sábado, 26 de octubre de 2019

Tu vida ha terminado


Tu vida ha terminado
¿Te has preguntado alguna vez que alcance tiene el decirle a Jesús que deseamos vivir de su Voluntad? ¿Estaremos concientes a qué nos estamos comprometiendo?
Jesús es muy claro en su oferta, no deja lugar a dudas, y desde los primeros libros de Luisa nos lo comienza a decir, oigamos lo siguiente:
"Cuando tú me quieras encontrar entra en ti, llega hasta tu nada y ahí, sin ti, en el brevísimo giro de tu nada descubrirás los cimientos que ha puesto en ti y las construcciones que ha levantado en ti el Ser Divino. Esfuérzate y ve".
¿Nos damos cuenta? Dice: ¡SIN TI!, lo cual quiere decir que todo lo que acostumbramos, y que la mayoría de las ocasiones ni siquiera estamos concientes de ello, debemos dejarlo. Dejarnos fuera de acción a nosotros mismos, a nuestro propio "yo", a nuestra voluntad humana.
Nuestra vida (actos realizados con nuestra voluntad) ha terminado y hemos adquirido la verdadera Vida, la que nos fue otorgada como don en la creacion, la Vida Divina a través de la Divina Voluntad.
Ahora hagamos un pequeño recorrido a través de los escritos de Luisa, para observar que nos dicen:
11-5
Cómo quien vive de la vida de Jesús, puede decir que su vida ha terminado.
(4) “Hija amada mía, viviendo tú de mi Vida, se puede decir que tu vida ha terminado, que no vives más, así que no viviendo más tú, sino Yo en ti, todo lo que te hacen, agradable o desagradable, Yo lo recibo como hecho propiamente a Mí; y esto lo puedes comprender porque ante eso que te hacen, agradable o desagradable, tú no sientes nada, esto significa que debe ser otro quien siente ese gusto o ese disgusto, ¿y quién otro lo puede sentir sino Yo que vivo en ti y que te amo tanto, tanto
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11-57
Para vivir en la Divina Voluntad, la vida de
la propia voluntad debe terminar.
(3) Luego ha agregado: “Hija mía, a quien en verdad hace mi Voluntad le sucede como al árbol injertado, que la fuerza del injerto tiene virtud de hacer destruir la vida del árbol que recibe el injerto, así que no más los frutos, las hojas del primer árbol se ven, sino los del injerto, y si el primer árbol dijera al injerto, “quiero retener para mí al menos una pequeña ramita para poder dar también yo algún fruto para poder hacer conocer a todos que yo existo aún”, el injerto le respondería: “Tú no tienes ya razón de existir, después de que te has sometido a recibir mi injerto la vida será toda mía”. Así el alma que hace mi Voluntad puede decir: “Mi vida ha terminado, no más mis obras saldrán de mí, mis pensamientos, mis palabras, sino las obras, los pensamientos, las palabras de Aquél cuya Voluntad es mi vida”. Así que Yo digo a quien hace mi Querer: “Tú eres vida mía, sangre mía, huesos míos”. Entonces sucede la verdadera, real, Sacramental transformación, no en virtud de las palabras del sacerdote, sino en virtud de mi Voluntad. En cuanto el alma se decide a vivir en mi Querer, mi Voluntad me crea a Mí mismo en el alma, y a medida que mi Querer corre en la voluntad, en las obras, en los pasos del alma, tantas creaciones mías recibe. Sucede propiamente como a un cáliz lleno de partículas consagradas, por cuantas partículas hay, tantos Jesús están, uno en cada partícula. Así el alma, en virtud de mi Voluntad me contiene en todo y en cada parte de su ser; quien hace mi Voluntad hace la verdadera comunión eterna, y comunión con fruto completo”
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11-65
Quien hace la Voluntad de Dios, puede decir que su vida ha terminado.
(1) Continuando mi habitual estado, el bendito Jesús se hacía ver dentro de mí, pero tan fundido conmigo que veía sus ojos en los míos, su boca en la mía, y así de todo lo demás, y mientras así lo veía me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira a quien hace mi Voluntad y cómo me fundo y me hago una sola cosa con ella, me hago su vida propia, porque mi Voluntad está dentro y fuera del alma, se puede decir que es como el aire que ella respira, que da vida a todo en ella; como luz que hace ver todo y hace comprender todo; calor que calienta, que fecunda y hace crecer; corazón que palpita; manos que obran;pie que camina, y cuando la voluntad humana se une a mi Querer, se forma mi Vida en el alma”.
(3) Después, habiendo recibido la comunión estaba diciendo a Jesús: “Te amo”. Y Él me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿quieres amarme en verdad? Di: “Jesús, te amo con tu Voluntad”. Y como mi Voluntad llena Cielo y tierra, tu amor me circundará por doquier, y tu te amo se repercutirá arriba en los Cielos y hasta en lo profundo de los abismos; así si quieres decir te adoro, te bendigo, te alabo, lo dirás unida con mi Voluntad, y llenarás Cielos y tierra de adoraciones, de bendiciones, de alabanzas, de agradecimientos. En mi Voluntad las cosas son simples, fáciles e inmensas, mi Voluntad es todo, tanto, que mis mismos atributos, ¿qué son? Un acto simple de mi Voluntad, así que si la Justicia, la Bondad, la Sabiduría, la Fortaleza hacen su curso, mi Voluntad los precede, los acompaña, los pone en actitud de obrar, en suma, no se apartan un punto de mi Querer. Por eso quien toma mi Voluntad toma todo, es más, puede decir que su vida ha terminado, terminadas las debilidades, las tentaciones, las pasiones, las miserias, porque en quien hace mi Querer todas las cosas pierden sus derechos, porque mi Querer tiene el primado sobre todo y derecho a todo
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30-23
(2) “Hija mía bendita, las condiciones absolutas, necesarias y de suma importancia, que forman la vida y el alimento para asegurar el reino de mi Divina Voluntad, es pedir de la criatura grandes sacrificios y prolijidad de continuo sacrificio; entonces nuestra bondad, en virtud del sacrificio que pide, debe dar gracias sorprendentes a quien pide este sacrificio, de modo que a la criatura fascinada por mi amor, por mis dones y por mis gracias, le parecerá nada el sacrificio que Yo le pido, a pesar de conocer que su vida ha terminado, que no tendrá más derecho sobre sí misma, y que todos los derechos serán de quien le pidió el sacrificio; si no conociera toda la magnitud del sacrificio que acepta, no tendría todo el valor, porque por cuanto más se conoce la grandeza, el peso del sacrificio, tanto más valor viene puesto dentro. El conocimiento pone el valor exacto y completo en el sacrificio, por el contrario quien no conoce todo el peso de un sacrificio, ¡oh! cuánto disminuye el valor, la gracia, el bien que debe obtener, además nuestro amor queda herido, nuestra potencia se siente impotente ante una criatura a la que le pedimos grandes sacrificios, haciéndole conocer el peso a que se debe someter, y ella, sólo por nuestro amor y para cumplir nuestra Voluntad, acepta todo. El sacrificio prolijo trae la prolijidad de la oración, y ¡oh! cómo nuestros oídos se ponen atentos, nuestras miradas quedan raptadas al ver que en medio de la hoguera del sacrificio querido por Nosotros, ruega, y ¿qué cosa pide y quiere? Lo que Nosotros queremos: ‘Que nuestra Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra.’ ¡Ah! si ella pudiera, arrollaría Cielo y tierra, quisiera todo en su poder para hacer que todos pidieran lo que quiere, a fin de que su sacrificio obtenga la finalidad y lleve el fruto querido por Dios. Nuestra paterna bondad es tanta, que nos resulta imposible no oír favorablemente el propósito de un sacrificio prolongado y una plegaria prolija. Estas son las condiciones por parte de las criaturas, y esto lo hemos hecho contigo y queremos que lo conozcas, porque Nosotros no damos nuestras cosas a los ciegos, que por su ceguera no conocen los bienes que le son dados, ni aquellos que le están alrededor, mucho menos a los mudos, que por su mutismo no tienen palabras para manifestar nuestras verdades y nuestras gracias. La primera cosa que damos es el conocimiento de lo que queremos hacer de ella, y después damos y hacemos lo que hemos dispuesto. El conocimiento se puede llamar el principio, el vacío, la semilla donde poner el sacrificio, nuestras cosas, y hacer surgir la bella oración que nos debilita, nos encadena con cadenas, con ataduras inseparables, y nos hace dar lo que quiere. Mucho más que siendo nuestra Voluntad vida y obra que da vida a todo y a todos, para venir a reinar sobre la tierra quería de parte de la familia humana una vida de criatura a su disposición, y que sin oponerse estuviera en poder de su Voluntad Divina, a fin de que de ella hiciera lo que quiere; esto le servirá de apoyo y condición para asegurar su reino por parte de las criaturas. Ahora vienen las aseguraciones por parte de Dios, pero ¿a quién podía hacerlas sino a quien había pedido el sacrificio? Así que mi gran prolijidad en manifestar tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, mi largo decir sobre su reino y sobre el bien que quiere y debe hacer, su prolongado dolor de cerca de seis mil años porque quiere reinar y la han rechazado, las muchas promesas que quiere dar de bienes, de felicidad, de alegría si la hacen reinar, no han sido otra cosa que aseguraciones que he dado a la criatura de este reino de mi Fiat, y estas aseguraciones venían hechas y selladas en la cosa más bella, más sagrada, más preciosa, esto es en el centro de la hoguera de tu sacrificio querido por Nosotros. Puedo decir que no me canso jamás de hacer aseguraciones, digo, vuelvo a decir siempre con nuevos modos, nuevas verdades, nuevas formas, semejanzas sorprendentes siempre sobre mi Divina Voluntad, jamás habría dicho tanto si no fuera cierto que mi reino debía tener su dominio sobre la tierra. Por eso es casi imposible que un decir mío tan prolijo, y un sacrificio tuyo tan continuo, no deban tener los suspirados frutos de parte de Dios y de parte de las criaturas, por eso continúa tu vuelo en aquel Fiat que tiene potencia de hacerse camino, de abatir todas las dificultades, y a fuerza de amor hacerse los más fieles amigos y defensores de sus más despiadados enemigo

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