Mayo 28_00 El Cielo, el Purgatorio y la Tierra. |
Mensaje.
Tema:
- El Cielo, el Purgatorio y La Tierra.
Mensaje de Dios Padre a J.V.
Queridos hijitos Míos, hoy os quiero
hacer una ligera semblanza didáctica sencilla, pero entendible, sobre
el Cielo, el Purgatorio y la Tierra.
El Cielo es vuestro hogar, en donde vivís, del cual vivís Conmigo y gozáis aún antes de bajar a servirMe.
El Cielo siempre ha existido, no
tiene principio ni tendrá fin, ya que es parte de Mí, como lo sois
también vosotros. El Cielo y su gozo lo constituye Mí Amor.
Cuando el alma decide, por propio
libre albedrío, bajar a servirMe, como Mí Hijo lo hizo, atendiendo una
necesidad de Mí Corazón, en la ayuda a sus hermanos y la difusión de Mí
Amor como alimento y vida, Yo le concedo el Don de la Vida. El Don de
la Vida, como ya os he explicado, es un Don excelso, concedido a
algunas almas, a las que Yo escojo para bajar a servirMe. No todas las
almas tienen la oportunidad de bajar y, el tener el Don de la Vida,
es un honor grandísimo para el alma y un gozo para Mí, vuestro Dios, al
ver que el alma se ofrece a su Dios en amor y sacrificio, para
servirMe en la Tierra.
El alma goza en el Cielo antes de
bajar, pero podría decirles que su gozo el limitado, según su nivel de
creación. El alma que regresa, después de su misión por la Tierra,
alcanza niveles superiores de gozo, porque fue escogida por Mí, se
donó, se sacrificó por Mí, en sus hermanos, no sucumbió a las
tentaciones fortísimas del mal y regreso triunfante. El gozo del alma
triunfante se vuelve superior, porque Yo así premio su donación libre y
espontánea por servir a su Dios.
Mi hijo Pablo, apóstol de Mí Hijo
Jesucristo, os habló algo de ésto, al deciros sobre la existencia de
“varios Cielos” a los que otra gran santa les llama “moradas”.
Según haya sido vuestro desempeño,
con la misión que os concedí para llevar a cabo sobre la Tierra,
podréis alcanzar diferentes niveles de gozo en el Cuelo a vuestro
regreso. En todos los niveles, el gozo es total, pero, como sabéis, no
es lo mismo llenar hasta el borde, un recipiente grande que uno
pequeño. Si amasteis y os distéis por completo, durante vuestra vida,
por Mí, en vuestros hermanos, vuestro “recipiente”, vuestra capacidad de
gozar en Mí Cielo, será mayor. Si os distéis menos por los demás, para
Mí Amor a vuestros hermanos, vuestro gozo será menor. Si casi no os
distéis, pero al menos algo pequeñito distéis, el gozo que os dé será
casi del mismo nivel que teníais antes de bajar. El gozo que os dé en
cada nivel, será total, de modo que no podréis envidiar el gozo que
tenga un alma en un nivel superior, debido a que Yo colmaré plenamente
el “recipiente”, vuestra alma, según lo crecida que regrese después de
su paso por la Tierra, por haber vivido en el Amor y haberlo dejado en
las almas de sus semejantes.
Si distéis mucho amor y alimentasteis
correctamente a vuestra alma, ella llegará muy crecida, muy madura en
el Amor y ella será colmada, como premio a ésa donación. Si en cambio,
no distéis mucho amor, distéis lo mínimo u os salvasteis por
intercesión de otros, no por méritos propios, vuestra alma llegará
pequeña, raquítica, pero aún así la colmaré. Su gozo será pequeño, como
pequeño y raquítico fue el amor que dejó en la Tierra. No podrá desear
más, porque no supo amar más y tampoco envidiará a las almas más
crecidas y con más gozo, porque no le podrá “caber más amor” a su
recipiente pequeño, a su alma poco crecida.
Esto Mí Hijo os lo ejemplificó con
los talentos. Aquella alma rica en talentos, ella admira Mí obra en
ella, siente la responsabilidad, pero se dá a sus hermanos y dá todo,
por eso, “al regresar al amo”, o sea, a vuestro regreso a Mí Reino, a
vuestro Hogar, Yo le agradezco su buen servicio y le doy más, porque
fue fiel en lo poco y ahora le doy mucho más en Mí Reino.
Al que se le dieron menos talentos y
también los puso a trabajar, se le dá de la misma forma que al primero y
se le premia según su nivel de donación, pero no así al que, aunque se
le dio poco y sintió la responsabilidad con su Dios, tuvo miedo y no
hizo nada por Mí Reino entre vosotros. A éste no sólo se le quita lo
que se le dió, sino se le reprende y lo que tenía se le dá al que se le
dió más, porque es un alma en la que puedo confiar para trabajar en
las cosas de Mí Reino.
La Tierra, lugar de la Creación del
hombre, sufrió una fuerte caída al cometerse el Pecado Original en
ella. Toda la Tierra, Mí Creación, las almas al encarnarse, todo lo
creado, sufrió por tal pecado. La misión de las almas es la de ayudarMe
a conseguir para la Tierra, para Mí Creación, para el hombre, su nivel
de perfección en el cuál fue creado. Para daros a conocer la forma
“ideal” de hacerlo, os mandé a Mí Único Hijo, Jesucristo para que os
enseñara el camino para lograrlo.
Os dio Mis Leyes y Preceptos de Amor. Os dio Mis Enseñanzas y os dejó su Vida en la Sagrada Eucaristía.
El alma baja de la misma forma que
bajó Mí Hijo, con una donación total, la diferencia estriba en que la
Esencia Divina de Mí Hijo, no se podía manchar por el Pecado Original.
Esto es, porque Soy Yo Mismo, en Mí Segunda Persona y como Dios, Yo
tengo todo el poder y la Gracia Divina para no mancharMe con algo que
es infinitamente más pequeño que Yo, el Pecado Original, causado por la
desobediencia de vuestros primeros padres. El Pecado afectó a la
materia creada de la cual tomáis cuerpo y al encarnaros, vuestra alma
va a ser afectada en vuestro desenvolvimiento sobre la Tierra.
Si el alma toma del alimento debido
–oración, vida de amor, Eucaristía-, esa alma estará fuerte para vencer
las insidias del mal, en el campo de batalla. Si el alma no se
alimenta bien, esa alma estará muy atacada y, si no es vencida, por lo
menos muy herida quedará a su regreso a Mí Reino, cuando Yo la mande
llamar.
Este campo de batalla –Tierra- está
ahora al mando del príncipe del mundo, quien os atacará continuamente
para que dejéis Mí Amor y Mis Enseñanzas, además de tratar de haceros
caer en la perdición eterna para que no podáis regresar a Mí Reino,
vuestro Hogar.
Las almas sufren caídas, quebrantos,
éxitos, durante el tiempo de vida que os concedo. Cuando se os termina
el tiempo de vida que os concedo para servirMe, os mando llamar a
cuentas y, como administrador de Mis Bienes, os hago un recuento de
vuestra vida y así es cómo en vuestro juicio personal se os dará Vida
Eterna con el nivel de gozo que lograsteis, según vuestros méritos, o
se os dará dolor eterno, si en lugar de trabajar para Mí, en la
salvación de vuestros hermanos, en su crecimiento y apoyo espiritual en
la lucha, os volvisteis instrumentos del mal y le servisteis para
matarlos espiritualmente.
El Purgatorio es el “hospital” de las
almas heridas en misión. Prácticamente ninguna alma llega sana y
limpia a Mí Presencia al final de su vida, todas han sufrido “heridas” y
llegan con cicatrices de odios, envidias, rencores, mentiras, caídas
mortales de pecados graves que, aunque ya perdonados sus pecados,
tienen que purgar por su mal proceder. El Purgatorio “sanará” todas
esas heridas que el demonio os causó, porque vosotros lo permitisteis
en alguna etapa de vuestra vida.
Las almas van al Purgatorio a cerrar
heridas, a hacer desaparecer cicatrices profundas, a limpiar y
restaurar vuestras vestiduras, para poder entrar a vuestra Casa Eterna
como dignos hijos de Rey, quien os recibirá con los brazos abiertos a
invitaros al gozo eterno.
Hijitos Míos, que esta pequeña
explicación os haga reflexionar sobre vuestro paso por la Tierra y tened
presente que vuestra misión es algo muy serio para el Cielo.
Os he concedido el Dios de la Vida
porque fuisteis escogidos por Mí, vuestro Dios, para ayudarMe a levantar
la Creación al nivel Divino del Principio. He puesto Mí Confianza en
cada uno de vosotros, dándoos diferentes talentos para ser puestos al
servicio de la salvación eterna de vuestros hermanos y según los uséis,
así será vuestro premio eterno.
El tiempo es corto y tampoco sabéis
cuándo os he de llamar a cuentas, así que reparad vuestro camino pasado y
emprended, ya desde ahora, un nuevo camino basado en Mis Leyes y en Mí
Amor. Yo Soy el Buen Dios que perdona todo un pasado lleno de maldad y
al olvidarlo os da la oportunidad de ganaros un buen lugar en Mí
Reino, vuestro Hogar de Siempre.
Yo os bendigo en Mí Santo Nombre, en el de Mí Hijo y con el Amor de Mí Santo Espíritu.
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