miércoles, 23 de febrero de 2011

LAS COSAS CAMBIARÁN



No pienses que el mundo esté muy cambiado de lo que era hace casi dos mil años. Para cambiar radicalmente, deberían cambiar las causas de los males que están precisamente en las raíces de la naturaleza humana.
El hombre puede progresar o retroceder pero no puede cambiar substancialmente; quedará siempre como un ser mortalmente herido en su naturaleza debilitada por el pecado original, por lo que estará siempre inclinado al mal al que podrá, queriéndolo, superar con la ayuda que le viene de lo Alto.
He aquí porqué, después de dos mil años de Cristianismo, el hombre no ha cambiado mucho. Hoy, como hace dos mil años, y con la misma crueldad ciega, se renueva mi Pasión. Con la misma absurda tenacidad el hombre de este siglo materialista y descreído prefiere a Barrabás y grita: "¡Sea crucificado el Cristo!".
En la raíz encuentras siempre la misma causa: el odio de Satanás contra el Verbo de Dios, hecho Carne para la salvación de la humanidad, el odio de Satanás contra Mí, Salvador y contra el hombre al que quiere arrastrar en su misma perdición.
Esta es la verdadera razón por la que, después de dos mil años, en las logias masónicas, en los parlamentos, en las aulas universitarias, en las revistas, en la radio y en la televisión, en las sedes de los partidos, en los periódicos, se continúa gritando el "Crucifigatur". ¡Sea crucificado el Cristo y viva en cambio Barrabas!

No pienses que el mundo esté muy cambiado de lo que era hace casi dos mil años. Para cambiar radicalmente, deberían cambiar las causas de los males que están precisamente en las raíces de la naturaleza humana.
El hombre puede progresar o retroceder pero no puede cambiar substancialmente; quedará siempre como un ser mortalmente herido en su naturaleza debilitada por el pecado original, por lo que estará siempre inclinado al mal al que podrá, queriéndolo, superar con la ayuda que le viene de lo Alto.
He aquí porqué, después de dos mil años de Cristianismo, el hombre no ha cambiado mucho. Hoy, como hace dos mil años, y con la misma crueldad ciega, se renueva mi Pasión. Con la misma absurda tenacidad el hombre de este siglo materialista y descreído prefiere a Barrabás y grita: "¡Sea crucificado el Cristo!".
En la raíz encuentras siempre la misma causa: el odio de Satanás contra el Verbo de Dios, hecho Carne para la salvación de la humanidad, el odio de Satanás contra Mí, Salvador y contra el hombre al que quiere arrastrar en su misma perdición.
Esta es la verdadera razón por la que, después de dos mil años, en las logias masónicas, en los parlamentos, en las aulas universitarias, en las revistas, en la radio y en la televisión, en las sedes de los partidos, en los periódicos, se continúa gritando el "Crucifigatur". ¡Sea crucificado el Cristo y viva en cambio Barrabas!

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