Posted: 15 Jun 2012 11:30 AM PDT
"...¿Acaso
os parece poco las señales del cielo? ¿Acaso os parece poco las
manifestaciones que evidencian mi pronto regreso a la tierra? No juguéis
con lo más sagrado, la salvación de vuestras almas, no ahoguéis mi voz
en vuestros corazones, no guardéis mis llamados angustiosos en gavetas
oxidadas, vividlos;quedaos con lo bueno, dadlos a conocer al mundo
entero..."
Junio 14/2012
7:36 a.m.
Hijos amados, os espero en el Sagrario, escuela de amor divino en la que os haréis santos, escuela de amor divino en la que recibiréis sabios consejos que os llevarán a andar por caminos de rectitud y de verdad, escuela de amor divino en la que conoceréis los misterios del cielo que en este final de los tiempos se os están revelando, se os están descubriendo.
En el Sagrario, frente a mi presencia eucarística adquiriréis la fortaleza necesaria para afrontar la dura prueba, porque los dolores de parto ya han comenzado.
En el Sagrario, frente a mi presencia eucarística comprenderéis lo caduca que es vuestra vida. Recorreréis por el camino de la renuncia, de la inmolación y de la reparación porque los pecados de los hombres han rebosado de justa cólera el Corazón de mi Padre Eterno.
Mi llamado angustioso os debe mover en este día a un arrepentimiento de corazón. La crisis que se aproxima hará tambalear aún a los más fuertes, el cisma que estallará como bomba atómica en el campo de concentración o de guerra, sumergirá en confusión y caos a muchísimos de mis hijos, hijos que se desviarán de la verdad por caminar tras espejismos de filosofías llamativas y extrañas, hijos que caerán en el engaño desviándose del camino que les lleva a la salvación.
Mi llamado angustioso es para que toméis conciencia de una realidad que no podéis disimular ni mucho menos esconder.
¿Acaso os parece poco las señales del cielo? ¿Acaso os parece poco las manifestaciones que evidencian mi pronto regreso a la tierra? No juguéis con lo más sagrado, la salvación de vuestras almas, no ahoguéis mi voz en vuestros corazones, no guardéis mis llamados angustiosos en gavetas oxidadas, vividlos; quedaos con lo bueno, dadlos a conocer al mundo entero, traducidlos en varios idiomas porque mi pueblo perece por falta de conocimiento, mi pueblo camina al borde del precipicio.
Por qué temer, por qué experimentar miedo si soy un Padre de amor y misericordia. Os espero en mi tribunal divino para restituiros la gracia que un día perdisteis por el pecado.
7:36 a.m.
Hijos amados, os espero en el Sagrario, escuela de amor divino en la que os haréis santos, escuela de amor divino en la que recibiréis sabios consejos que os llevarán a andar por caminos de rectitud y de verdad, escuela de amor divino en la que conoceréis los misterios del cielo que en este final de los tiempos se os están revelando, se os están descubriendo.
En el Sagrario, frente a mi presencia eucarística adquiriréis la fortaleza necesaria para afrontar la dura prueba, porque los dolores de parto ya han comenzado.
En el Sagrario, frente a mi presencia eucarística comprenderéis lo caduca que es vuestra vida. Recorreréis por el camino de la renuncia, de la inmolación y de la reparación porque los pecados de los hombres han rebosado de justa cólera el Corazón de mi Padre Eterno.
Mi llamado angustioso os debe mover en este día a un arrepentimiento de corazón. La crisis que se aproxima hará tambalear aún a los más fuertes, el cisma que estallará como bomba atómica en el campo de concentración o de guerra, sumergirá en confusión y caos a muchísimos de mis hijos, hijos que se desviarán de la verdad por caminar tras espejismos de filosofías llamativas y extrañas, hijos que caerán en el engaño desviándose del camino que les lleva a la salvación.
Mi llamado angustioso es para que toméis conciencia de una realidad que no podéis disimular ni mucho menos esconder.
¿Acaso os parece poco las señales del cielo? ¿Acaso os parece poco las manifestaciones que evidencian mi pronto regreso a la tierra? No juguéis con lo más sagrado, la salvación de vuestras almas, no ahoguéis mi voz en vuestros corazones, no guardéis mis llamados angustiosos en gavetas oxidadas, vividlos; quedaos con lo bueno, dadlos a conocer al mundo entero, traducidlos en varios idiomas porque mi pueblo perece por falta de conocimiento, mi pueblo camina al borde del precipicio.
Por qué temer, por qué experimentar miedo si soy un Padre de amor y misericordia. Os espero en mi tribunal divino para restituiros la gracia que un día perdisteis por el pecado.
Junio 14/2012
9:58 a.m.
Hijos
amados, escuchad mis llamados angustiosos, mi agonizante Corazón es
traspasado por dardos de desamor, de nuevo soy crucificado por unos
hombres obstinados en el pecado, de nuevo soy crucificado, la maldad ha
enceguecido y desviado de camino a muchísimos de mis hijos. Me he
quedado hasta la consumación de los siglos en todos los Sagrarios del
mundo.
Venid y uníos a mi sufrimiento místico. Reparad por vuestros pecados y los pecados del mundo entero. Asistid al santo sacrificio de la Misa para que recibáis fuerzas para el duro combate, necesitáis estar lo suficientemente alimentados en el espíritu para que el enemigo no os haga daño, no os debilite en el duro caminar que os espera.
Haced cruzadas de reparación, necesito recibir consuelo de las almas. Haced cruzadas de reparación, soy el Mendigo del Amor y tengo sed de almas.
Hijos amados, estáis en el tiempo del no tiempo, estáis en el fin de los fines; convertíos de corazón haced en todo mi divina voluntad y recibiréis un premio de gloria en la vida eterna, aumentad las filas del Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes consagrándoos al Corazón Inmaculado de mi Madre, necesitáis recibir la marca de los hijos de Dios, de los señalados por el cielo.
Satanás muy sutilmente ha empezado a marcar a los suyos, satanás astutamente se disfrazará de ángel de luz para engañar y seducir con sus falsos milagros a muchísimos de mis hijos. Recorred junto conmigo la calle de la amargura, prestadme vuestro hombro para yo descargar sobre vosotros una parte del peso extenuante de mi cruz.
No os dejéis confundir ni sacar de la verdad, mi Evangelio, mi Palabra no puede ser cambiada. El pecado jamás lo justificaré, mis mandamientos deben ser cumplidos cabalmente para que os ganéis una de las moradas de mi reino.
Debilitad las fuerzas tenebrosas del mal, derrotad a satanás con el Santo Rosario. Visitadme frecuentemente en el santísimo sacramento del Altar y escuchad mis lamentos divinos que brotan desde lo profundo de mi agonizante Corazón en mi nuevo Getsemaní. Llevad con vosotros medallas o crucifijos de san Benito, necesitáis protección porque el demonio os ronda como león rugiente queriéndoos devorar. Amad en extremo a vuestros hermanos, perdonad a vuestros enemigos y haced muchísimas obras de caridad porque la caridad os borra multitud de pecados.
Venid y uníos a mi sufrimiento místico. Reparad por vuestros pecados y los pecados del mundo entero. Asistid al santo sacrificio de la Misa para que recibáis fuerzas para el duro combate, necesitáis estar lo suficientemente alimentados en el espíritu para que el enemigo no os haga daño, no os debilite en el duro caminar que os espera.
Haced cruzadas de reparación, necesito recibir consuelo de las almas. Haced cruzadas de reparación, soy el Mendigo del Amor y tengo sed de almas.
Hijos amados, estáis en el tiempo del no tiempo, estáis en el fin de los fines; convertíos de corazón haced en todo mi divina voluntad y recibiréis un premio de gloria en la vida eterna, aumentad las filas del Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes consagrándoos al Corazón Inmaculado de mi Madre, necesitáis recibir la marca de los hijos de Dios, de los señalados por el cielo.
Satanás muy sutilmente ha empezado a marcar a los suyos, satanás astutamente se disfrazará de ángel de luz para engañar y seducir con sus falsos milagros a muchísimos de mis hijos. Recorred junto conmigo la calle de la amargura, prestadme vuestro hombro para yo descargar sobre vosotros una parte del peso extenuante de mi cruz.
No os dejéis confundir ni sacar de la verdad, mi Evangelio, mi Palabra no puede ser cambiada. El pecado jamás lo justificaré, mis mandamientos deben ser cumplidos cabalmente para que os ganéis una de las moradas de mi reino.
Debilitad las fuerzas tenebrosas del mal, derrotad a satanás con el Santo Rosario. Visitadme frecuentemente en el santísimo sacramento del Altar y escuchad mis lamentos divinos que brotan desde lo profundo de mi agonizante Corazón en mi nuevo Getsemaní. Llevad con vosotros medallas o crucifijos de san Benito, necesitáis protección porque el demonio os ronda como león rugiente queriéndoos devorar. Amad en extremo a vuestros hermanos, perdonad a vuestros enemigos y haced muchísimas obras de caridad porque la caridad os borra multitud de pecados.