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Febrero 2, 1917
El mundo se ha desequilibrado porque
ha perdido el pensamiento de la Pasión.
(1) Encontrándome en mi habitual
estado, me he encontrado fuera de mí misma, y he encontrado a mi siempre amable
Jesús, todo chorreando sangre, con una horrible corona de espinas, y con
dificultad me miraba por entre las espinas, y me dijo:
(2) “Hija mía, el mundo se ha
desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi Pasión. En las tinieblas
no ha encontrado la luz de mi Pasión que lo ilumine, que haciéndole conocer mi
Amor y cuántas penas me cuestan las almas, pueda reaccionar y amar a quien
verdaderamente lo ha amado, y la luz de mi Pasión, guiándolo, lo ponía en
guardia de todos los peligros; en la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi
Pasión que lo sostenga; en la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi
paciencia que le infunda la calma, resignación, y ante mi paciencia,
avergonzándose tenga como un deber dominarse a sí mismo; en las penas no ha
encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo las suyas le
infunda amor al sufrir; en el pecado no ha encontrado mi santidad, que
haciéndole frente le infunda odio a la culpa. ¡Ah! en todo ha prevaricado el
hombre porque se ha separado en todo de quien podía ayudarlo, por eso el mundo ha perdido el equilibrio, ha hecho como un
niño que no ha querido conocer más a su madre, como un discípulo que
desconociendo al maestro no ha querido escuchar más sus enseñanzas ni aprender
sus lecciones, ¿qué será de este niño y de este discípulo? Serán el dolor de sí
mismos y el terror y el dolor de
la sociedad. Tal se ha hecho el hombre, terror y dolor, pero dolor sin piedad,
¡ah, el hombre empeora, empeora siempre más y Yo lo lloro con lágrimas de sangre!”
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