sábado, 7 de febrero de 2015

Las Almas del Purgatorio

Las Almas del Purgatorio

19 de julio de 1976
EL ÚNICO DESEO
Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino.

Somos almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación. 
Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena. 
Si una imagen pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos: intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias. 
Es una pálida idea que puede haceros comprender el deseo ardiente de poner fin a la atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien hemos sido creados. 
En la tierra, distraídos como estáis continuamente por mil intereses, influidos por los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material, vosotros no podéis comprendernos a nosotros, almas purgantes. Estamos abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e inmutable deseo: reunirnos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de manera diferente a vosotros. Hermano sacerdote, Don O., tú sabes que no podemos hacer nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener para vosotros, todavía militantes en la tierra. 
Esto sucede por un admirable designio de la Providencia que ha querido que circule en toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús y los miembros entre ellos.
Llama vivísima
Ahora considera, que si te vas a comprometer a celebrar el Santo Sacrificio por el único fin por el que Él, el Verbo hecho Carne, lo hizo sobre el Calvario y lo continúa, por medio vuestro, en los altares y es decir por la remisión de los pecados y de las penas debidas por los pecados, tú puedes comprender, hermano nuestro, cuántos fermentos de reconocimiento y gratitud suscitarás en nosotras. 
Nosotras nos sentiremos obligadas con relación a ti, intercederemos sin descanso, ofreceremos continuamente nuestro sufrimiento (podríamos llamarlo martirio) por ti y por tus necesidades espirituales, para estar a tu lado en la dura lucha contra las fuerzas del Infierno. 
Será, hermano, como si la llamita que actualmente arde en vosotros y en nosotras de improviso se transformase en una grande y vivísima llama. 
Habrá un aumento de calor, de dolor y de amor que nos unirá a Él y entre nosotros; "Caritas Christi urget nos” (El amor de Cristo nos apremia). 
Hermano sacerdote y ministro de Dios: ¿Por qué no hacemos nunca operantes estos misterios de gracia y de amor latentes en nosotros y en vosotros? ¿Por qué no hacemos saltar el resorte por ambas partes para abreviar en nosotros la pena debida a nuestras culpas, y en vosotros hacer brotar una fuente de tantas gracias insospechadas pero reales? 
Hermano Don O., esperamos con ansia que, llevados a término tus compromisos, tu propósito se haga realidad concreta para todo Cuerpo Místico. 
Te damos las gracias por el recuerdo cotidiano en espera de unas relaciones más eficaces entre nosotras y tú, que consigan hacer más fecundo el Dogma de la Comunión de los Santos. 
Hermano, la experiencia te confirmará la verdad de este mensaje y quisiéramos que muchos sacerdotes llegaran a conocerlo. 
Somos Almas purgantes
9 de Junio de 1978
EL DOGMA DE LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS NO BASTA CONOCERLO, SE NECESITA VIVIRLO
Somos las almas del Purgatorio, escribe, hermano. 
Somos nosotras almas Purgantes y esperábamos este encuentro que indudablemente traerá bien a ti y a nosotras, el amor que une a los hijos de Dios, estén en el tiempo o fuera del tiempo como estamos nosotras, es siempre útil y fecundo de bien. 
El Dogma de la Comunión de los Santos, para quien cree en él y se esfuerza en vivirlo, lleva siempre frutos santos para ambas partes, ciertamente hermano Don Octavio, para nosotras ningún esfuerzo, ninguna fatiga sea para creer ni para vivir la sublime y estupenda realidad del Dogma que tratamos, en cambio para vosotros que estáis peregrinando en la tierra, se requiere el ejercicio de la vida divina de la Gracia, se requiere el ejercicio de las facultades de vuestra alma, ante todo, el ejercicio de vuestra inteligencia, que debe buscar conocer la existencia del Dogma, conocer el origen, esto es, de dónde y cómo ha nacido, conocer los efectos que produce en quien lo conoce, y en quien lo vive, se requiere además el ejercicio de vuestra voluntad, quererlo aceptar y quererlo vivir es acto de la voluntad, se necesita aún el ejercicio de la memoria, la que siempre debe tenerlo presente a la inteligencia y a la voluntad para que ellas puedan recordarlo y quererlo. 
Hermano Don Octavio, no es todo, el Dogma de la Comunión de los Santos, como por otra parte se debe decir de tantas otras realidades sobrenaturales, exige, sí, el ejercicio natural del alma, pero sobre todo el ejercicio de la Vida divina de la Gracia introducida en el alma y, por lo tanto: ejercicio de la Fe, para que el Dogma se haga operante se necesita creer firme y fuertemente, sin velos ni sobrentendidas limitaciones, requiere además el ejercicio de la Caridad, del amor, amor verdadero, no ficticio, no ilusorio, amor real acompañado de obras, y tú, vosotros, sabéis qué obras exige la naturaleza de este Dogma, requiere el ejercicio de la Esperanza, la que como luz transparente os haga vislumbrar y desear los benéficos efectos que el Dogma visto, querido y amado lleva a vosotros y a nosotras.
Cuántos tesoros aún por descubrir y valorar
Hermano Don Octavio, hemos hablado de realidades maravillosas, o mejor estupendas, si tuviéramos otros vocablos más eficaces los usaríamos para haceros comprender cuántos tesoros hay aún por descubrir y valorar por parte de muchísimos cristianos que ignoran, que no ven y por lo tanto no obran, para su perjuicio y en este caso también en daño nuestro; Don Octavio, no basta el don de la vida, aun la física, intelectual, espiritual se necesita vivirla, ¿para qué serviría una vida no vivida? Cuánto bien no hecho, cuánto bien descuidado por la superficialidad de fe, de esperanza y de caridad, dones maravillosos, pero muchas veces casi desperdiciados en una tibieza y negligencia incomprensibles 
Vosotros deberíais saber muy bien que vuestras posibilidades de bien con relación a nosotras constituyen una reserva potencial casi inagotable, cualquier cosa que hagáis bastaría transportarla del plano natural al plano sobrenatural de la gracia añadiéndole la intención: "por las almas Santas del Purgatorio", y si son ya cosas de orden sobrenatural, como la Santa Misa celebrada o escuchada, basta sólo con añadir la intención dicha; si salís para un paseo, para una compra o cualquier otra cosa que hagáis o penséis, hacedlo por amor al Señor y en sufragio de nuestras almas.
A vosotros, hombres toca dar el "ya"
Tú sabes, hermano, que por parte nuestra la respuesta sería, es inmediata, para nosotras no podemos hacer "nada", pero para vosotros podemos hacer "mucho", pero sois vosotros, quienes vivís en la fe y en la prueba, quienes debéis, por así decirlo, dar el "ya" para volver operante este Dogma de la Comunión de los Santos.

Don Octavio, es cierto que las necesidades materiales y sobre todo espirituales son para vosotros muchas, pero ¿por qué no tener en cuenta que también nosotras, Almas Purgantes, podemos ayudaros mucho para resolver todos vuestros problemas personales y sociales? ¡Si supieras lo que quiere decir Purgatorio!!! ¡Si lo supieran los cristianos, que tan rápidamente se olvidan de nosotras, que tan fácilmente se olvidan de sus promesas, que tan mal viven su fe, que más que en nosotras, piensan en la podredumbre y cenizas de nuestros cuerpos!!!

Hermano nuestro Don Octavio, cuánto se podría y se debería hacer por Caridad y por Justicia con respecto a nosotras... intensifiquemos en mucho nuestra comunión y los benéficos efectos y las bendiciones de Dios serán abundantes. 
A la espera… 
Las Almas del Purgatorio
(“Confidencias de Jesús a un Sacerdote” – Mons. Ottavio Michelini)

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