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Mayo 19, 1922
El Divino Querer en el Cielo es felicitante, en la tierra es obrante
y multiplica su Vida, sus bienes, en el acto de la criatura.
(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver dentro de mi
interior, en el cual abriéndose una como puertecita, apoyaba sus brazos y asomaba su cabeza
para ver qué cosa hacían las otras criaturas. Yo miraba junto con Jesús, ¿pero quién puede
decir los males que se veían, las ofensas que se hacían y los castigos que lloverán? Era
horrorizante esta vista tan dolorosa; y también veía a nuestro pobre país golpeado por el
flagelo divino. Entonces yo, viendo que Jesús miraba con una ternura de amor y de dolor,
mientras que días antes me había sido imposible hacerlo dirigir su rostro y su mirada hacia las
criaturas, le he dicho:
(2) “Amor mío y vida mía, mira cuánto sufren nuestros queridos hermanos, ¿no quieres tener
piedad? Con cuántas ganas sufriría todo con tal de hacer que ellos fueran perdonados. Mira,
esto es un deber que me impone el estado de víctima, tu imitación; ¿no sufriste todo por
nosotros? ¿Y cómo quieres que no sufra yo para librarlos de los castigos, y que no te imite,
mientras que Tú sufriste tanto?” Y Jesús interrumpiendo mi hablar me ha dicho:
(3) “Ah, hija mía, ha llegado a tanto el hombre que no puedo mirarlo sino con horror, y si lo
miro es sólo desde dentro de ti, porque encontrando en ti todas las ternuras de mi Humanidad,
mis oraciones, me siento movido a mirarlo con compasión, y por amor tuyo preservaré sus
vidas. El hombre tiene necesidad de purificaciones fuertes, de otra manera no se desengaña,
y por eso arrollaré todo para renovar todo, haré cosas imprevistas, castigos nuevos de los
cuales el hombre no podrá encontrar la causa, y esto para confundirlo, pero tú no temas, por
amor tuyo disminuiré alguna cosa. Siento en ti como sentía en mi Humanidad la corriente de
las comunicaciones con todas las criaturas, y por esto me es duro no darte y no contentarte en
nada”.
29Volumen 14
(4) Más tarde me he encontrado fuera de mí misma, en un punto altísimo y he encontrado a
mi Mamá Celestial, a nuestro Arzobispo difunto, a mis padres y a mi dulce Jesús en los brazos
del obispo, el cual, en cuanto me ha visto me lo ha puesto en mis brazos diciéndome: “Tómalo
hija mía y gózalo”. Y Jesús hacía fiesta en mis brazos y ha dicho:
(5) “Hija amadísima de mi Querer, quiero renovar el vínculo del gran don de hacerte vivir en
mi Querer, y por esto he querido presentes como testigos a mi amada Mamá, al Obispo que
tomó parte en tu dirección cuando estuvo en la tierra, y a tus papás, a fin de que tú quedes
mayormente confirmada en mi Voluntad y recibas toda la corriente y los bienes que mi
Voluntad contiene, y ellos sean los primeros en recibir la gloria del obrar del vivir en mi Querer.
Tú no eres otra cosa que un átomo en mi Querer, pero en este átomo Yo pongo todo el peso
de mi Voluntad, a fin de que conforme te muevas, el mar inmenso de mi Querer reciba su
movimiento, las aguas se encrespen y como agitadas exhalen su frescura, sus perfumes, y
desborden en bien del Cielo y de la tierra. El átomo es pequeño, ligerísimo, y no es capaz de
agitar todo el mar inmenso de mi Voluntad, pero puesto dentro de él todo el peso de Ella, será
capaz de todo, y me darás campo para dar de Mí otros actos divinos, serás como la
piedrecilla arrojada en la fuente, que conforme cae, las aguas se encrespan, se agitan y
exhalan su frescura y su perfume; pero la piedrecilla no contiene el peso de mi Voluntad y por
eso no puede hacer que la fuente se desborde, pero tu átomo con el peso de mi Querer, no
sólo puede arrastrar mi mar, sino inundar Cielo y tierra.
(6) Como dentro de un solo respiro vendrás a absorber toda mi Voluntad con todos los
bienes que Ella contiene, y de otro respiro la pondrás fuera, y mientras esto haces, cuantas
veces la aspires y cuantas veces la emitas, tantas veces multiplicarás mi Vida, mis bienes. En
el Cielo los bienaventurados gozan de toda la beatitud que contiene mi Querer, viven en Él
como en su propio centro, pero no lo multiplican, pues en ellos están ya fijos sus méritos; pero
tú eres más feliz que ellos pudiendo multiplicar mi Vida, mi Querer, mis bienes; en ellos mi
Querer es felicitante, en ti es obrante y pido tus actos para multiplicarme. Cuando tú obras
estoy mirando con ansias si obras en mi Querer para recibir el contento de verme multiplicado
en tu acto. ¡Cuánto deberías estar atenta, y no dejar pasar nada!”
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