El Señor
Hijitos Míos, coman y beban del árbol de la vida ¿Por qué Me ofenden?
Piensen en el infierno, en esa cárcel, en esa soledad y esos tormentos ¿Es
esto motivo para ofenderme? ¡De todo esto los he librado!
Tú hijo Mío, piensa en el Cielo, en su belleza, su felicidad y sus
maravillas, tantas que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre
pudo jamás desear dicha tan grande como la que se ha preparado a quienes
sirven a Dios... Todo esto era Mío y sólo por tu amor lo hice tuyo ¿es un
motivo secreto de tu soberbia para ofenderme?
Piensa en el Calvario. Los mismos soldados, que se entretienen jugando
cartas, no creen en Mí, sólo buscan su interés, pero aún a ellos les parece
monstruoso seguir desgarrando Mis carnes estremecidas de dolor.
Mira cada herida, cada gota y aún hoy les pregunto: Si estoy aquí por
ustedes, por hacerlos felices, clavado y moribundo ¿por qué Me hieren?
¿Qué mal les He hecho?
Hijito, ¿vas a responderme que antes son los placeres de tu cuerpo que
los tormentos del Mío?
¿... que es más estimable tu inmodestia en el vestir, que el vestido de Mi
sangre?
¿...que el amor de los que beben la sangre de tu juventud, es más dulce
que Mi infinito amor?
¿Encuentras en Mi conducta algún motivo para ofenderte? ¿Qué mal
te he hecho? ¡Acércate!... Ven hacia el Sagrario que esté más cercano a tu cada, al
lugar de tus estudios, a tu trabajo y mírame, cansado de esperarte y sin
embargo, lleno del mismo amor.
¿Quieres emplear toda la fortaleza de tu debilidad humana en declarar
la guerra a esta pequeña Hostia? ¿Por qué Me ofendes arrojándome
piedras desde lejos, desde el espectáculo inmoral, con aquella inmodestia,
con aquellos pensamientos, con esas imágenes, con esas drogas y bebidas
que minan tu organismo? ¿Por qué Me lastimas con tus blasfemias, con
tus peleas, con tus maldiciones? ¿Por qué Me dañas con tu olvido, con tu
indiferencia?
Recuerda, detrás de la puerta del Sagrario, aguardo la vuelta de Mis
almas, ábreme la puerta de tu corazón y celebraremos el banquete de Mi
amor y de Mi gracia.
Yo no te quiero perfecto porque la perfección no es de este mundo.
Quiero que Mi Misericordia llegue hasta ti.
El aguijón pica las tendencias naturales de tu juventud, pero tu
corazón aún no está corrompido con el veneno del mundo, ¡entrégamelo!
Estoy aquí para colmar tus deseos de amar y para orientarte hacia lo
que tanto necesitas, sin saber que lo necesitas.
Trabaja en Mi Viña, que su campo es amplio y Yo Soy el dueño de lo
imposible... Porque tengo piedad de ti quiero salvarte. Enriquécete con
Mis dones... Abre un paréntesis en tu joven vida. Sé capaz de abrir las
vías que sólo el amor puede darte, Soy la inmensidad y Estoy lleno de
Caridad para con cada uno de ustedes. Alma joven, eres la finalidad de la
gloria de la creación. Sé capaz de ser el decoro y el honor de Mis obras y el
cumplimiento de Mi redención.
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