sábado, 19 de febrero de 2011

MONSEÑOR OTTAVIO MICHELINI

Un deber suyo

El divino Maestro, Fundador y Cabeza de la Iglesia, curaba a los enfermos, arrojaba los demonios.
¿Qué es lo que hace ignorar a los Obispos este deber suyo?
¿Qué les induce a ignorar las palabras divinas en esta delicada materia?
¿Qué oscurece hasta tal punto su mente y sus ojos que no ven el número grandísimo no sólo de almas sino también de cuerpos invadidos, subyugados por Satanás? ¡Cuántas personas de cualquier sexo, edad y condición social están influenciadas por él y atormentadas en el alma y en su cuerpo!
¿Quién autoriza a los Obispos, no sólo a no ejercer este Ministerio fundamental, sino hasta llegar a prohibirlo a los sacerdotes, a los que han conferido Orden de Exorcista?
¡Respondan los Obispos a estas preguntas!
¿No ven los Obispos las llagas de las que sufre el Cuerpo Místico del Señor?
¿Por qué su inmovilismo sobre tantos problemas que reclaman soluciones enérgicas, urgentes, improrrogables?
No advierten los presagios de la tremenda hora que se avecina, ignoran las llamadas angustiadas de la Madre...
Don O., ¡ánimo! Ya sabes el camino.
No te dé miedo el sufrimiento, no te espanten los demonios.
Te bendigo.
Padre A

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