5 de diciembre
2 horas
Zacarías 7, 4-14.
331 Dice Jesús:
«Yo no he venido a negar la Ley y los Profetas sino a confirmarla y a perfeccionarla
modificando las imprecisiones y sobreestructuras que el hombre les había puesto, parte por
la propia imperfección y parte por lo humano superior al alma.
El hombre está inclinado a entender mal. No es perfecto ni en sus sentidos místicos ni en
sus sentidos naturales. Sólo viviendo en Mí perfecciona los primeros, siendo entonces Yo
quien obro en él. El hombre está también inclinado a complicar las cosas porque, en su tenaz
e indestructible soberbia, siempre es atraído por la seducción de retocar también la obra de
Dios.
Sois dioses siendo hijos de Dios. Pero Dios siempre es el Mayor, el Perfecto, Aquel que se
genera pos Sí mismo. Vosotros sois los menores, los que os hacéis perfectos si vivís en Dios
y que sois generados por Dios. Entonces, por tanto, ¿por qué queréis modificar con vuestras
complicaciones lo que Dios en su Simplicidad, que es uno de los signos de su naturaleza, da
perfecto en su simplicidad?
Cuando me he convertido en Maestro he encontrado la Ley, tan clara y lineal en su origen,
convertida en una maraña de imposiciones y un montón de fórmulas que la volvían
impracticable para los fieles. Naturalmente los pesos y las fórmulas eran para los humildes.
Los potentes habían creado esas fórmulas yesos pesos, pero no los llevaban.
El sacerdocio, los escribas y fariseos, me produjeron repugnancia e indignación. Y si vi
entre ellos algún alma leal, que amé divinamente, vi también la multitud de los demás, más
numerosa que rebaños de chivos salvajes que con su hedor apestaban con sus mercados,
con sus falsedades, impiedades, durezas, la Casa del Señor, y hacían del Señor algo terrible
para los pobres de la Tierra.
¿Ayunaban y se sacrificaban por Mí esos sepulcros de pestilencia? No. Para recibir
beneficio humano y alabanza. Era cómodo ser Doctores de la Ley y cómodo ser del pueblo
elegido en Israel. Pero no había verdad de deseo y de ofrenda para atraer al Mesías y sus
bendiciones.
Y el Mesías se fue a otra parte, a la región despreciada, pero donde una Toda Santa y un
Justo merecían acoger y tutelar el Germen de Dios.
Y ahora, hijos, ¿ayunáis y rezáis por las cosas de Dios? No. Vuestras privaciones
naturales, que podrían ocupar el lugar del ayuno, no las soportáis con resignación, sino las
convertís en fuente de odio y maldición continua, necia y sacrílega. Vuestros rezos están
sucios y dañados por vuestros sentimientos interiores y son mirados por Dios como cosas
inmundas puestas sobre la piedra del altar. Dios las reduce en cenizas dispersando el humo
por la tierra.
Una vez más Yo vengo a repetir la forma que debéis utilizar para presentar a Dios
sacrificios y oraciones, cuyo perfume puro suba desde el altar hasta el trono de Dios como
holocausto de víctima perfecta.
“Juzgad según verdad, sed misericordiosos y compasivos con los hermanos, sean quienes
sean, no oprimáis a las viudas y los huérfanos, a los pobres forasteros, a los humildes y
débiles de la Tierra, no tengáis en el corazón pensamiento de rencor, venganza y malas
obras hacia vuestros semejantes. Amad, en suma, porque el amor es el compendio de la Ley
y quien ama todo lo hace, y el amor es el incienso que vuelve perfumadas las hostias de
propiciación y el agua lustral que lava las piedras de vuestro altar".
No endurezcáis el corazón y el oído más de cuanto lo tengáis ya. No cerréis el corazón y
el oído a la Voz de Dios que habla a través de sus "portavoces", como antaño lo
endurecieron los antiguos a la Voz de Dios que hablaba a través de los Profetas.
Si no me escucháis a Mí, por justicia Yo no os escucharé a vosotros, y dejaréis de
332 tenerme por Dios, por Padre y Salvador. Entonces conoceréis la ira del Señor, plena e
inexorable y, habiendo rechazado el Pan de la Palabra de Dios, morderéis el polvo, y como
fieras sin alimento os despedazaréis el uno al otro muriendo en el horror por conocer un
horror aún más tremendo y eterno».
Fuente: Cuadernos de Maria Valtorta del año 1943
Nota; Estos evangelios como le han sido revelados a Marìa valtorta, según le dijo Jesús al sensor de estos escritos, a Monseñor Michellini, "Serán para la Iglesia regenerada después del Basta de Dios".
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