibles de labrar. Curación de una mujer encorvada.

 Yo he sido enviado a labrar los corazones en orden a la Verdad y la Salud. Han venido a mis manos corazones de hierro, plomo, estaño, alabastro, mármol, plata, oro, jaspe, piedras preciosas. Corazones duros, corazones toscos, corazones demasiado tiernos, corazones volubles, corazones endurecidos por las penas, corazones valiosísimos: todo tipo de corazones. Los he labrado a todos. Y a muchos los he modelado según el deseo de Aquel que me ha enviado. Algunos me han herido mientras los trabajaba, otros han preferido romperse antes que dejarse trabajar con toda profundidad. Pero, quizás con odio, conservarán siempre un recuerdo mío. Vosotros sois imposibles de labrar. Calor de amor, paciencia de instrucción, frío de reprensiones, fatiga de cincel... nada sirve con vosotros. Nada más retirar mis manos, volvéis a ser como erais. Tendríais que hacer una única cosa para ser cambiados: abandonaros totalmente en mí. No lo hacéis. No lo haréis nunca. El Trabajador, desconsolado, os abandona a vuestro destino. Pero, dado que es justo, no os abandona a todos igual. Desconsolado, sabe todavía elegir a los que merecen su amor, y los consuela y bendice.

-¡Mujer, ven aquí! - dice señalando a una mujer que está junto a la pared, tan encorvada que parece un signo de interrogación. La gente ve a dónde señala Jesús, pero no ve a la mujer, la cual por su conformación, no puede ver a Jesús ni tampoco su mano. -¡Ve Marta! Que te llama - le dicen varias personas. Y la pobrecita va renqueando con su bastón, que le llega a la altura de la cabeza. Ahora está delante de Jesús, que le dice: -Mujer, quédate con un recuerdo de mi paso y con un premio a tu fe silenciosa y humilde Queda liberada de tu enfermedad - grita al final, poniéndole las manos en la espalda. Y enseguida la mujer se alza y, derecha como una palma, levanta los brazos y grita: -¡Hosanna! ¡Me ha curado! Ha visto a su sierva fiel y la ha agraciado. ¡Sea alabado el Salvador y Rey de Israel! ¡Hosanna al Hijo de David! La gente responde con sus "¡hosanna!" a los de la mujer, la cual ahora está de rodillas a los pies de Jesús, besándole el borde de la túnica, mientras Él le dice: -Ve en paz y persevera en la fe. El arquisinagogo - deben quemarle todavía las palabras dichas por Jesús antes de la parábola - quiere responder con veneno a la reprensión, y, mientras la muchedumbre se abre para dejar pasar a la mujer curada milagrosamente, grita indignado: -¡Hay seis días para trabajar, seis días para pedir y dar! ¡Venid, pues, en esos días, tanto para pedir como para dar! ¡Venid a recobrar la salud en esos días, sin violar el sábado, pecadores e infieles, corrompidos y corruptores de la Ley! - y trata de empujar a todos fuera de la sinagoga, como para arrojar la profanación del lugar de oración. Pero Jesús, que lo ve ayudado en su acción por los cuatro notables de antes y por otros que están repartidos entre la muchedumbre (los cuales dan los signos más manifiestos de estar escandalizados, torturados por el... delito de Jesús), a su vez grita (mientras con los brazos recogidos sobre el pecho, severo, majestuoso, lo mira): -¡Hipócritas! ¿Quién de vosotros en este día no ha desatado el buey o el asno del pesebre y lo ha llevado a beber? ¿Y quién no ha llevado los haces de hierba a las ovejas del rebaño y no ha extraído la leche de las ubres llenas? ¿Y por qué, si tenéis seis días para hacerlo, lo habéis hecho también hoy, por unos pocos denarios de leche, o por miedo de perder el buey y el asno a causa de la sed? ¿Y no debía soltar Yo a ésta de sus cadenas, después de que Satanás la ha tenido atada durante dieciocho años, sólo porque es sábado? Idos. He podido soltar a esta mujer de su desventura involuntaria; mas no podré jamás soltaros a vosotros de las vuestras, que son voluntarias, ¡oh enemigos de la Sabiduría y de la Verdad! La gente buena, de entre los muchos no buenos de Corazín, aprueba y alaba; la otra parte, lívida de rabia, huye, dejando plantado al también lívido arquisinagogo. También Jesús lo deja plantado y sale de la sinagoga, rodeado de los buenos, que siguen circundándole hasta que llega a los campos, lugar donde Él bendice una última vez, para tomar luego la vía de primer orden, junto con los primos y Pedro y Tomás... 3


viernes, 15 de septiembre de 2023

La Gran Tribulación desde el punto de vista de Dios





https://www.youtube.com/watch?v=j3JxmNL23os&list=PL6MbRWBnpnUH0LyJAJo2JxoYRsIKI86Qd&index=72 

NO CONOCEMOS A JESUS Y A MARIA


 25-34 Marzo 31, 1929

 Derechos absolutos del Divino Querer. Cómo la voluntad humana cambió la suerte humana y divina. Si el hombre no hubiera pecado, Jesús hubiera venido a la tierra glorioso, y con el cetro de mando. El hombre debía ser el portador de su Creador. 

(1) Siento en mí la continua potencia del Fiat Divino que me envuelve con tal imperio, que no da tiempo a mi agonizante voluntad de hacer el más mínimo acto, y se gloría no de hacerla morir del todo, porque si esto hiciera perdería su prestigio de obrar sobre una voluntad humana, que mientras está viva se somete a recibir voluntariamente el acto vital del Fiat Divino y se contenta con vivir muriendo para dar vida y dominio absoluto al Supremo Querer, que victorioso de sus derechos divinos extiende sus confines y canta victoriosa sobre la agonizante voluntad de la criatura, la cual, si bien muriendo, sonríe y se siente feliz y honrada de que un Querer Divino tiene su campo de acción en su alma. Ahora, mientras me sentía bajo el imperio del Fiat Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: (2) “Pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que son derechos absolutos de mi Fiat Divino el tener el primado sobre cada uno de los actos de la criatura, y quien le niega el primado le quita sus derechos divinos que por justicia le son debidos, porque es creador del querer humano. ¿Quién puede decirte hija mía cuánto mal puede hacer una criatura cuando llega a sustraerse de la Voluntad de su Creador? Mira, bastó un acto de sustracción del primer hombre a nuestra Voluntad Divina para cambiar la suerte de las generaciones humanas, y no sólo eso, sino que cambió la misma suerte de nuestra Divina Voluntad. Si Adán no hubiese pecado, el Verbo Eterno, que es la misma Voluntad del Padre Celestial, debía venir a la tierra glorioso, triunfante y dominador, acompañado visiblemente por su ejército angélico, que todos debían ver, y con el esplendor de su gloria debía fascinar a todos y atraer a todos a Sí con su belleza; coronado como rey y con el cetro de mando para ser rey y cabeza de la familia humana, de modo de darle el gran honor de poder decir: ‘Tenemos un rey hombre y Dios’. Mucho más que tu Jesús no descendía del Cielo para encontrar al hombre enfermo, porque si no se hubiera sustraído de mi Voluntad Divina, no debían existir enfermedades, ni de alma ni de cuerpo, porque fue la voluntad humana la que casi ahogó de penas a la pobre criatura; el Fiat Divino era intangible de toda pena y tal debía ser el hombre. Por lo tanto Yo debía venir a encontrar al hombre feliz, santo y con la plenitud de los bienes con los cuales lo había creado. En cambio, porque quiso hacer su voluntad cambió nuestra suerte, y como estaba decretado que Yo debía descender sobre la tierra, y cuando la Divinidad decreta, no hay quien la aparte, sólo cambié modo y aspecto, así que descendí, pero bajo vestidos humildísimos, pobre, sin ningún aparato de gloria, sufriente, llorando y cargado con todas las miserias y penas del hombre. La voluntad humana me hacía venir a encontrar al hombre infeliz, ciego, sordo y mudo, lleno de todas las miserias, y Yo para sanarlo lo debía tomar sobre de Mí, y para no infundirle espanto debía mostrarme como uno de ellos, para hermanarlos y darles las medicinas y remedios que se necesitaban. Así que el querer humano tiene la potencia de volverse feliz o infeliz, santo o pecador, sano o enfermo. Entonces mira, si el alma se decide a hacer siempre, siempre mi Divina Voluntad y vivir en Ella, cambiará su suerte y mi Divina Voluntad se lanzará sobre la criatura, la hará su presa y dándole el beso de la Creación cambiará aspecto y modo, y estrechándola a su seno le dirá: ‘Pongamos todo a un lado, para ti y para Mí han regresado los primeros tiempos de la Creación, todo será felicidad entre tú y Yo, vivirás en nuestra casa, como hija nuestra, en la abundancia de los bienes de tu Creador.’ Escucha mi pequeña recién nacida de mi Divina Voluntad, si el hombre no hubiese pecado, no se hubiese sustraído de mi Divina Voluntad, Yo habría venido a la tierra, pero ¿sabes como? Lleno de Majestad, como cuando resucité de la muerte, que si bien tenía mi Humanidad similar al hombre, unida al Verbo Eterno, pero con qué diversidad mi Humanidad resucitada era glorificada, vestida de luz, no sujeta ni a sufrir, ni a morir, era el divino triunfador. En cambio mi Humanidad antes de morir estaba sujeta, si bien voluntariamente, a todas las penas, es más, fui el hombre de los dolores. Y como el hombre tenía aún los ojos ofuscados por el querer humano, y por eso aún enfermo, pocos fueron los que me vieron resucitado, lo que sirvió para confirmar mi Resurrección. Después subí al Cielo para dar tiempo al hombre de tomar los remedios y las medicinas, a fin de que curase y se dispusiera a conocer mi Divina Voluntad, para vivir no de la suya, sino de la mía, y así podré hacerme ver lleno de majestad y de gloria en medio a los hijos de mi reino. Por eso mi Resurrección es la confirmación del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra. Después de un tan largo dolor sufrido por mi Divina Voluntad por tantos siglos, por no tener su reino sobre la tierra, su absoluto dominio, era justo que mi Humanidad pusiera a salvo sus derechos y realizase mi y su finalidad primaria, la de formar su reino en medio a las criaturas. (3) Además de esto, tú debes saber, para confirmarte mayormente, cómo la voluntad humana cambió su suerte y la de la Divina Voluntad con relación a él. En toda la historia del mundo sólo dos han vivido de Voluntad Divina sin jamás hacer la suya, y fuimos la Soberana Reina y Yo, y la distancia, la diversidad entre Nosotros y las otras criaturas es infinita, tanto, que ni siquiera nuestros cuerpos quedaron sobre la tierra, habían servido como morada al Fiat Divino y Él se sentía inseparable de nuestros cuerpos y por eso los reclamó, y con su fuerza imperante raptó nuestros cuerpos junto con nuestras almas en su patria celestial. ¿Y por qué todo esto? Toda la razón está en que jamás nuestra voluntad humana tuvo un acto de vida, sino que todo el dominio y el campo de acción fueron sólo de mi Divina Voluntad. Su potencia es infinita, su amor es insuperable”. (4) Después de esto ha hecho silencio y yo sentía que nadaba en el mar del Fiat y, ¡oh, cuántas cosas comprendía, y mi dulce Jesús ha agregado: (5) “Hija mía, con no hacer mi Divina Voluntad, la criatura pone en desorden el orden que tuvo la Divina Majestad en la Creación, se deshonra a sí misma, desciende en lo bajo, se pone a distancia con su Creador, pierde el principio, el medio y el fin de aquella Vida Divina que con tanto amor le fue infundida en el acto de ser creada. Nosotros amábamos tanto a este hombre, que poníamos en él, como principio de vida a nuestra Divina Voluntad, queríamos sentirnos raptar por él, queríamos sentir en él nuestra fuerza, nuestra potencia, nuestra felicidad, nuestro mismo eco continuo, y ¿quién más podía hacernos sentir y ver todo esto, sino nuestra Divina Voluntad bilocada en él? Queríamos ver en el hombre al portador de su Creador, el cual debía volverlo feliz en el tiempo y en la eternidad. Por eso al no hacer nuestra Divina Voluntad, sentimos a lo vivo el gran dolor de nuestra obra desordenada, nuestro eco apagado, nuestra fuerza raptora que debía raptarnos para darle nuevas sorpresas de felicidad se convirtió en debilidad, en suma, se trastornó. He aquí por qué no podemos tolerar tal desorden en nuestra obra, y si tanto he dicho sobre mi Fiat Divino, es propiamente ésta la finalidad, que queremos poner al hombre en el orden, a fin de que regrese sobre los primeros pasos de su creación, y corriendo en él el humor vital de nuestro Querer, forme de nuevo a nuestro portador, nuestra morada sobre la tierra, su y nuestra felicidad”. + + + +

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Intercambio entre Jerusalén y Roma









 24-48 Octubre 3, 1928

 Intercambio entre Jerusalén y Roma. Dios al crear al hombre puso en él tantos gérmenes de felicidad por cuantas cosas creaba. 

(1) Mi pobre mente pensaba en tantas cosas acerca de la Divina Voluntad, especialmente en cómo podía venir su reino, cómo podía difundirse y tantas otras cosas que no es necesario escribirlas en el papel, y mi amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: (2) “Hija mía, si Roma tiene el primado de mi Iglesia, se lo debe a Jerusalén, porque el principio de la Redención fue propiamente en Jerusalén; de aquella patria escogí de la pequeña ciudad de Nazaret a mi Madre Virgen; Yo nací en la pequeña ciudad de Belén; todos mis apóstoles fueron de dicha patria, y si bien ésta, ingrata, no quiso conocerme y rechazó los bienes de mi Redención, no se puede negar que el origen, el principio, las primeras personas que recibieron el bien de Ella fueron de esta patria; los primeros anunciadores del evangelio, aquellos que fundaron en Roma el catolicismo, fueron mis apóstoles, todos de Jerusalén, esto es, de aquella patria. Ahora habrá un intercambio, si Jerusalén dio la vida de la religión y por lo tanto de la Redención a Roma, Roma dará a Jerusalén el reino de la Divina Voluntad, y es tan cierto esto, que así como escogí una virgen de la pequeña ciudad de Nazaret para la Redención, así he escogido otra virgen en una pequeña población de Italia perteneciente a Roma, a la cual le ha sido confiada la misión del reino del Fiat Divino, que debiéndose conocer en Roma, al igual que se conoció en Jerusalén mi venida a la tierra, Roma tendrá el gran honor de corresponder a Jerusalén del gran bien recibido por ella, esto es, la Redención, con hacerle conocer el reino de mi Voluntad. Y entonces Jerusalén se arrepentirá de su ingratitud y abrazará la vida de la religión que le dio a Roma, y agradecida recibirá de Roma la Vida y el gran don del reino de mi Voluntad Divina, y no sólo Jerusalén, sino todas las otras naciones recibirán de Roma el gran don del reino de mi Fiat, los primeros pregoneros de Él, su evangelio todo lleno de paz, de felicidad, y de restablecimiento de la creación del hombre. Y no sólo mis manifestaciones llevarán santidad, alegrías, paz y felicidad, sino que toda la Creación haciendo competencia con ellas, hará salir de cada cosa creada cada una de las felicidades que contiene, y las verterá sobre las criaturas, porque Nosotros al crear al hombre poníamos en su ser todos los gérmenes de las felicidades que cada una de las cosas creadas poseía, disponiendo el interior del hombre como un terreno en el cual contenía todos los gérmenes de las felicidades, tanto, de tener en sí todos los gustos para saborear y recibir en sí todas las felicidades de las cosas creadas; si el hombre no poseyese estos gérmenes, le faltaría el gusto, el olfato para poder gustar lo que Dios había puesto fuera de Él en toda la Creación. Ahora, el hombre al pecar enfermó a todos estos gérmenes de felicidad que Dios al crearlo le había infundido, y por eso perdió el gusto de poder gozar todas las felicidades que hay en la Creación; sucedió como a un pobre enfermo que no goza todos los gustos que hay en los alimentos, más bien siente el peso, el mismo alimento se convierte en dolor, todo le provoca nausea, y si lo toma, es no porque le guste, sino para no morir, en cambio uno sano siente gusto, fuerza, calor, porque su estómago tiene fuerza de asimilar los bienes que hay en los alimentos y goza de ellos. Así sucedió en el hombre, con pecar enfermó los gérmenes, la misma fuerza de poder gustar todas las felicidades que hay en la Creación, y muchas veces se convierten en dolor; ahora, con regresar el hombre en mi Fiat Divino, los gérmenes adquirirán la salud y adquirirá la fuerza de asimilar y gustar todas las felicidades que hay en el orden de la Creación, así que para él se formará una competencia de felicidad, todo le sonreirá y regresará el hombre feliz, como Dios lo había creado”.

 D e o G r a t i a s