Lucha contra el pecado
Redimir quiere decir rescatar de la esclavitud, es decir, liberar a las almas de esta odiosa y perversa tiranía.
Yo, Jesús, me he hecho Carne para esto, para esto renuevo el Misterio de la Cruz en el Misterio de la santa Misa; perpetúo mi presencia en el mundo en los Santos Sagrarios, misterio de infinita humildad.
Satanás es soberbia ilimitada.
Yo, Jesús, soy humildad Infinita.
Ahora bien, que Obispos, sacerdotes y fieles no comprendan que la finalidad fundamental de su vocación es liberar a las almas de los asaltos de las potencias del Infierno, o sea de los demonios, es verdaderamente paradójico.
Que hayan camuflado su pastoral con miles de actividades e iniciativas pero que no sirven para esta finalidad, es tan evidente que el no admitirlo es ceguera completa.
Pero Obispos y sacerdotes, ¿ven o no ven su fracaso? ¿No sienten la necesidad de buscar las causas de su fallida pastoral?
¿No emerge clarísimo en la Revelación la finalidad de la Redención, que es la lucha contra Satanás y el pecado?
¿Pero no ven Obispos y sacerdotes que toda cualquier actividad, si no está injertada en esta lucha, es estéril como se vuelven las ramas que no están injertadas en el tronco?
Mirar a Jesús
He dicho ya claramente la suerte de un ejército cuyos líderes, oficiales y soldados no creen en el enemigo, en su potencia, en su astucia.
Esta es la situación de la Iglesia hoy.
No se llegará nunca a ver, a admitir la trágica situación de la Iglesia si no se me mira a Mí, Hijo de Dios y a mi Madre santísima.
Con la humildad, con la pobreza y con la oración nosotros hemos hecho frente al Enemigo.
Ahora es el momento de Mi Cuerpo Místico: o se toma el único camino justo - ¡y Yo Soy el Camino! - o ¡la avalancha os dispersará!
Te bendigo, hijo, y no temas. La verdad no debe temer a nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario