jueves, 2 de mayo de 2013

LOS DOLORES MÁS CRUDOS ME VIENEN DE LAS ALMAS RELIGIOSAS Y SACERDOTALES

JESÚS:
Hija amada, confiésense con frecuencia. Cuando están
confesando, Yo abro Mis llagas y Mi Sangre fluye, gota a gota,
mientras el Sacerdote da la absolución.
 (Después de almorzar me sueño con Jesús, iba vestido como un
mendigo, andrajoso y en el sueño le pregunto por qué vestía así. Me
quedé pensando al despertar...)
 Fui a visitar a Mis Sacerdotes para pedirles almas, pero no
obtuve muchas. Están más preocupadas por sí mismos que por
salvar almas. Deberían trabajar incansablemente en la salvación
de las almas, deberían negarse a sí mismos, pero la mayoría no
lo hace, aunque Yo oré por ellos en la Cruz: Padre, en Tus
manos pongo sus almas, para que ninguno se pierda...
 Ora y haz sacrificios por ellos, para que en el último juicio no
estén con las manos vacías, como ahora los encontré.
 Hay pocas almas sacerdotales que aman la Cruz. Muchos no
quieren oír el sufrimiento y la abnegación. Esto es porque ni
siquiera Me piden tener amor por el sufrimiento.
 Ellos deben pedir frecuentemente el amor a la Cruz, tanto
para ellos como para las almas a ellos encomendadas. Si así lo
hicieran, se les daría la gracia del amor al sufrimiento, llegaría a
serles agradable y podrían hacer actos heroicos y milagros
verdaderos. Les daría el don del amor pobre y humilde.
Recibirían la gracia mística de poder enterarse de los secretos de
Mi Corazón.
 ¿Quieres dormir mientras Yo vigilo y Mis enemigos Me
cercan? Estoy en el huerto, postrado, bañado en sangre. Tu
preocupación, hija Mía, debe abrazarse a la inmensa multitud
de las almas del Purgatorio, cuyo número es más grande que las
estrellas del Cielo y que los granos de arena sobre la playa.
Almas que ahora deberían estar ya en posesión de la gloria del
Cielo y cantar las alabanzas de Dios, pero que negligentes y
descuidadas, dejaron pasar su vida en sus caprichos mundanos,
como si la hora de la rendición de cuentas no fuera a llegar
nunca.
 No tengas temor, hijita, son gracias para tí y para el mundo.
Tu sed de almas no alcanzaría su totalidad si no extendieras tu
preocupación a estas almas que esperan la liberación. Debes
recordar que la gloria de Mi Padre lo reclama. No te olvides que
los más crudos y grandes dolores Me vienen de las almas
religiosas y sacerdotales, tanto en la tierra como aquellas que
por las múltiples gracias de su Vocación, deberían estar ya en el
Paraíso alabando a Dios Trino. ¡Es que ha cambiado en la Iglesia
el modo de enseñar las más esenciales verdades de la Fe!
 Poco o nada se habla hoy de Cielo, infierno y purgatorio, y
sin embargo todos estos lugares no dejan de existir. Muchas
almas consagradas mueren tal como han vivido. Es que la vida
religiosa es un arma de doble filo. Si se vive con empeño y con
amor, abre el Cielo; de lo contrario, es para aumentar penas y
tormentos. Muchas de estas almas están en el Purgatorio ya por
siglos, no por años, meses o semanas. Algunas permanecerán
allí hasta el día del juicio. ¡Cuánto dolor tener que alejarlas por
años y años de la presencia de Mi Padre!
 Para hablarte de un lenguaje accesible a tí, te diré que siento
vergüenza de la pérdida de ciertas almas. Las envío al fuego del
Purgatorio y les digo: Vayan ahora por el mundo pidiendo la
limosna de su rescate de estas llamas purificadoras, ya que no
les ha bastado Mi redención y Mi sangre. Así están destinadas a
andar errantes, pidiendo la limosna de alguna oración a las
almas generosas y compasivas, porque para estas almas
consagradas, la Divina Justicia es más acerba.
 ¡Si pudiesen comprender lo que se pierde al perder Mis
gracias y Mis dones! Estas almas me duelen mucho y Me
pregunto, ¿a qué provecho fueron todos Mis dolores y Mi
Pasión? Esta terrible admonición quiero lanzar para esta
particular clase de almas. Todo esto ya lo He dicho antes a otras
almas, aunque con otras palabras; Mi idioma es siempre el
mismo, pero pareciera que no quieren, que les molesta
escucharme...

Libro escrito por Catalina Rivas (LA GRAN CRUZADA DEL AMOR) dictado por nueestro Seññor Jesucristo.

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