Ser ignorante no es pecado, pero se puede volver, pues si uno puede salir de ello en lo que concierne al bien eterno y no lo hace, la persona puede morir eternamente. Pues hoy dia la gente se preocupa por no ser ignorante al mundo pero si a las cosas de Dios, y esta ignorancia no la va a justificar Dios el día de su juicio, por eso los Apóstoles decían que era mejor hacerse necios ante las cosas del mundo que pasan, para ser agradable a Dios.
jueves, 29 de septiembre de 2022
miércoles, 28 de septiembre de 2022
LO QUE ENTRA POR LA BOCA NO CONTAMINA AL HOMBRE, SINO LO QUE SALE DE SU CORAZÒN LO QUE LO CONTAMINA.
301
Parábola de las frentes destronadas y explicación de la parábola sobre lo no puro.
Jesús regresa solamente a Endor. Se detiene en la primera casa del pueblo, que es más un aprisco que una casa; pero, precisamente por serlo, con establos bajos, cerrados, colmados de heno, puede alojar a los trece peregrinos. El dueño, un hombre rudo pero bueno, se apresura a llevar una lámpara y un pequeño cubo de leche espumosa, y unos panes muy oscuros.
Luego se retira, con la bendición de Jesús, que se queda sólo con los doce apóstoles. Jesús ofrece el pan y lo distribuye. A falta de escudillas o tazas, cada uno moja sus rebanadas de pan en el cubo y, cuando tiene sed, bebe directamente de él. Jesús sólo bebe un poco de leche. Está serio, silencioso... Tanto que, acabada la comida, saciada el hambre que en los apóstoles nunca falta, terminan por darse cuenta de su mutismo.
Andrés es el primero que pregunta:
-¿Qué te sucede, Maestro? Te veo triste o cansado...
-No niego que lo esté.
-¿Por qué? ¿Por esos fariseos? Pues si ya deberías estar acostumbrado a ellos... ¡Casi, casi que me he acostumbrado yo que...! Ya sabes cómo era yo las primeras veces con ellos. ¡Cantan siempre la misma canción!... La verdad es que las serpientes sólo pueden silbar; jamás ninguna logrará imitar el canto del ruiseñor. Se termina por no hacer caso - dice Pedro, parte convencido, parte queriendo liberar de preocupaciones a Jesús.
-Así es como se pierde el control y se cae en sus roscas. Os ruego que no os habituéis nunca a las voces del Mal como si fueran voces inocuas.
-¡Ah, sí! Pero no deberías estar triste, si es sólo por eso. Ya ves cómo te ama el mundo - dice Mateo.
-¿Pero es sólo por eso por lo que estás triste de esa forma? Dímelo, Maestro bueno. ¿O es que te han referido mentiras, o te han insinuado calumnias, o sospechas, o qué sé yo... respecto a nosotros, que te queremos? - pregunta presuroso y lisonjero el Iscariote, pasando un brazo por detrás de Jesús, que está sentado en el heno a su lado. Jesús vuelve la cara en la dirección de Judas. Sus ojos emanan un relámpago fosfórico a la luz trémula de la lámpara colocada en el suelo, en medio del círculo de los que están sentados en el heno dispuesto como bajo asiento en redondel. Jesús mira muy fijamente a Judas de Keriot, y mirándolo, le pregunta:
-¿Y me crees tan necio como para recibir como verdaderas las insinuaciones de cualquiera, hasta el punto de preocuparme por ellas? Son las realidades, Judas de Simón, las que me preocupan - y su mirada no deja ni un momento de hincarse, derecha como un calador, en la pupila oscura de Judas.
-¿Qué realidades te turban, entonces? - pregunta seguro el Iscariote.
-Las que veo en el fondo de los corazones y leo en las frentes destronadas.
Jesús marca mucho esta palabra.
Todos se agitan:
-¿Destronadas? ¿Por qué? ¿Qué quieres decir?
-Un rey pierde el trono cuando es indigno de permanecer en él. Lo primero que se le quita es la corona que tiene en su frente como en el lugar más noble del hombre, único animal que - siendo animal como materia, pero sobrenatural como ser dotado de alma - tiene la frente erguida hacia el cielo. Pero no es necesario ser rey con un trono terreno para poder ser destronados. Todo hombre es rey por el alma y su trono está en el Cielo. Pero cuando un hombre prostituye su alma y viene a ser un animal, y viene a ser un demonio, entonces pierde el trono. El mundo está lleno de frentes destronadas, que ya no están erguidas hacia el Cielo, sino agachadas hacia el Abismo, gravadas con la palabra que en ellas ha esculpido Satanás. ¿Queréis saber qué palabra es? Es la que leo en las frentes. Está escrito en ellas: "¡Vendido!". Y, para que no tengáis dudas acerca de quién es el comprador, os digo que es Satanás, en sí mismo y en los siervos que tiene en el mundo».
-¡Comprendo! Esos fariseos, por ejemplo, son siervos de un siervo que está por encima de ellos y que a su vez es siervo de Satanás -dice convencido Pedro.
Jesús no rebate.
-Pero, ¿sabes, Maestro, que esos fariseos, cuando han oído tus palabras, se han marchado escandalizados? A1 salir se han chocado conmigo y lo decían... Has estado muy tajante - observa Bartolomé.
Y Jesús replica:
-Pero muy verdadero. Si se tienen que decir estas cosas, es culpa de ellos, no mía. Es más, decirlas es un acto de caridad por mi parte. Toda planta que no haya plantado mi Padre celeste debe ser arrancada; y plantas no plantadas por Él es el improductivo brezal de parásitas hierbas, sofocantes, espinosas, que ahogan la semilla de la Verdad santa. Caridad es extirpar las tradiciones y preceptos que ahogan el Decálogo, lo enmascaran, hacen de él una cosa ineficaz e imposible de ser observado.
Para las almas honestas, es caridad hacerlo. Respecto a ésos, a los alteros obstinados, cerrados a toda acción y consejo del Amor, dejadlos; que los sigan los que por corazón y por tendencias son semejantes a ellos. Son ciegos, guías de ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, por fuerza caerán los dos en la fosa. Dejadlos que se nutran de esas cosas contaminadas a las que dan el nombre "pureza"; ya no pueden contaminarlos más, porque lo único que hacen es colocarse bien en la matriz de que provienen.
-Esto que dices ahora empalma con cuanto dijiste en casa de Daniel, ¿no es verdad? Que no es lo que entra en el hombre lo que contamina, sino lo que sale del hombre» pregunta, pensativo, Simón e1 Zelote.
-Sí - dice escuetamente Jesús.
Pedro, después de un silencio, porque la seriedad de Jesús congela hasta el carácter más exuberante, solicita:
-Maestro, yo - y no sólo yo - no he comprendido bien la parábola. Explícanosla un poco. ¿Cómo es que lo que entra no contamina y lo que sale contamina? Yo, si tomo un ánfora limpia y meto en ella agua sucia, la ensucio. Por tanto, lo que entra en el ánfora la ensucia. Pero si de un ánfora llena de agua pura arrojo agua al suelo, no ensucio el ánfora, porque del ánfora sale agua pura. ¿Y entonces?
Y Jesús:
-Nosotros no somos ánforas, Simón. No somos ánforas, amigos. ¡Y en el hombre no todo es puro! ¿Entonces también vosotros estáis sin inteligencia? Reflexionad sobre el caso que esgrimían contra vosotros los fariseos. Vosotros, decían, os contaminabais porque llevabais alimento a vuestra boca con manos polvorientas, sudadas... bueno, sin lavar. Pero, ¿esa comida a dónde iba? De la boca al estómago, de éste al vientre, del vientre a la cloaca. ¿Podrá, pues, portar impureza a todo el cuerpo, y a lo que en él está contenido, pasando sólo por el canal a ello destinado, cumpliendo su oficio de nutrir a la carne, sólo a ella, para terminar, como conviene, en una cloaca? ¡No es esto lo que contamina al hombre! Lo que contamina al hombre es lo que es suyo, únicamente suyo, aquello que suyo ha engendrado y dado a la luz. O sea, aquello que tiene en el corazón y del corazón sube a los labios y a la cabeza y corrompe el pensamiento y la palabra y contamina a todo el hombre. Del corazón vienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias. Del corazón vienen avaricias, lujurias, soberbias, envidias, iras, apetitos intemperados, ocios pecaminosos. Del corazón viene el fómite de las distintas acciones; si el corazón es malo, malas serán éstas como el corazón. Todas las acciones: desde los actos de idolatría a las murmuraciones insinceras... Todas estas cosas malas que van del interior hacia afuera contaminan al hombre, no el comer sin lavarse las manos. La ciencia de Dios no es cosa del suelo, lodo para ser pisado por todo pie; es algo sublime, que habita en las regiones de las estrellas, de donde desciende con rayos de luz para informar de sí a los justos. No queráis, vosotros al menos, arrancarla de los cielos para envilecerla en el fango... Id a descansar ahora. Yo salgo para orar.
Fuente; Cuadernos de Marìa Valtorta, segundo año publico de nuestro Señor Jesucristo
jueves, 22 de septiembre de 2022
DICE JESUS A: LOS PADRES, MUJERES, HIJOS, JUECES-
21 de octubre
Dice Jesús:
«Vuelvo a reanudar el tema 149 de las almas acogidas en el Purgatorio. Si has aferrado
todo el sentido de mis palabras, no importa. Estas páginas son para todos, porque todos
tienen seres queridos en el Purgatorio y así todos, por la vida que llevan, están destinados a
detenerse en esa morada. Sigo por tanto para los unos y para los otros.
He dicho que las almas purgantes sólo sufren por amor y expían con amor. Éstas son las
razones de este modo de expiación.
Si vosotros, hombres inconscientes, consideráis atentamente mi Ley en sus consejos y en
sus mandamientos, veis que gira totalmente alrededor del amor. Amor hacia Dios, amor
hacia el prójimo.
En el primer mandamiento Yo, Dios, me impongo a vuestro amor reverencial con toda la
solemnidad digna de mi Naturaleza respecto de vuestra nada: "Yo soy el Señor tu Dios".
Os olvidáis de ello demasiadas veces, hombres que os creéis dioses y, si no tuvierais en
vosotros un espíritu vivificado por la gracia, sólo seríais polvo y podredumbre, animales que
unís a la animalidad la astucia de la inteligencia poseída por la Bestia, que os hace cometer
obras de animales, peor que de animales: de demonios.
Decíoslo mañana y noche, decíoslo a mediodía y a media noche, decíoslo cuando coméis,
cuando bebéis, cuando vais a dormir, cuando os despertáis, cuando trabajáis, cuando
descansáis, decíoslo cuando amáis, decíoslo cuando contraéis amistades, decíoslo cuando
mandáis y cuando obedecéis, decíoslo siempre: "Yo no soy Dios. La comida, la bebida, el
sueño no son Dios. Él trabajo, el descanso, las ocupaciones, las obras del genio, no son
Dios. La mujer, o peor: las mujeres, no son Dios. Las amistades no son Dios. Los superiores
no son Dios. Uno sólo es Dios: es mi Señor que me ha dado esta vida para que con ella
merezca la Vida que no muere, que me ha dado vestidos, alimentos, moradas, que me ha
dado el trabajo para que me gane la vida, la genialidad para que dé muestra de ser el rey de
la tierra, que me ha dado capacidad de amar y criaturas para amar "con santidad" y no con
concupiscencia, que me ha dado el poder, la autoridad para que los convierta en medios de
santidad, no de condenación. Yo puedo hacerme semejante a Él porque Él lo ha dicho:
'Dioses sois', pero sólo si vivo su Vida, esto es su Ley, pero sólo si vivo su Vida, esto es su
149
Ya tratado en el dictado del 17 de octubre
250Amor. Uno sólo es Dios: ÉL Yo soy su hijo Y súbdito, el heredero de su reino. Pero si deserto
y traiciono, si me creo un reino mío en el que quiero ser rey y dios humanamente, entonces
pierdo el verdadero Reino y mi condición de hijo de Dios decae y se degrada a la de hijo de
Satanás, porque no se puede servir a la vez al egoísmo y al amor, y quien sirve al primero
sirve al enemigo de Dios y pierde el Amor, o sea, pierde a Dios".
Quitad de vuestra mente y de vuestro corazón todos los falsos dioses que os habéis
colocado, comenzando por el dios de barro que sois vosotros mismos cuando no vivís en Mí.
Acordaos de cuanto me debéis por cuanto os he dado -y más os habría dado si no hubierais
atado las manos a vuestro Dios con vuestra forma de vida- lo que os he dado para la vida de
cada día y para la vida eterna. Por ésta, Dios os ha dado a su Hijo, para que fuera inmolado
como cordero sin mancha y lavase vuestras deudas con su Sangre y no hiciera así, como en
los tiempos mosaicos, recaer la iniquidad de los- padres sobre los hijos hasta la cuarta
generación de los pecadores, que son "quienes me odian" porque el pecado es ofensa a
Dios y quien ofende odia.
No alcéis otros altares a dioses no verdaderos. Tened sólo y exclusivamente al Señor Dios
vuestro, y no en altares de piedra, sino sobre el altar vivo de vuestro corazón. Servidle a Él y
ofrecedle verdadero culto de amor, de amor, de amor, hijos que no sabéis amar, que decís,
decís, decís palabras de oración, sólo palabras, pero que no hacéis del amor vuestra oración,
la única que agrada a Dios.
Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las
llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitas veces mayor
que miles y miles de oraciones y ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío. Atraed mi
Misericordia con vuestro amor. ¡Si supierais qué activa y grande es mi Misericordia hacia
quien me ama! Es una ola que pasa y lava cuanto constituye mancha en vosotros. Os da una
estola cándida para entrar en la Ciudad santa del Cielo, en la que la Caridad del Cordero que
se ha dejado inmolar por vosotros resplandece como el sol.
No utilicéis el Nombre santo por costumbre o para reforzar vuestra ira, para desahogar
vuestra impaciencia, para corroborar vuestras maldiciones. Y sobre todo no apliquéis el
término "dios" a la criatura humana que amáis por hambre de los sentidos o por culto de la
mente. Este nombre debe decirse sólo a Uno. A Mí. Y a Mí se me debe decir con amor, con
fe, con esperanza. Entonces ese Nombre será vuestra fuerza y vuestra defensa. El culto a
este Nombre os justificará, porque quien obra poniendo mi Nombre como sello de sus
acciones no puede cometer acciones malvadas. Hablo de quien actúa con sinceridad, no de
los mentirosos que tratan de cubrirse a sí mismos y sus obras con el resplandor de mi
Nombre tres veces santo. ¿Y a quien tratan de engañar? Yo no estoy sujeto a engaño, y los
hombres mismos, a no ser que sean enfermos mentales, al comparar las obras de los
mentirosos con su decir comprobarán que son unos falsos y sentirán desprecio y asco de
ellos.
Vosotros que no sabéis amar más que a vosotros mismos y a vuestro dinero, y os parece
perdido cualquier momento que no esté dedicado a satisfacer la carne o henchir el bolsillo,
que sepáis, en vuestro gozar o trabajar como glotones y rudos, hacer un inciso que os
permita pensar en Dios, en su bondad, en su paciencia, en su amor. Deberíais, lo repito,
tenerme siempre presente hagáis lo' que hagáis; pero como no sabéis obrar manteniendo el
espíritu fijo en Dios, una vez a la semana cesad de obrar para pensar sólo en Dios.
Ésta, que puede pareceros una ley servil, es en cambio prueba de cómo Dios os ama.
Vuestro buen Padre sabe que sois máquinas frágiles que se desgastan por el uso continuo, y
ha provisto a vuestra carne, también a ella porque igualmente es obra suya, ordenándoos
que la hagáis descansar un día de cada siete para darle su justo reposo. Dios no quiere
251vuestras enfermedades. Si hubierais permanecido hijos suyos, realmente suyos, desde Adán
en adelante, no habríais conocido las enfermedades. Éstas son fruto de vuestras deso-
bediencias a Dios, junto con el dolor y la muerte; han nacido y nacen como setas sobre las
raíces de la primera desobediencia: la de Adán y brotan unas de las otras, trágica cadena,
del germen que os quedó en el corazón, del veneno de la Serpiente maldita que. os produce
fiebres de lujuria, de avaricia, de gula, de desidia, de imprudencias culpables.
Y es imprudencia culpable el querer forzar vuestro ser a un trabajo continuo para ganancia,
como lo es el querer excederse en el gozo de la gula o del sentido al no querer contentaros
con el alimento necesario para la vida y con la compañera necesaria para la continuidad de
la especie, sino saciándoos desmesuradamente como animales de un cenagal extenuándoos
y envileciéndoos como -no como bestias, que no son semejantes sino superiores a vosotros
en el connubio al que van obedeciendo las leyes del orden- sino envileciéndoos más que las
bestias: como demonios que desobedecen a las santas leyes del recto instinto, de la razón y
de Dios.
Habéis corrompido vuestro instinto y ahora éste os lleva a preferir alimentos corrompidos,
formados por lujurias en las que profanáis vuestro cuerpo: mi obra; vuestra alma: mi obra de
arte; y matáis embriones de vida negándoles la vida porque los suprimís antes de tiempo
voluntariamente o mediante vuestras lepras que son veneno mortal para las vidas
incipientes.
¿A cuántas almas vuestro apetito sensual llama del Cielo para cerrarles después las
puertas de la vida? ¿Cuántas las que apenas alcanzan el confín y ven la luz ya moribundas o
muertas, y le impedís el Cielo? ¿Cuántas aquéllas a las que imponéis un peso de dolor, que
no siempre pueden soportar, con una existencia enferma, marcada por dolencias dolorosas y
vergonzosas? ¿Cuántas las que no pueden resistir esta clase de martirio no deseado, sino
impuesto por vosotros como una marca de fuego sobre la carne, que habéis generado sin
pensar que, cuando se está corrompidos como sepulcros llenos de podredumbre, ya no es
lícito generar hijos para condenarles al dolor y al desprecio de la sociedad? ¿Cuántas las
que, no pudiendo resistir esta suerte, se suicidan?
¿Pero qué os creéis? ¿Qué las condenaré por este delito contra Dios y contra sí mismas?
No. Antes que ellas, que pecan contra dos, estáis vosotros que pecáis contra tres: contra
Dios, contra vosotros mismos y contra los inocentes que generáis para llevarles a la deses-
peración. Pensadlo. Pensadlo bien. Dios es justo, y si pesa la culpa, pesa también la causa
de la culpa. Y en este caso el peso de la culpa aligera la condena del suicida, pero carga
vuestra condena, verdaderos homicidas de vuestras criaturas desesperadas.
En ese día de descanso que Dios ha puesto en la semana, y os ha dado su ejemplo de
reposo -pensad, Él: el Agente infinito, el Generante que por Sí mismo se genera
continuamente, Él ha mostrado la necesidad de descanso, lo ha hecho por vosotros, para
seros Maestro en la vida. Y vosotros, insignificantes potencias, ¡no lo queréis tener en cuenta
como si fuerais más poderosos que Dios!-. En ese día de reposo para vuestra carne que se
quiebra por el excesivo cansancio, sabed ocuparos de los derechos y de los deberes del
alma. Derechos: a la verdadera Vida. El alma muere si se la mantiene separada de Dios.
Dadle el domingo a vuestra alma -dado que no sabéis hacerlo todos los días y a todas las
horas- para que en el domingo se nutra de la Palabra de Dios, se colme de Dios, para tener
vitalidad durante los demás días de trabajo. ¡Qué dulce es el descanso en la casa del padre
para un hijo al que el trabajo ha mantenido alejado durante toda la semana! ¿Por qué no dais
a vuestra alma esta dulzura? ¿Por qué ensuciáis este día con embriagueces y
concupiscencias en vez de transformarlo en brillante luz para vuestra bienaventuranza de
ahora y de después?
252Y; tras el amor hacia quien os ha creado, el amor a quien os ha generado y a quien es
vuestro hermano. Si Dios es Caridad ¿cómo podéis decir de estar en Dios si no tratáis de
pareceros a Él en la caridad? ¿Y podéis decir que os parecéis si sólo le amáis a Él y no a los
demás creados por Él? Sí, debe amarse a Dios más que a nadie, pero no puede decir que
ama a Dios el que menosprecia amar a quienes Dios ama.
Por tanto amad en primer lugar a quienes, por haberos generado, son los segundos
creadores de vuestro ser en la tierra. El Creador supremo es el Señor Dios, que forma
vuestras almas y, dueño como es de la Vida y de la Muerte, permite vuestro nacer a la vida.
Pero los creadores segundos son los que de dos carnes y de dos sangres hacen una nueva
carne, un nuevo hijo de Dios, un nuevo futuro 21 oct. habitante de los Cielos. Porque estáis
creados para los Cielos, y para los Cielos debéis vivir sobre la tierra.
¡Oh! ¡Qué sublime dignidad la del padre y la de la madre! Episcopado santo -lo digo con
una palabra osada pero verdadera- que consagra un nuevo siervo a Dios con el crisma de un
amor conyugal, le lava con el llanto de la madre, le viste con el trabajo del padre, le hace
portador de la Luz infundiendo el conocimiento de Dios en las mentes infantiles y el amor de
Dios en los corazones inocentes. En verdad os digo que los padres son poco inferiores a
Dios sólo por el hecho de crear un nuevo Adán. Pero luego, cuando los padres saben hacer
del nuevo Adán un nuevo pequeño Cristo, entonces su dignidad es apenas un grado inferior
a la del Eterno.
Amad, pues, con un amor sólo inferior al que debéis tener por el Señor Dios vuestro, a
vuestro padre y vuestra madre, esta doble manifestación de Dios que el amor conyugal hace
ser una "unidad". Amadla porque su dignidad y sus obras son las más semejantes a las de
Dios hacia vosotros: los padres son vuestros creadores terrenos, y todo en vosotros debe
venerarles como tales.
Y amad a vuestra prole, padres. Recordad que a cada deber le corresponde un derecho, y
si los hijos tienen el deber de ver en vosotros la mayor dignidad después de Dios y de daros
el mayor amor después del amor total que debe darse a Dios, vosotros tenéis el deber de ser
perfectos para no disminuir el concepto y el amor de los hijos hacia vosotros.
Acordaos de que generar una carne es mucho y nada al mismo tiempo. También los
animales generan una carne y muchas veces la cuidan mejor que vosotros. Pero vosotros
generáis un ciudadano de los Cielos. De esto debéis preocuparos. No apaguéis la luz en el
alma de los hijos, no permitáis que la perla del alma de vuestros hijos se acostumbre al fango
para que esa costumbre no la empuje a sumergirse en el fango. Dad amor, amor santo a
vuestros hijos, y no necios cuidados a la belleza física, a la cultura humana. No. La que
debéis cuidar es la belleza de su alma, la educación de su espíritu.
La vida de los padres es sacrificio como la de los sacerdotes y los maestros convencidos
de su misión. Las tres categorías son "formadores" de lo que no muere: el espíritu, o la
psique, si os gusta más. y dado que el espíritu es a la carne en la proporción de 1000 a 1,
pensad qué perfección deberían alcanzar padres, maestros y sacerdotes para ser
verdaderamente como debieran. Digo ''perfección''. No basta "formación". Deben formar a los
demás, pero para formarles no deformes deben modelarles sobre un modelo perfecto. ¿Y
cómo pueden pretenderlo si ellos mismos son imperfectos? ¿Y cómo pueden llegar a ser
perfectos ellos mismos si no se modelan sobre el Perfecto que es Dios? ¿Y qué puede hacer
al hombre capaz de modelarse según Dios? El amor. Siempre el amor. Sois hierro basto e in-
forme. El amor es el horno que os purifica y derrite y os vuelve líquidos para colaros,
mediante las venas sobrenaturales, en la forma de Dios. Entonces seréis los "formadores" de
los demás: cuando os hayáis formado sobre la perfección de Dios.
Muchas veces los hijos representan el fracaso espiritual de los padres. A través de los hijos
253se ve lo que valían los padres. Porque, si bien es verdad que a veces nacen hijos
depravados de padres santos, ésta es la excepción. Generalmente al menos uno de los
padres no es santo y, dado que os resulta más fácil copiar el mal que el bien, el hijo copia al
menos bueno. Y también es verdad que a veces de padres depravados nace un hijo santo.
Pero también aquí es difícil que ambos padres sean depravados. Por ley de compensación el
más bueno de los dos es bueno por los dos, y con oraciones, lágrimas y palabras, cumple la
obra de los dos formando al hijo para el Cielo.
De todas formas, hijos, sean cuales sean vuestros padres, Yo os digo: "No juzguéis, sólo
amad, sólo perdonad, sólo obedeced, salvo en las cosas que son contrarias a la Ley.
Vosotros tenéis el mérito de la obediencia, del amor y del perdón, de vuestro perdón de hijos,
María, que acelera el perdón de Dios para los padres, y lo acelera más cuanto más sea
perdón total; a los padres la responsabilidad y el justo juicio, sea relativo a vosotros, sea por
cuanto corresponde a Dios, de Dios, único Juez".
Es superfluo explicar que matar es faltar al amor. Amor hacia Dios a quien quitáis el
derecho de vida y de muerte hacia su criatura y el derecho de Juez. Sólo Dios es Juez, y
Juez santo, y si ha permitido al hombre el crearse tribunales de justicia para poner un freno
tanto al delito como al castigo, ¡ay de vosotros si, como faltáis a la justicia de Dios, faltáis a la
justicia del hombre erigiéndoos en jueces de un semejante que ha faltado o creéis que haya
faltado contra vosotros!
Pensad, pobres hijos, que la ofensa, el dolor, trastornan la mente y el corazón, y que la ira
y el mismo dolor ponen un velo a vuestra visión intelectual, velo que os impide la visión. de la
auténtica verdad y de la caridad como Dios os la presenta, para que sepáis regular con ella
vuestra indignación, aunque sea justa, y no cometáis una injusticia con una condena
demasiado despiadada. Sed santos también mientras os quema la ofensa. Acordaos de Dios
sobre todo entonces.
y también sed santos vosotros, jueces de la tierra. Pasan por vuestras manos los horrores
más vivos de la humanidad. Examinadlos con mente y con ojos llenos de Dios. Mirad el
"porqué" verdadero de algunas "miserias". Pensad que aunque sean verdaderas "miserias"
de la humanidad que se degrada, muchas son. las causas que las producen. Buscad en la
mano que mata la fuerza que la movió a matar y recordad que también vosotros sois
hombres. Preguntaos si vosotros: traicionados, abandonados, provocados, hubierais sido
mejores que ése o ésa que está delante vuestra en espera de sentencia. Haciendo un
examen severo sobre vosotros, pensad si no hay alguna mujer que pueda acusaros de ser
los verdaderos asesinos del hijo que le suprimió, porque tras el momento de alborozo os
habéis sustraído a vuestro compromiso de honor. Y; si lo podéis hacer, sed también severos.
Pero si, tras haber pecado contra la criatura nacida de vuestra insidia y vuestra lujuria, aún
queréis obtener perdón de Aquél a quien no se engaña y que no olvida, aún a pesar de años
y años de vida correcta, esa incorrección que no habéis querido reparar, o ese delito que
habéis provocado, afanaos por lo menos en prevenir el mal, especialmente allí donde la
frivolidad femenina y la miseria del ambiente predisponen a las caídas en el vicio y en el
infanticidio.
Recordad, hombres, que Yo, el Puro, no he rehusado redimir a las mujeres sin honor. Y
por el honor que ya no tenían, he hecho surgir de su ánimo, como flor de un suelo profanado,
la flor viva del arrepentimiento que redime. He dado mi piadoso amor a esas pobres
desgraciadas que un así llamado "amor" había postrado en el fango. Mi verdadero amor las
ha salvado de la lujuria que el así llamado amor les había inyectado. Si las hubiera maldecido
y huido de ellas, las habrías perdido para siempre. Las he amado también por el mundo, que
tras haber gozado de ellas las recubre de burla hipócrita y falso desprecio. En lugar de las
254caricias de pecado las he acariciado con la pureza de mi mirada; en lugar de palabras de
delirio, he tenido palabras de amor por ellas; en vez de la moneda, vergonzoso precio de su
beso, les he dado las riquezas de mi Verdad.
Así se hace, hombres, para sacar del fango a quien se está hundiendo en él, no se agarra
uno al cuello para que sean dos los que perezcan, ni se tiran piedras para hundirle todavía
más. Es el amor, siempre el amor el que salva. .
Ya os he hablado 150 de cuanto sea el adulterio un pecado contra el amor, y no lo repito, al
menos por ahora. Hay mucho que decir acerca de esta regurgitación de animalidad -tanto
que ni siquiera entenderíais, porque os vanagloriáis de ser traidores del hogar- pero callo por
piedad hacia mi pequeña discípula. No quiero agotar las fuerzas de la criatura exhausta y
turbar su ánimo con crudezas humanas porque, cercano de la meta, sólo piensa en el Cielo.
Es obvio que quien roba peque contra el amor. Si se acordase de no hacer a los demás lo
que no quisiera que se le hiciera a él, y amase a los demás como a sí mismo, no quitaría con
violencia y estafa lo que es de su prójimo. Entonces no faltaría al amor, como en cambio
hace cometiendo rapiñas que tanto puede ser de mercancía o de dinero como de empleo.
¡Cuántos robos se cometen hurtando un puesto al amigo, una ocurrencia al compañero! Sois
ladrones, tres veces ladrones, haciendo esto. Lo sois más que si robarais una cartera o una
piedra preciosa, porque sin éstos aún se puede vivir, pero sin un trabajo remunerado se
muere, y con ése a quien le robaron el puesto muere de hambre su familia.
Os he dado la palabra como signo de superioridad sobre todos los demás animales de la
tierra. Por tanto deberíais amarme por la palabra, mi don. Pero ¿puedo decir que me amáis
por la ,palabra cuando de este don del Cielo os hacéis un arma para hundir al prójimo con el
falso juramento? No, no me amáis ni a Mí ni al prójimo cuando afirmáis la mentira, al
contrario, nos odiáis. ¿N o pensáis que la palabra no sólo mata la carne sino la reputación
del hombre? Quien mata odia, quien odia no ama.
La envidia no es caridad: es anticaridad. Quien desea descomedidamente las cosas de los
demás es envidioso y no ama. Contentaos con lo que tenéis. Pensad que bajo la apariencia
de alegría a menudo se encuentran dolores que Dios ve y que se os ahorran a vosotros,
aparentemente menos felices de quienes envidiáis. Qué si, por otra parte, el objeto de
vuestro deseo es la mujer o el marido del prójimo, sabed entonces que unís al pecado de
envidia los de lujuria y adulterio. Con eso cometéis una triple ofensa a la Caridad contra Dios
y contra el prójimo.
Como veis, si transgredís el decálogo transgredís el amor. Así es para los consejos que os
he dado que son las flores de la planta de la Caridad. Entonces, si transgrediendo la Ley
transgredís el amor, es evidente que el pecado es falta contra el amor. Y por eso debe ex-
piarse con amor.
El amor que no habéis sabido profesarme en la tierra me lo tenéis que dar en el Purgatorio.
Por eso os digo que el Purgatorio sólo es sufrimiento de amor.
Durante toda la vida habéis amado poco a Dios en su Ley. Os habéis echado a la espalda
la idea de Él, habéis vivido amando a todos y amándole poco a Él. Es justo que, no habiendo
merecido el Infierno y no habiendo merecido el Paraíso, os lo merezcáis ahora, encen-
diéndoos de caridad, ardiendo por cuanto habéis sido tibios en la tierra. Es justo que
suspiréis durante miles y miles de horas de expiación de amor lo que no habéis suspirado
miles y miles de veces en la tierra: por Dios, finalidad suprema de las inteligencias creadas. A
cada vez que habéis vuelto la espalda al amor corresponden años y siglos de nostalgia
amorosa. Años o siglos según la gravedad de vuestra culpa.
150
En el dictado del 25 de septiembre
255Estando ya seguros de Dios, conocedores de su suprema belleza por el fugaz encuentro
del primer juicio, cuyo recuerdo tenéis con vosotros para haceros aún más viva el ansia de
amor, suspiráis por Él, lloráis su lejanía, os lamentáis y arrepentís de haber sido vosotros la
causa de tal lejanía y os hacéis cada vez más permeables a ese fuego encendido de la
Caridad hacia vuestro supremo bien.
Cuando, por las oraciones de los vivientes que os aman, los méritos de Cristo son
lanzados como esencia de ardor en el fuego santo del Purgatorio, la incandescencia de amor
os penetra más fuerte y más adentro, y entre el resplandor de las llamas, cada vez se hace
más lúcido en vosotros el recuerdo de Dios visto en aquel instante.
Así como en la vida de la tierra cuanto más crece el amor más sutil se hace el velo que
cela al viviente la Divinidad, del mismo modo en el segundo reino cuanto más crece la
purificación, y por ello el amor, más cercano y visible se hace el rostro de Dios. Ya trasluce y
sonríe entre el centelleo del santo fuego. Es como un Sol que cada vez se acerca más, cuya
luz y calor anulan cada vez más la luz y el calor del fuego purificante, hasta que, pasando del
merecido y bendito tormento del fuego al conquistado y bienaventurado alivio de la posesión,
pasáis de llama a Llama, de luz a Luz, salís para ser luz y llama en El, Sol eterno, como
chispa absorbida por una hoguera y como candelero arrojado en un incendio,
¡Oh! gozo de los gozos cuando os encontréis elevados a mi Gloria, pasados de ese reino
de espera al Reino de Triunfo. jOh! ¡conocimiento perfecto del Perfecto Amor!
Este conocimiento, María, es misterio que la mente puede conocer por voluntad de Dios,
pero que no puede describir con palabra humana. Cree que merece la pena sufrir toda una
vida por poseerla desde el momento de la muerte. Cree que no hay caridad mayor que
procurarla con las oraciones a quienes amaste en la tierra y que ahora comienzan su
purificación en el amor, a quienes en vida tantas y tantas veces cerraron las puertas del
corazón.
Animo, bendita a la que son desveladas las verdades escondidas. Actúa, obra y sube. Por
ti misma y por quienes amas en el más allá.
Deja consumar en el Amor el estambre de tu vida. Vierte tu amor sobre el Purgatorio para
abrir las puertas del Cielo a quienes amas.
Serás bienaventurada si sabes amar hasta la incineración de cuanto es débil y pecó. Los
Serafines salen al encuentro del espíritu purificado con la inmolación de amor y le enseñan el
"Sanctus" eterno para cantar al pie de mi trono».
Fuente; Cuaderno del año 1943 del Evanagelio como me ha sido revelado por Marìa Valtorta
miércoles, 21 de septiembre de 2022
martes, 20 de septiembre de 2022
LA POLITICA Y LA DEMOCRACIA NUNCA Y NO HASIDO UTIL A LOS PUEBLOS Y NUNCA LO SERÀ. DIVIDIERON A LOS PUEBLOS.
-Vemos que incluso en este mundo un reino dividido en facciones contrarias se hace internamente débil, fácil presa de la
agresión y acción devastadora de los estados vecinos, y éstos lo esclavizan. Ya en este mundo vemos que una ciudad dividida en
partes contrarias pierde el bienestar (lo mismo se diga de una familia cuyos miembros estén divididos por el odio): se
desmorona, se convierte en una fragmentación que a nadie sirve, irrisión para los ciudadanos. La concordia, además de deber,
es astucia, porque mantiene la independencia, la fuerza, el afecto. Esto es lo que deberían meditar los patriotas, los ciudadanos,
los miembros de una familia, cuando, por el capricho de un determinado beneficio, se ven tentados a las siempre peligrosas
opresiones y separaciones, peligrosas porque se alternan con los partidos y destruyen los afectos. Y es ésta, en efecto, la astucia
que ejercitan los dueños del mundo. Observad a Roma, observad su innegable poder, tan penoso para nosotros. Domina el
mundo. Pero está unida en un único parecer, en una sola voluntad: "dominar". Entre ellos habrá también, sin duda, contrastes,
antipatías, rebeliones. Pero estas cosas están en el fondo. En la superficie hay un único bloque, sin fisuras, sin agitaciones. Todos
quieren lo mismo y obtienen resultados por este querer, y los obtendrán mientras sigan queriendo lo mismo.
Mirad este ejemplo humano de astucia cohesiva, y pensad: si estos hijos del siglo son así, ¿qué no será Satanás? Para
nosotros ellos son diablos, y, sin embargo, su satanismo pagano no es nada respecto al perfecto satanismo de Satanás y sus
demonios. En aquel reino eterno, sin siglo, sin final, sin límite de astucia y maldad; en ese lugar en que es gozo el hacer el mal a
Dios y a los hombres -hacer el mal es el aire que respiran, es su doloroso gozo, único, atroz- se ha alcanzado con perfección
maldita la fusión de los espíritus, unidos en una Sola voluntad: "hacer el mal". Ahora bien, si -como pretendéis sostener para
insinuar dudas acerca de mi poder- me ayuda Satanás porque Yo soy un belcebú menor, ¿no entra Satanás en conflicto consigo
mismo y con sus demonios al arrojarlos de sus poseídos? ¿Y estando en conflicto consigo mismo, podrá perdurar su reino? No,
no es así. Satanás es astutísimo y no se perjudica a sí mismo. Su intención es extender su reino en los corazones, no reducirlo. Su
vida consiste en "robar - hacer el mal - mentir - agredir - turbar". Robar almas a Dios y paz a los hombres. Hacer el mal a las
criaturas del Padre, dándole así dolor. Mentir para descarriar. Agredir para gozar. Turbar porque es el Desorden. No puede
cambiar: es eterno en su ser y en sus métodos.
Pero, responded a esta pregunta: si Yo arrojo los demonios en nombre de Belcebú, ¿en nombre de quién los arrojan
vuestros hijos? ¿Querríais confesar que también ellos son belcebúes? Si lo decís, os juzgarán calumniadores; y, aunque su
santidad llegue hasta el punto de no reaccionar ante esta acusación, habréis emitido veredicto sobre vosotros mismos al
confesar que creéis tener muchos demonios en Israel, y os juzgará Dios en nombre de los hijos de Israel acusados de ser
demonios. Por tanto, venga de quien venga el juicio, en el fondo serán ellos vuestros jueces donde el juicio no sufre soborno de
presiones humanas.
Y si, como es verdad, arrojo los demonios por el Espíritu de Dios, prueba es de que ha llegado a vosotros el Reino de Dios
y el Rey de este Reino, Rey que tiene un poder tal, que ninguna fuerza contraria a su Reino le puede oponer resistencia. Así que
ato y obligo a los usurpadores de los hijos de mi Reino a salir de los lugares ocupados y a devolverme la presa para que Yo tome
posesión de ella. ¿No es así como hace uno que quiere entrar en la casa de un hombre fuerte para arrebatarle los bienes, bien o
mal conseguidos? Eso hace. Entra y lo ata. Una vez que lo ha atado, puede desvalijar la casa. Yo ato al ángel tenebroso, que me
ha arrebatado lo que me pertenece, y le quito el bien que me robó. Sólo Yo puedo hacerlo, porque sólo Yo soy el Fuerte, el
Padre del siglo futuro, el Príncipe de la Paz.
-Explícanos lo que quieres decir con "Padre del siglo futuro". ¿Es que piensas vivir hasta el próximo siglo, y, mayor
necedad aún, piensas crear el tiempo, Tú, que no eres más que un pobre hombre? El tiempo es de Dios - pregunta un escriba.-¿Y me lo preguntas tú, escriba? ¿Es que no sabes que habrá un siglo que tendrá principio pero no tendrá fin, y que será el
mío? En él, triunfaré congregando en torno a mí a aquellos que son sus hijos, y vivirán eternos como el siglo que crearé, que ya
estoy creando estableciendo al espíritu por encima de la carne, del mundo y de los seres infernales, porque todo lo puedo. Por
esto os digo que quien no está conmigo está contra mí, y que quien conmigo no recoge desparrama. Porque Yo soy el que soy. Y
quien no cree esto, que ya ha sido profetizado, peca contra el Espíritu Santo, cuya palabra fue pronunciada por los Profetas sin
mentira ni error y debe ser creída sin resistencia.
Porque os digo que todo les será perdonado a los hombres, todo pecado, toda blasfemia; porque Dios sabe que el
hombre no es sólo espíritu, sino también carne, y carne tentada sometida a imprevistas debilidades. Pero la blasfemia contra el
Espíritu no será per-donada. Uno hablará contra el Hijo del hombre y será todavía perdonado, porque el peso de la carne que
envuelve a mi Persona y que envuelve al hombre que contra mí habla puede también inducir a error. Pero quien hable contra el
Espíritu Santo no será perdonado ni en ésta ni en la vida futura, porque la Verdad es eso que es: es neta, santa, innegable, y es
manifestada al espíritu de una manera que no induce a error. Otra cosa es que yerren aquellos que, queriéndolo, quieren el
error. Negar la Verdad dicha por el Espíritu Santo es negar la Palabra de Dios y el Amor, que ha dado esa Palabra por amor hacia
los hombres. Y el pecado contra el Amor no se perdona.
Pero cada uno da los frutos de su árbol. Vosotros dais los vuestros, que no son buenos. Si dais un árbol bueno para que lo
planten en el huerto, dará buenos frutos; sin embargo, si dais un árbol malo, malo será el fruto que de él se recogerá, y todos
dirán: "Este árbol no es bueno". Porque el árbol se conoce por el fruto. ¿Cómo creéis que podéis hablar bien vosotros, que sois
malos? Porque la boca habla de lo que llena el corazón del hombre. Sacamos nuestros actos y palabras de la sobreabundancia
de lo que tenemos en nosotros. El hombre bueno saca de su tesoro bueno cosas buenas; el malo, de su tesoro malo, saca las
cosas malas. Y habla y actúa según su interior.
En verdad os digo que ociar es pecado, pero mejor es ociar que hacer obras malas. Y os digo también que es mejor callar
que hablar ociosamente y con maldad. Aunque vuestro silencio fuera ocio, guardad silencio antes que pecar con la lengua. Os
aseguro que de toda palabra dicha vanamente se pedirá a los hombres justificación en el día del Juicio, y que por sus palabras
serán justificados los hombres, y también por sus palabras serán condenados. ¡Cuidado, por tanto, vosotros, que tantas decís
más que ociosas!, pues que son no sólo ociosas sino activas en el mal y con la finalidad de alejar a los corazones de la Verdad
que os habla.
domingo, 18 de septiembre de 2022
NO CONOCEMOS A JESUS Y A MARIA; POR ENDE NO NOS CONOCEMOS A NOSOTROS MISMOS.
18 de octubre 146
Dice Jesús:
«El secreto del alma que no quiere perder a su Amor, Dios, debe ser -ya te hablé de ello 147
- permanecer siempre unida a Dios con las potencias del alma.
Hagáis lo que hagáis, tened el espíritu firme en Mí. De este modo santificaréis todas
vuestras acciones haciéndolas agradables a Dios y sobrenaturalmente útiles para vosotros.
Para quien sabe permanecer en Dios todo es oración, porque la unión no es otra cosa que
amor, y porque el amor transforma en adoraciones gratas al Señor hasta las acciones más
humildes de la vida humana.
En verdad te digo que, entre quien está muchas horas en la iglesia repitiendo palabras con
el alma ausente, y quien está en su casa, en su oficina, en su negocio, en su ocupación,
amándome a Mí y al prójimo por Mí, permaneciendo unido a Mí, quien reza es el segundo y
es a él a quien bendigo, mientras que el primero sólo está cumpliendo un precepto hipócrita
que Yo condeno y desecho.
Cuando el alma ha sabido alcanzar esta amorosa ciencia de saber permanecer con sus
potencias firmes en Mí, produce actos continuos de amor. Hasta en el sueño material me
ama, porque la carne se adormece y se despierta con mi Nombre y pensando en Mí, y
mientras que el cuerpo descansa el alma continúa amando.
Oh! ¡santos desposorios del alma con su Dios! Vínculo espiritual que no ve el ojo humano
pero que, si pudiese vedo vería un círculo de fuego que rodea a Dios y a la criatura, y
aumentando el gozo de Dios aumenta la gloria de la criatura, círculo santo que en el Cielo
será aureola sobre la frente glorificada.
El alma, encerrada como está en la carne, padece a veces, de rebote, los cansancios de la
carne. Las tentaciones de Satanás, faltas más o menos graves -no hablo del pecado mortal,
que separa violentamente al alma de su Dios, sino que hablo de las faltas más leves las
cuales, en cuanto leves, tienen como consecuencia una postración del espíritu- desilusiones,
dolores, acontecimientos de la vida que provocan con las otras causas, en los menos
formados en la vida del espíritu, cansancios del alma.
Pero tenéis que reaccionar ante éstos. Son como esos languideceres físicos que preceden
al agotamiento de la carne. ¡Ay si no se combaten desde el inicio! Pero tres veces peor si no
se combaten los languideceres del espíritu que llevan al sopor espiritual y lentamente a la
muerte del alma.
Dios no ama a los perezosos, no ama a quienes prefieren sus comodidades al buen Señor.
Dios castiga a los que se vuelven tibios. Se retira.
Vuestro buen Dios os llama para despertaros, os ruega que le acojáis, se os muestra
fatigado por haberos cercado y os pide el corazón para ampararse en él. ¿Pero no sabéis
que el tabernáculo más hermoso para vuestro Señor es vuestro corazón? El buen Dios lo in-
tenta todo para sacaros del sueño espiritual y de la pereza espiritual. A veces incluso trata de
forzar las místicas rejas del corazón e intenta entrar. Después se retira porque sólo en
escasas ocasiones recurre a la violencia. Siempre os deja libres, aunque el dejaros tales sea
dolor para Él, porque ve que hacéis mal uso de la libertad.
Algunas veces, más bien casi siempre, el alma advierte la venida de su Dios, siente su
intento de entrar y, dado que el alma recuerda que ha sido creada por Dios, se siente
estremecer de dulzura.
Vosotros oprimís el alma, no la seguís en sus deseos, pero ella se resiste a morir en
La escritora añade sobre una copia mecanografiada: Continúa comentando el Cantar
En los dictados del 26 de junio y del 10 de octubre
vosotros. Es la última que muere, muere después de que ha muerto la mente y ha muerto el
corazón por la soberbia y la lujuria; muere sólo cuando vosotros la matáis quitándole la Luz,
el Amor, la Vida, o sea Dios. Pero hasta que no está muerta, se estremece de alegría y late
de amor cuando Dios se le acerca. ¡Ay de quienes no quieren secundar estos movimientos
del alma! Se parecen a los enfermos que, con continuas imprudencias y desobediencias al
médico, agravan cada vez más la enfermedad hasta volverla mortal.
Cuando vuestra alma se deshace de dulzura porque siente a Dios tras las rejas, seguid el
movimiento del alma, dejad toda atención a la carne, poned de rodillas vuestra carne
soberbia, reconoced los derechos de la reina encerrada en vosotros, de la reina que quiere
seguir a su Rey y adorar la benevolencia del Rey que ha venido hasta vosotros para amar
vuestra alma que teníais apartada, que ha venido para amaros, para daros la garantía de
salvación también para vuestra carne, que tanto os importa pero por la que no sabéis hacer
nada realmente provechoso.
Dios quiere que en la resurrección final también vuestras carnes resplandezcan de luz y de
belleza sobrenatural y eterna. Resplandezcan por las obras santas cumplidas en la vida
terrena, por las obras cumplidas siguiendo los impulsos del alma movida por Dios.
¡Si supierais qué enorme gracia supone cada venida de Dios Amor! Si lo comprendierais
diríais a cada momento: "¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven a guiar mi alma! Sé mi Rey y mi Maestro".
Si lo supierais, señalaríais cada encuentro, cada venida, entre los días más dichosos de
vuestra vida de hombres. Y en verdad ningún acontecimiento es tan dichoso como el que Yo
entre con mi amor en vuestro corazón para salvaros y conduciros, más allá de la vida, a la
Vida verdadera, eterna y bienaventurada.
Cuando por vuestra negligencia habéis dejado pasar de largo a vuestro Maestro, afligido
por vuestra indolencia espiritual; cuando el remordimiento, grito de la conciencia que nunca
calla completamente, ni siquiera en los más depravados, despierta vuestra alma que habéis
aturdido en la tibieza y en la materialidad, sed diligentes en la reparación. Buscad
inmediatamente a Dios.
Pensad que sin Dios se vaga por caminos de muerte hasta perecer para siempre. Pensad
también que Dios es piadoso y tiene entrañas de caridad con vosotros. Él escucha
inmediatamente vuestro grito que lo llama y, aunque si para vuestro castigo está escondido
durante algún tiempo, no está lejos. Vosotros no le veis, pero Él está cerca de vosotros con
el corazón de Padre que perdona al hijo desviado y anhela estrecharlo contra su corazón.
Buscad inmediatamente a Dios. Rebasad las guardias de ronda: las insidias que el
Enemigo emplaza a lo largo del camino para impedir que un alma se le escape para
refugiarse en Dios. No os importe que Satanás, envidioso y cruel, os despoje por venganza.
Es mejor para vosotros entrar desnudos de humanidad en la vida eterna, ricos tan sólo de
riquezas espirituales, que acompañados a los umbrales de Dios por afectos, honores,
alegrías terrenas, para ser arrojados fuera porque ya lo habéis tenido todo y no merecéis
más, habiendo preferido tener este "todo", que cae y os arrastra al caer, a lo único que es
necesario tener: la moneda para entrar en la Vida eterna, acumulada con fatigas, esfuerzos,
paciencia espiritual, brotes santos que van granando poco a poco obedeciendo mi Ley por
amor, perlas místicas adquiridas con dolor sufrido por amor, rubíes eternos creados por
vuestro querer ser mis hijos, contra las voces de la naturaleza carnal, contra los escarnios y
las venganzas del mundo, contra las seducciones y las iras de Satanás, queridas
venciéndose a sí mismos y a los enemigos de sí mismos: sean hombres o demonios,
queridas triturando la carne con tal de hacer triunfar al espíritu que quiere seguir la Voluntad
de Dios, queridas hasta sudar sangre viva como Yo ante la mayor de las tentaciones, el
mayor de los temores, la mayor Voluntad divina que hombre alguno haya podido sufrir.
¡Si supierais qué es un vuestro "no" dicho a las fuerzas de la carne, de los afectos, de las
riquezas, de los honores, para ser fieles a Quien os ama! ¡Si supierais lo que significa estar
preparados para dejarse despojar aún de las cosas queridas con tal de ser totalmente de
Dios!
Ciertas privaciones, sufridas con resignación si bien no con júbilo, porque aún puede uno
regocijarse con la salud inmolada según los fines de Dios, pero no puede hacerlo ante una
tumba que se cierra sobre un padre, una madre, un esposo, un hijo, un hermano - también
Yo he sido Hombre entre los hombres y recuerdo lo que es el no volver a oír una voz querida,
el no volver a ver la casa animada por un pariente y vacía de su presencia la morada de un
amigo-ciertas privaciones, sufridas con resignación tienen el valor de un martirio, María,
recuérdalo. Lo tienen como lo tiene el de la vida ofrecida por el adviento de mi Reino en los
corazones, las fiebres, las enfermedades padecidas porque caigan las fiebres de las almas y
las enfermedades de los espíritus.
El uno y el otro martirio tendrán el premio del martirio: la estola escarlata de quienes
vinieron a Mí a través de una gran tribulación, cortejo de fuego que seguirá al Cordero junto
al cándido cortejo de las vírgenes, el segundo a mi derecha, el primero a mi izquierda,
porque estos héroes del espíritu son verdaderamente los hijos de mi Corazón desgarrado por
un martirio de amor, así como los primeros son los nacidos de María que más se parecen a
la Madre y al Hijo de la Madre, son los que vivieron con aspecto de hombres y sentimientos
de ángeles: más allá de la carne y de la sangre.
Buscad al Señor con todos vuestros medios, con santa audacia. Buscadlo para reparar la
desidia anterior. Y una vez que lo hayáis encontrado no volváis a separaros de Él.
En Él está el Bien que no muere. En Él está la Vida y la Verdad. Si permanecéis en Él no
pereceréis. Si vivís en Él no moriréis, no os equivocaréis. Como la barca que entra segura en
el puerto porque su piloto la ha sabido conducir, vosotros, guiados por Cristo, entraréis en el
puerto de la Paz. Os lo digo Yo, que no miento.
No os resignéis nunca, hijos que amo. Sed fieles a Mí y Yo os daré la gloria».
QUIERO EXPLICARTE LO QUE ES Y EN QUÈ CONSISTE EL PURGATORIO
17 de octubre
Dice Jesús:
«Quiero explicarte lo que es y en qué consiste el Purgatorio. Y te lo explico Yo de manera
que chocará a muchos que se creen depositarios del conocimiento del más allá y no lo son.
Las almas sumergidas en aquellas llamas sólo sufren por el amor.
Ellas no son indignas de poseer la Luz, pero tampoco son dignas de entrar inmediatamente
en el Reino de la Luz; son investidas por la Luz, al presentarse ante Dios. Es una breve,
anticipada beatitud, que les asegura su salvación y les hace conocedoras de lo que será su
eternidad y expertas de cuanto cometieron contra su alma, defraudándola de años de
bienaventurada posesión de Dios. Después, sumergidas en el lugar de purgación, son
investidas por las llamas expiadoras.
En esto aciertan quienes hablan del purgatorio. Pero donde se equivocan es al querer
aplicar distintos nombres a esas llamas.
Éstas son incendio de amor. Purifican encendiendo de amor las almas. Dan el Amor
porque, cuando el alma ha alcanzado ese amor que no alcanzó en la tierra, es liberada y se
une al Amor en el Cielo.
Te parece una doctrina distinta de la conocida, ¿verdad? Pero piensa.
¿Qué es lo que Dios Uno y Trino quiere para las almas que ha creado? El Bien.
Quien quiere el Bien para una criatura, ¿qué sentimientos tiene hacia la criatura?
Sentimientos de amor.
¿Cuál es el mandamiento primero y segundo, los dos más importantes, de los que he dicho
que no los hay mayores y en ellos está la llave para alcanzar la vida eterna? Es el
mandamiento del amor: "Ama a Dios con todas tus fuerzas, ama al prójimo como a ti mismo".
¿Qué os he dicho infinidad de veces por mi boca, la de los profetas y los santos? Que la
mayor absolución es la Caridad. La Caridad consuma las culpas y las debilidades del
hombre, porque quien ama vive en Dios y viviendo en Dios peca poco, y si peca se
arrepiente inmediatamente, y el perdón del Altísimo es para quien se arrepiente.
¿A qué faltaron las almas? Al Amor. Si hubieran amado mucho, habrían cometido pocos y
leves pecados, unidos a vuestra debilidad e imperfección pero nunca habrían alcanzado la
persistencia consciente en la culpa, ni siquiera venial. Habrían visto la forma de no afligir a su
Amor y el Amor viendo su buena voluntad, les habría absuelto incluso de los pecado veniales
cometidos.
¿Cómo se repara, también en la tierra una culpa? Expiándola y, cuando es posible, a
través del medio con el que se ha cometido. Quien ha dañado, restituyendo cuanto quitó con
prepotencia. Quien ha calumniado, retractándose de la calumnia, y así todo.
Ahora, si esto lo requiere la pobre justicia humana, ¿no lo querrá la Justicia santa de Dios?
¿Y qué medio utilizará Dios para obtener reparación? A Sí mismo, o sea al Amor, exigiendo
amor.
Este Dios al que habéis ofendido, y que os ama paternalmente, y que quiere unirse con
sus criaturas, os lleva a alcanzar esta unión a través de Sí mismo.
Todo gira entorno al Amor, María, excepto para los verdaderos "muertos": los condenados.
Para estos "muertos" también ha muerto el Amor. Pero para los tres reinos -el que tiene el
peso de la gravedad: la Tierra; aquél en el que está abolido el peso de la materia pero no el
del alma cargada por el pecado: el Purgatorio; y, en fin, aquél cuyos habitantes comparten
con el Padre su naturaleza espiritual que les libera de todo peso- el motor es el Amor.
Amando sobre la Tierra es como trabajáis para el Cielo. Amando en el Purgatorio es como
conquistáis el Cielo que en la vida no habéis sabido merecer. Amando en el Paraíso es como
gozáis el Cielo.
Lo único que hace un alma cuando está en el Purgatorio es amar, pensar, arrepentirse a la
luz del Amor que esas llamas han encendido para ellas, que ya son Dios, pero que, para su
castigo, le esconden a Dios.
Esto es el tormento. El alma recuerda la visión de Dios que tuvo en el juicio particular. Se
lleva consigo ese recuerdo y, dado que el haber tan sólo entrevisto a Dios es un gozo que
supera todo lo creado, el alma está ansiosa de volver a gustar ese gozo. Ese recuerdo de
Dios y ese rayo de luz que le revistió cuando compareció ante Él, hacen que el alma "vea" la
importancia que realmente tienen las faltas cometidas contra su Bien, y este "ver", junto a la
idea de que por esas faltas se ha impedido voluntariamente, durante años o siglos, la
posesión del Cielo y la unión con Dios, constituye su pena purgante.
El tormento de los purgantes es el amor y la certeza de haber ofendido al Amor. Un alma,
cuanto más ha faltado en la vida, tanto más está como cegada por cataratas espirituales que
le hacen más difícil conocer y alcanzar ese perfecto arrepentimiento de amor que es el
primer coeficiente para su purgación y entrada en el Reino de Dios. Cuanto más un alma lo
ha oprimido con la culpa, tanto más pesado y tardío se hace vivir el amor. A medida que se
limpia por poder del Amor, se acelera su resurrección al amor y, de consecuencia, su
conquista del Amor que se completa en el momento en que, terminada la expiación y
alcanzada la perfección del amor, es admitida en la Ciudad de Dios.
Hay que orar mucho para que estas almas, que sufren para alcanzar la Alegría, sean
rápidas en alcanzar el amor perfecto que les absuelve y les une conmigo. Vuestras
oraciones, vuestros sufragios, son nuevos aumentos de fuego de amor. Aumentan el ardor.
Pero -joh! ¡bienaventurado tormento!- también aumentan la capacidad de amar. Aceleran el
proceso de purgación. Alzan las almas sumergidas en ese fuego a grados cada vez más
altos. Las llevan a los umbrales de la Luz. Abren las puertas de la Luz, en fin, e introducen el
alma en el Cielo.
A cada una de estas operaciones, provocadas por vuestra caridad hacia quien os precedió
en la segunda vida, corresponde la sorpresa de la caridad hacia vosotros. Caridad de Dios
que os agradece el que proveáis por sus hijos penantes, caridad de los penantes que os
agradecen el que os afanéis por introducirles en el gozo de Dios.
Vuestros seres queridos nunca os amaron tanto como después de la muerte de la tierra,
porque su amor ya está impregnado de la Luz de Dios y a esta Luz comprenden cómo les
amáis y cómo deberían haberos amado.
Ya no pueden deciros palabras que invoquen perdón y den amor. Pero me las dicen a Mí
para vosotros, Yo os traigo estas palabras de vuestros Difuntos que ahora os saben ver y
amar como se debe. Os las traigo junto con su petición de amor y su bendición, que ya es
válida desde el Purgatorio porque ya está animada por la inflamada Caridad que les quema y
purifica. Perfectamente válida, además, desde el momento en que, liberados, salgan a
vuestro encuentro a los umbrales de la Vida o se reúnan con vosotros en ella, si les hubierais
precedido en el Reino de Amor.
Fíate de Mí, María. Yo trabajo por ti y por tus seres queridos. Conforta tu espíritu. Vengo
para darte la alegría. Confía en Mí»
Fuente; Cuaderno del año 1943 de Marìa Valtorta.