Obrar bien.
Ya
Jesús en su Evangelio nos dice repetidamente que seremos juzgados por
lo que hacemos, es decir, por las obras, y no por lo que sabemos.
Incluso si somos personas creyentes, pero no actuamos según la Ley de
Dios, según los Diez Mandamientos, entonces tendremos juicio de
condenación. Porque ya el Señor nos ha dicho que no será quien le llame
“Señor, Señor” quien entrará en el Cielo, sino el que cumpla la voluntad
de Dios, el que viva en gracia de Dios.
Tampoco servirá el haber profetizado, es decir, el haber predicado a otros la Verdad, si nosotros mismos no la hemos vivido, haciendo buenas obras y practicando el bien. También Caifás, sumo sacerdote de aquella época, profetizó en nombre de Dios. Pero no le valió de nada, porque sus obras fueron malas.
Tengamos cuidado porque a veces decimos amar a Dios, amar a Jesús, pero no cumplimos sus mandamientos. Y ya el Señor nos ha dicho claramente que el único que lo ama realmente es quien cumple sus mandamientos, es decir, los Diez Mandamientos y las enseñanzas del Evangelio.
Hoy muchos se llenan la boca diciendo que aman a Jesús, pero no viven de acuerdo a los Mandamientos. ¿Aman realmente al Señor estos tales? No, no lo aman.
Recordemos que seremos juzgados por nuestras obras, no por lo que sabemos de religión. Incluso más: si sabemos muchas cosas de la fe, pero no las ponemos en práctica, serán para nosotros causa de perdición, porque no ignorábamos las verdades de la fe, pero no las hemos puesto por obra.
Por ello siempre tenemos que ser humildes y no juzgar a nadie, porque sólo en el Juicio Final Dios sacará a luz todas las acciones de los hombres, y allí se verá claramente quién fue verdaderamente fiel.
Ojalá nosotros seamos del número de los salvados, porque será señal de que entendimos el mensaje de Dios, lo pusimos en práctica, y aprovechamos los medios que nos dio el Cielo para ser buenos, y no hicimos de ellos, medios para condenarnos.
Tampoco servirá el haber profetizado, es decir, el haber predicado a otros la Verdad, si nosotros mismos no la hemos vivido, haciendo buenas obras y practicando el bien. También Caifás, sumo sacerdote de aquella época, profetizó en nombre de Dios. Pero no le valió de nada, porque sus obras fueron malas.
Tengamos cuidado porque a veces decimos amar a Dios, amar a Jesús, pero no cumplimos sus mandamientos. Y ya el Señor nos ha dicho claramente que el único que lo ama realmente es quien cumple sus mandamientos, es decir, los Diez Mandamientos y las enseñanzas del Evangelio.
Hoy muchos se llenan la boca diciendo que aman a Jesús, pero no viven de acuerdo a los Mandamientos. ¿Aman realmente al Señor estos tales? No, no lo aman.
Recordemos que seremos juzgados por nuestras obras, no por lo que sabemos de religión. Incluso más: si sabemos muchas cosas de la fe, pero no las ponemos en práctica, serán para nosotros causa de perdición, porque no ignorábamos las verdades de la fe, pero no las hemos puesto por obra.
Por ello siempre tenemos que ser humildes y no juzgar a nadie, porque sólo en el Juicio Final Dios sacará a luz todas las acciones de los hombres, y allí se verá claramente quién fue verdaderamente fiel.
Ojalá nosotros seamos del número de los salvados, porque será señal de que entendimos el mensaje de Dios, lo pusimos en práctica, y aprovechamos los medios que nos dio el Cielo para ser buenos, y no hicimos de ellos, medios para condenarnos.
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