domingo, 6 de enero de 2013

ESPECIALMENTE A LOS CRISTIANOS

Dice Jesús:
«Quien cierra el corazón a la misericordia cierra el corazón a Dios. Porque Dios está en
vuestros hermanos y quien no es misericordioso hacia los hermanos no es misericordioso
hacia Dios.
No se puede separar a Dios de sus hijos, y pensad bien que vosotros que vivís sois todos
hijos del Eterno que os ha creado. También aquellos que en apariencia no lo son, porque
viven fuera de mi Iglesia, lo son. No creáis que os es lícito ser duros, egoístas, porque uno no
es de los vuestros. El origen es uno: el Padre. Sois hermanos aunque no viváis bajo el
mismo techo paterno. ¿Y cómo no pensáis en actuar para atraer a los alejados, a los
perdidos, a los infelices, que por diversos motivos están fuera de mi morada?
Dios no es exclusivo de los católicos, y mucho yerran aquellos católicos que no se afanan
por los no católicos. No trabajan por el interés del Padre, son sólo parásitos que viven del
Padre sin darle ayuda filial. Dios no tiene necesidad de ayuda porque es potentísimo. Pero
de todos modos la quiere de vosotros.
Dios circula como sangre vital en las venas de todo el cuerpo del Universo. De este gran
cuerpo creado por Él, la Catolicidad es el centro. ¿Pero cómo podrían los miembros más
lejanos ser vivificados por Dios si el centro se encerrase en sí mismo con su Tesoro y exclu-
yese a los miembros del beneficio?
Dios está también donde distinta fe o distinto espíritu hace pensar que no esté. Y en
verdad os digo que no es lo que aparece lo que es verdadero. Muchos católicos están
desprovistos de Dios más de cuanto lo esté un salvaje. Porque muchos católicos tienen de
hijos de Dios sólo el nombre, peor: escarnecen y hacen escarnecer este nombre con las
obras de una vida hipócrita, cuyas manifestaciones son la antítesis de los dictámenes de mi
Ley, cuando no llegan a la abierta rebelión que les hace enemigos de Dios. Mientras que en
la fe de un no católico, equivocada en la esencia pero corroborada por una vida recta, está
más el signo del Padre. Éstas son sólo criaturas que tienen necesidad de conocer la Verdad.
Los hijos falsos, en cambio, son criaturas que deben conocer, además de la Verdad, el Res-
peto y el Amor hacia Dios.
Las almas que quieren ser mías deben tener misericordia de estas otras pobres almas.
Pero las almas víctima deben inmolarse, también, por ellas. ¿Hice Yo de otra forma? ¿No me
inmolé por todos? Si es misericordia dar de comer, vestir, dar de beber, enterrar, instruir,
consolar, ¿qué no será obtener, a precio del propio sacrificio, la Vida verdadera para los
hermanos?
¡Si el mundo fuera misericordioso!... El mundo poseería a Dios, y lo que os tortura caería
como hoja muerta. Pero el mundo, y en el mundo especialmente los cristianos, han sustituido
el Amor por el Odio, la Verdad por la Hipocresía, la Luz por las Tinieblas, Dios por Satanás.
Y Satanás, allí donde Yo sembré Misericordia y la hice crecer con mi Sangre, esparce sus
abrojos y los hace prosperar con su soplo de infierno. Vendrá su hora de derrota. Pero por
ahora viene él porque vosotros le ayudáis.
Pero bienaventurados los que saben permanecer en la Verdad y trabajar por la Verdad. Su
misericordia tendrá el premio en el Cielo» .

No hay comentarios:

Publicar un comentario