lunes, 13 de abril de 2020

Tiempo de unirse a la Divina Voluntad

 
 
Tiempo de unirse a la Divina Voluntad
El día de hoy (domingo 12-20), después de la misa dominical de las 12 horas, en la Insigne y Nacional Basílica de nuestra Señora de Guadalupe, el Sr. Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo primado de México, se unió a los Obispos de América Latina, representados por el CELAM, donde se consagró nuestro continente a nuestra Santa Madre María de Guadalupe, pidiendo nos libere de la pandemia que azota al mundo.
En un escrito de María Valtorta, ella describe una visión que tuvo de la siguiente manera:
Veo una gran bola de un rojo encendido y resplandeciente como un cohete que explota. Ésta crece, crece, hasta volverse espantosamente grande. Después, con un ruido ensordecedor explota, cayendo los fragmentos incandescentes sobre casas, templos, personas, y devastando todo.
Pienso que sea un anuncio y la pre-visión de la bomba atómica, y he quedado aterrorizada. Quisiera morir antes de tal acontecimiento.
Pero Jesús dice: No es la atómica. Es peor aún. ES EL COMUNISMO que crece, crece, crece, y que terminará con explotar sobre todo el mundo, devastando Iglesias, pueblos, todo.
No te digo cuando sucederá, solamente te digo que para alejar lo más posible este flagelo destructor, es necesario orar, pedirme a Mí-Misericordia y Potencia, y a María, mi Madre y vuestra, así como protectora y Reina de todos los católicos.
Es la mujer que tiene desde hace siglos, a la serpiente bajo su pie. Yo soy Aquél que lo he vencido. Ruéguenos, y hagan rogar, porque la hora es tremenda.
Sin una prodigiosa intervención del Cielo, obtenida con la oración del 90% de los católicos, esto sucederá. Pero se reza muy poco, y demasiado mal, a veces por cosas de poca monta, descuidándose la oración por las principales necesidades.
Simple imaginación, o una realidad que ya estamos palpando no sólo en el mundo entero, sino que lo estamos viviendo ya en carne propia, en nuestro país. Estamos constatando con nuestros propios ojos cómo desmoronan nuestro país, nuestra cultura, nuestra privacidad, nuestra propia vida personal, cómo están intentando destruir a nuestros hijos, cómo se está instalando el comunismo en México, etc.
Y nosotros, ¿qué hacemos? NADA. La apatía, el indiferentismo, la vida cómoda son nuestras prerrogativas, lo demás no importa.
Debemos darnos cuenta que las causas de esto son múltiples, el no haber obedecido a la Virgen, que en las apariciones de Fátima pidió que el Papa en unión con todos los Obispos del mundo llevaran a cabo la consagración de Rusia a Ella; pero, sobre todo, son nuestros pecados la causa principal.
Hemos llegado a tal punto, que la justicia Divina no tiene otra alternativa que castigar al mundo, para que recordemos que existe un Dios, ya que por el mundo lo olvidamos a Él; que recordemos que tenemos un alma, pues por el cuerpo nos olvidamos de ella. Ahora le damos culto al cuerpo, al mundo. Nos estamos hundiendo en la densa oscuridad de la negación de nuestra realidad, negación de que somos CRIATURAS, o sea seres creados, y si somos creados, por fuerza existe un Creador.
Nuestra soberbia es tal, y alimentada por el padre de ella (el enemigo), que perdiendo este punto de vista nos hemos erigido como los regidores de la vida, los negadores hasta de la propia naturaleza, ahora decidimos quien vive, quien muere (aborto, eutanasia), podríamos agregar el crimen, la violencia, las injustas guerras, etc. Decidimos qué somos, negando nuestra naturaleza, yo decido ser mujer u hombre, sin importar la naturaleza que Dios decidió para cada uno. Somos indiferentes, o incluso partidarios de la drogadicción. Hemos profanado la unión matrimonial, llamando tal, a uniones contra natura. Y todo, estimulado por nuestra apatía, por nuestra permisividad, por esa tremenda arma mortífera llamada TOLERANCIA.
Pero, sobre todo, nos hemos alejado de Dios, hemos sido indiferentes con Él, ya no forma parte de nuestra familia, de nuestro trabajo, en una palabra, lo hemos quitado de nuestra vida. Hemos asistido a la corrupción de nuestros pastores sin levantar la voz, hemos permitido la desacralización de nuestros signos más sublimen, como son la Eucaristía.
Y podríamos seguir enumerando hechos negativos. Solamente nombraré uno más, que sintetiza todo lo que estamos padeciendo: Nos hemos vuelto idolatras, quién adora el poder, el dinero, la fama, el placer, etc., pero el más destructor, es nuestro mismo dios, dios con minúscula, pues cada uno se ha fabricado un dios a su medida, acorde a su forma de interpretar la vida y la relación con nuestro verdadero Dios.
Ante esta tremenda realidad (pandemia espiritual), Dios nos da el regalo más grande e impensable, cual es, el don de su misma Voluntad, su Reino, Él desea fundirse con nosotros y volvernos una sola cosa con Él, dotarnos de su Naturaleza, de su Vida Divina, de sus atributos, de su Amor, en suma, de todo lo que Él es, quiere venir a vivir nuevamente en este mundo a través de nuestra persona, uniéndonos de tal manera, que nuestros actos sean suyos, y los suyos nuestros, nuestra vida suya, y la suya nuestra, sus méritos nuestros. Todo esto con la finalidad de llevar a cabo la tan ansiada relación de amor entre Él y la criatura, y de ayudarle a la salvación de todos sus hijos, dando así, alivio a aquel grito sobre la Cruz: “SITIO” (tengo sed de almas)
De esta manera, todo aquello que podamos pedir, será una petición que Él se hará a Sí mismo, por lo tanto, difícil pensar que se negará algo a Sí mismo. Esto, con la premisa de que la criatura no pedirá nada que Él no quiera, pues es una misma Vida, una misma Voluntad, por tanto, pediremos lo único que Él puede pedir, la salvación de las criaturas, o sea su Reino para todos. Y esto, por medio de la Divina Voluntad lo hacemos a nombre de toda la familia humana, como si todos lo pidieran desde esta misma Voluntad.
CONSAGRÉMONOS A LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA EN LA DIVINA VOLUNTAD, Y PIDÁMOSLES QUE LOS ENEMIGOS DE SU PUEBLO SEAN DERROTADOS, QUE NO SEDUZCAN Y PERVIERTAN MÁS A SUS HIJOS, QUE LA PAZ Y LA VERDAD REINEN EN NUESTRO MUNDO.
Y que en su alma penetre un poco de la luz divina, para lograr su conversión, pues Cristo también murió por ellos, y ansía su alma.
Todo esto te lo pedimos desde tu Voluntad, asegurándote que nunca te dejaremos solo, y que compartiremos contigo tus ansias por tener a todas las almas, luchando por obtenerlas todas con nuestros actos fundidos en tu Fiat; y el deseo de restituirle al Padre la gloria y el amor que la familia humana le han negado.
Al mismo tiempo, reparemos a nuestra Madre por las ofensas que recibe, las negaciones, los insultos, desprecios, blasfemias, y ahora, por la negación de las prerrogativas que Dios le ha concedido.
Fiat

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