lunes, 10 de octubre de 2011

¿A QUIÉN VOTAR? ¿QUÉ PIENSAN LOS CANDIDATOS?


Reflexión semanal de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, 
en el programa «Claves para un mundo mejor» (8 de de octubre de 2011)

Cuando se acercan las elecciones los funcionarios, los legisladores, los políticos en general están ocupados, obviamente, en la campaña y por eso quedan de lado algunas otras urgencias, por ejemplo, ciertos proyectos legislativos.
Es interesante observar que algunos candidatos ya han hecho declarado que ciertos proyectos de ley, que podrían generar una oposición muy fuerte en algunos sectores de la sociedad argentina, van a ser postergados en su tratamiento hasta después de la elección.
Estoy pensando en varios de esos proyectos de ley que importan muchísimo porque proponen una alteración del orden natural de las cosas y tienen que ver con la vida y la familia. Ya hemos sufrido el año pasado la sanción de esa ley llamada de “matrimonio igualitario” que establece una alteración de la esencia misma del matrimonio.
Ya conocemos los proyectos para legalizar el aborto. Se usa un cierto eufemismo: se habla de despenalización, sin advertir que despenalizar  equivale a legalizar. Es decir, eliminar el aborto de la lista de los delitos, aunque prácticamente nadie es castigado actualmente por cometerlo.
Algunos de esos proyectos son amplios en cuanto a la concesión de esta eliminación del niño por nacer. Van a tomar como base las dos excusas absolutorias que están en el Artículo 86 del Código Penal, pero ampliándolas van a proponer la legalización del aborto en todo caso de violación o en caso de peligro para la vida no solo física sino psíquica y social de la madre. Estas son las puertas de la generalización del aborto, tal como lo reclaman los grupos feministas.
Los legisladores amenazan también con el proyecto que se llama de identidad de género. Habría que decir más bien, claramente, de cambio de sexo. Este es uno de los extremos de la ideología de género que está impregnando las ciencias sociales, que se insinúan en los contenidos educativos y que domina en muchas asesorías legislativas.
Este atentado contra el orden natural incluye un prejuicio contra la dimensión biológica de la sexualidad; reemplaza el concepto de sexo por el de género y convierte a este dato de la identidad personal en una opción que se elige a voluntad.
A la lista hay que sumar también el caso de la fecundación asistida o procreación artificial. Allí hay alguno de los proyectos que incluye el alquiler de vientres y la donación de gametos. La secuencia es los bancos de esperma, la congelación de embriones, el uso de los embriones sobrantes vaya a saber uno para que manipulación y el eventual descarte de los mismos.
En suma, es el menosprecio de la dignidad de la vida naciente sin advertir que el hijo no es un derecho sino que el hijo es un don y es el don que la naturaleza, Dios habría que decir, concede al amor del varón y la mujer.
También está cerca de convertirse en ley un proyecto acerca de la muerte digna, sobre el cual habría que hacer algunas distinciones. Sería de desear que ese proyecto aclarara muy bien la diferencia que hay entre la renuncia al encarnizamiento terapéutico y ciertas prácticas que son eutanásicas. Por otra parte existe una ley, si no recuerdo mal, una ley de protección del paciente que prohíbe toda práctica eutanásica. En algunos de estos proyectos no queda claro si se va a permitir que se prive al paciente terminal de la hidratación y de la alimentación o si va a incluir en un futuro testamento biológico la posibilidad de renunciar a estos servicios que junto con los cuidados paliativos no deben negarse a ningún enfermo.
Sobre todos estos temas podrían entablarse debates amplísimos y extendidos en el tiempo. Es una lástima que estos temas no se ventilen en la campaña, porque hay que elegir también legisladores y ¿cómo sabemos a quienes tenemos que elegir? ¿Cómo sabemos qué piensan sobre esas cuestiones fundamentales?
Algún candidato se ha animado a decir que es partidario del aborto sin límites, pero por lo general estos temas no se ventilan porque pueden determinar una división de la opinión que perjudique las chances electorales. Pero aquí es necesario un sinceramiento que haga que la democracia sea verdaderamente tal para que no se frustre el verdadero sentido de la participación y de la representación.
Si los legisladores son los representantes del pueblo entonces el pueblo tiene que saber quiénes son realmente esos legisladores, qué piensan, qué leyes van a proponer porque de lo contrario de representación quedaría muy poco.
Todo esto es una sugerencia para que, ustedes, en el escaso tiempo que nos queda procuren averiguar entre los candidatos qué es lo que piensan, qué opinan acerca de estos temas fundamentales. No son indiferentes estos temas sino tan capitales que de ellos depende, de alguna manera, la futura configuración de la sociedad argentina. Y para nosotros, cristianos, son innegociables

Mons. Héctor Aguer,

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