domingo, 21 de noviembre de 2010

REVELACIONES SOBRE LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERE

A Consuelo, Barcelona, España, 1987
Volvamos ahora de nuevo a las
Escrituras para que veáis la
diferencia entre un cuerpo espiritual
y un cuerpo resucitado y glorioso


Los ángeles son espíritus que no tienen “carne
ni hueso” y, sin embargo, estos seres celes-
tiales toman la apariencia humana cuando
tiene que realizar alguna misión en la tie-
rra; y lo mismo que ellos lo hacen las al-
mas, que, en espera de sus cuerpos resuci-
tados y gloriosos, se revisten, cuando lo
han menester, de un cuerpo espiritual se-
mejante al cuerpo material. Esta virtud o
capacidad no solo la poseen las almas
glorificadas y los ángeles, como antes te he
dicho, tienen también esta capacidad – que
para ellos no es virtud, pues la emplean
para hacer el mal – los demonios que sien-
do espíritus, “se transforman muchas veces
en ángeles de luz” (2 Cor 11, 14), en hom-
bres y en reptiles abominables.
Los santos que muchas veces se han mani-
festado a las almas no eran una sombra
indefinida, una luz o algo enigmático; su
presencia era como la de un hombre real,
casi la del mismo que una vez abandonó la
tierra; sin embargo, si el hombre favoreci-
do por esta visita hubiera tratado de tocar
a quien se le manifestaba, se habría dado
cuenta de que esta no tenía “carne ni hue-
sos”, porque era sólo una apariencia de la
realidad. Volvamos ahora de nuevo a las
Escrituras para que veáis la diferencia
entre un cuerpo espiritual y un cuerpo
resucitado y glorioso.


gloria de Dios; no será impasible al
dolor, ya que éste será su
alimento y el amigo fiel que lo acom-
pañará siempre

A Consuelo, Barcelona, España, 1987: Si su
alma está lavando sus vestiduras en el
purgatorio, su próximo destino será el
cielo. Pero si el hombre murió impenitente
y se condenó, su alma estará en las caver-
nas infernales padeciendo las penas de
daño y de sentido, un sufrimiento que jamás
tendrá fin. En el último día su cuerpo resu-
citará; pero como carecerá de gloria, no
tendrá las cualidades del cuerpo glorioso;
no será un cuerpo con claridad, pues no lo
alumbra la gloria de Dios; no será impasi-
ble al dolor, ya que éste será su alimento y
el amigo fiel que lo acompañará siempre.
Los condenados perderán, incluso la agili-
dad que ahora poseen para moverse como
“espíritus de demonios” haciendo el mal;
porque, cuando llegue el último día, “la
muerte y el Hades serán arrojados al lago
de fuego y el que no esté inscrito en el libro
de la vida será arrojado con su cuerpo al
lago de fuego” (Ap 20, 14-15). Y la Muerte
y el Hades serán vencidos, porque habrá
llegado “la salvación, el poder y el reinado
de nuestro Dios y la potestad de su Cristo”

Si el hombre murió
longevo, no
resucitará con su longevi-
dad, pues el deterioro del
cuerpo y su natural des-
gaste, lo mismo que el
sufrimiento, las enferme-
dades y la muerte, son
consecuencias del pecado

A Consuelo, Barcelona, Espa-
ña, 1987: Si el hombre murió longevo, no resucitará con su
longevidad, pues el deterioro del cuerpo y
su natural desgaste, lo mismo que el sufri-
miento, las enfermedades y la muerte, son consecuencias del pecado.

 “Cuando la Muerte y el Hades sean arrojados al lago
de fuego”, la muerte será aniquilada y, con
ella sus desastrosas consecuencias. La
apariencia del hombre resucitado y glorio-
so será la de Cristo, que murió en la pleni-
tud; solo los jóvenes y los niños conser-
varán su misma presencia. Taras, mermas y
tachas serán subsanadas, pues la imperfec-
ción no tiene lugar en los cielos, donde
todo ha de guardar armonía con el Crea-
dor.

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