jueves, 9 de abril de 2020

El el hombre con sustraerse de mi Divina Voluntad, dio muerte a los bienes que mi Querer

Volumen 28- Libro de Cielo. Luisa Picarreta

(5) “Hija mía, el hombre con sustraerse de mi Divina Voluntad, dio muerte a los bienes que mi Querer Divino habría hecho surgir en él si no hubiese sido rechazado.  En cuanto él salió, en ese instante moría el acto continuo de la Vida Divina en el hombre, moría la santidad que siempre crece, la luz que siempre surge, la belleza que jamás se detiene para siempre embellecer, el amor incansable que jamás dice basta, que siempre, siempre quiere dar, mucho más que rechazando a mi Divina Voluntad moría el orden, el aire, el alimento que debía nutrirlo continuamente. Mira entonces cuántos bienes divinos hizo morir en sí mismo el hombre al sustraerse de mi Divina Voluntad; ahora, donde ha estado la muerte del bien, se requiere el sacrificio de la vida para hacer resurgir el bien destruido.  He aquí por qué, justa y sabiamente, cuando he querido renovar el mundo y dar un bien a las criaturas, he pedido el sacrificio de vida, como pedí el sacrificio a Abraham, que me sacrificara a su único hijo, como en efecto lo hizo, pero impedido por Mí se detuvo, y en aquel sacrificio que le costaba a Abraham más que su propia vida, resurgía la nueva generación donde debía descender el Divino Libertador y Redentor, que debía hacer resurgir el bien muerto en la criatura.  Con el andar del tiempo permití el sacrificio de Jacob, con el gran dolor de la muerte de su amado hijo José, y si bien no murió, pero para él fue como si en realidad hubiese muerto; era la nueva llamada al celestial Libertador la que resurgía en aquel sacrificio, que llamaba a hacer resurgir el bien perdido.  Además de esto, Yo mismo al venir a la tierra quise morir, pero con el sacrificio de mi muerte llamaba al resurgimiento de tantas vidas y el bien que la criatura había hecho morir, y quise resucitar para confirmar la vida del bien y la resurrección a la familia humana.  Qué gran delito es hacer morir el bien, tanto, que se requiere el sacrificio de otras vidas para hacerlo resurgir.  Ahora, con toda mi Redención y con el sacrificio de mi muerte, no reinando mi Divina Voluntad, no todo el bien ha resurgido en la criatura, Ella está reprimida y no puede desarrollar la santidad que quiere, el bien sufre intermitencias, ahora surge, ahora muere, y mi Fiat queda con el dolor continuo de no poder hacer surgir todo el bien que quiere en la criatura.  Es por esto por lo que me quedé Sacramentado en la pequeña Hostia, partí para el cielo, pero al mismo tiempo me quedé en la tierra, en medio a las criaturas, para nacer, vivir y morir, si bien místicamente, para hacer resurgir todo el bien en ellas, que el hombre rechazó con sustraerse de mi Divina Voluntad.  Y a mi sacrificio quise unido el sacrificio de tu vida, para hacer resurgir su reino en medio de las generaciones humanas, y desde cada Tabernáculo estoy como espiando para hacer obra completa, Redención y Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, contentándome con sacrificarme y morir en cada Hostia para hacer resurgir el Sol de mi Fiat Divino, la nueva era y su pleno triunfo.  Yo al partir de la tierra dije:  ‘Voy al cielo y quedo sobre la tierra en el Sacramento, estaré contento de esperar siglos, sé que me costará mucho, ultrajes inauditos no me faltarán, quizá más que en mi misma Pasión, pero me armaré de paciencia divina, y desde la pequeña Hostia haré obra cumplida, haré reinar mi Querer en los corazones y continuaré estando en medio de ellos para gozarme los frutos de los tantos sacrificios que he sufrido.’  Por eso, únete junto Conmigo al sacrificio por una causa tan santa, y por el justo triunfo de que mi Voluntad reine y domine”.


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