UN LLAMADO A LA HUMANIDAD.
Ustedes Son Instrumentos de Amor y Misericordia
(Mensaje personal para R., un miembro del Grupo de Oración.)
La paz y Mi gratitud estén contigo…
¿Te das cuenta, hijo Mío, que tú eres el instrumento por el que Yo haré reconocer Mi Mensaje de Amor y Misericordia? Con el trabajo que acabas de hacer y que Yo He puesto en tus manos amorosamente, a través de esta pequeña hija, lograrás mover las conciencias agrietadas de muchos hijos Míos… Te He buscado y te He esperado por mucho tiempo. Eres sensible, amante, y te necesitaba para luchar contra el desamor. Eres generoso y te necesitaba para luchar contra el egoísmo. Eres confiado y te necesitaba para luchar contra el pesimismo. Eres alma ardiente y te necesitaba para luchar contra la tibieza y cobardía. Me fuiste muy querido.
Yo Me complazco en colmar a Mi manera cualquier vacío aparente. Si en los últimos días tu cuerpo ha sido un foco de sufrimiento, tu alma ha sido un foco radiante de Mi presencia amorosa en tí… Hijo amado, bendigo tu pan, bendigo a tu familia, bendigo el fuego que alimenta el hogar de los tuyos. Bendigo tu diario camino, el trabajo para tu sustento y el de otros hijos. Bendigo los anhelos, deseos y esperanzas de tu corazón en favor de Mi Gloria… Si tu Me amas en lo pequeño, Yo te amaré y colmaré en lo grande. No temas hacerte pequeño en cada momento, porque en la humildad está la santificación del justo.
Hoy tengo un regalo especial: Un maravilloso programa de vida para tu espíritu evangélico y el completo abandono a Mi Voluntad… Pronto van a llegar los días predichos y pondrán en Mi lugar una sucia imitación que nada vale. El Espíritu de amor, de verdad, de Misericordia dirá la última palabra y por Mi bendita Cruz y Mis dolorosas llagas, unirá a los hombres en un sólo cuerpo glorioso cerca a Mis Sagrarios. Para ello necesito de muchos hijos que Me ayuden a reencontrar y unir a Mis corderos, pero son pocos los corazones como el tuyo, que se decidan a hacerlo.
He querido que seas testigo del dolor que Me agobia día a día, así poco a poco He ido tejiendo este momento en que saldrán Mis verdaderos soldados a hacer frente en la lucha contra el poder de las tinieblas. Tú has visto Mi dolor, has visto Mi rostro y Mis llagas; ello te compromete a mayores luchas por Mi causa; mas no temas, Yo te sostendré, levantaré tu espíritu cuando el maligno te maltrate. Yo te cubriré, enviaré Mis ángeles para cubrirte. No te faltará Mi auxilio aunque, a veces, las apariencias demostraran lo contrario.
Vota por la confianza, nunca te defraudaré. No temas ser engañado si pones tu confianza amorosa en Mi Corazón. El está abierto siempre para tí. Pide a Mi Espíritu discernimiento y, como hasta hoy, no te faltará este don tan preciado; él te cubrirá; sabrás seguir Mis pasos en la verdad. Confía en la Divina Voluntad de Mi Padre, alábalo al comenzar el día y déjame tus fatigas diarias, que Yo, como Su Hijo, haré que el trabajo rinda su fruto.
Habla al mundo de la confesión Sacramental, esa fuente de agua salvífica que espera por todos y en la cual, quien se sumerja, será preservado de los enemigos del alma. Yo te prometo, solemnemente, que tu voz, como centella de fuego irá cumpliendo su misión en medio de la cruel batalla. Tu guía, la Estrella matutina, irá delante tuyo iluminando los senderos, cortando las tinieblas, que se disiparán porque no soportan la fuerza de la Luz Divina.
Habla de Mi presencia en la Eucaristía… El hombre sabe que es ciego para resolver tantos problemas, sabe por experiencia su habilidad para caer y hundirse; su ineptitud para levantarse. Sabe que si la débil fortaleza humana opone a tantos enemigos como le rodean, será vencido en el mortal combate. Pero lo que no quiere saber el hombre es que en Dios está su auxilio, no quiere aceptar que Estoy en el Tabernáculo y que ansío ir a morar en el corazón de todos Mis hijos; por eso rehuyen comulgar. Si actuara racionalmente, se apresuraría en buscarme, en unirse a Mí en el camino, la verdad y la vida que Soy Yo mismo. Por desgracia, inventa una multitud de pretextos elaborados para alejarse del altar, pero en el fondo repite las mismas sinrazones de aquellos invitados a la cena grande de que hablo en Mi Evangelio.
Entre los hombres pecadores y Yo en mi Sagrado Sacramento, media un mar oscuro con el humo de la soberbia, que desde el infierno mismo les envía el padre de la soberbia. Un mar de cieno, como el que arrojan los placeres del sentido; un mar de oro derretido, formado por la avaricia idólatra del becerro de oro; un mar de sangre, como el que vierte el odio en el alma vengativa. ¿Cómo ha de poder unirse Mi corazón a los corazones de los hombres tan mal dispuestos? A pesar de todo, es forzoso que intenten recibirme para no hacerse sordos a las voces de su conciencia, que les dice que sin Mí no pueden vivir.
Di que Yo los llamo: Vengan, coman, porque el que no come, Mi cuerpo no vive en él… ¡Si comprendieran los hombres quién es el que los invita y manda! Si cayeran en cuenta al espléndido palacio a que se los invita, si probaran la suavidad de la vianda que se les ofrece, encontrarían que encierra todas las delicias y que es más dulce que la miel, más blanca que la leche, más generosa que el vino y más delicada que el pan de trigo. Y con todo, los hombres siguen clamando que se mueren de hambre, teniendo tan a mano el pan bajado del cielo.
Habla de la necesidad de penitencia que hay hoy en día, el mundo la necesita más que nunca. Mas, la penitencia que se requiere hoy en día es la de los afectos, que es la penitencia de los grandes: amor a la humanidad es la penitencia impuesta para este siglo de maldad.
Mi Corazón vive mil muertes, pues a cada minuto revive en Mí el cruento martirio al que Me condujeron los pecados de desamor e infidelidad. Mi Espíritu padece porque aun hoy no han comprendido los hombres por qué Me sacrifiqué y Me entregué al martirio de la Cruz… Díselo al mundo, los Míos se niegan a hablar de ello.
Pequeño, Yo estoy contigo, como lo estoy con los sencillos de corazón, con los que asumen Mi mansedumbre, con los que silencian su corazón a las críticas y no se convierten en eco de las calumnias con las que se destrozan las vidas… Tu camino es duro, que no se quebrante tu corazón, no decaigas en el fervor y en el entusiasmo de tus obras. No alcanzas siquiera a imaginar la maravilla de tu recompensa. Parte de ella te la concedo en la vida terrena para animarte a continuar la lucha con mayor ahínco… Si todo lo has puesto en Mis manos, todo será elaborado y terminado por Mí.
Gracias, hijo Mío. Tu Señor te agradece y derrama una lluvia copiosa de gracias sobre tí y los tuyos. Las gracias especiales que reciben quienes dejan las carreras y afanes del mundo, como algo secundario, por amarme, por trabajar en Mi Viña.
Con los ojos cerrados, por un momento concéntrate y contémplate a tí mismo, mira a lo profundo de tu corazón y allí verás brillar la radiante luz que te sostiene, la luz de Dios que te Ha comunicado energía y vida, que es la razón de la propia existencia. Alaba y contempla la belleza, la claridad, la luz interna de Mi amor, la profundidad de Mi Espíritu en tí. La superioridad de un alma se afirma por su discreción, comprensión, mansedumbre, sus incitaciones al bien y a la lealtad activa de Mis enseñanzas. Cuando el mundo quiera seducir tu alma con los atractivos del placer y de la gloria, coloca Mi Corazón como sello sobre tu corazón…
Ayuda a Mi elegida en el camino que le He señalado (no quise escribir esta parte y volvió a repetirme dos veces más lo mismo). Deseo que lleve al mundo el sublime testimonio de Mi amor por él. Mi presencia se hará cada vez más notable a las humanidades de ambos, inundándolos por completo. Me toca a Mí ayudar, apoyar sus trabajos. Los vínculos contraídos en las amistades espirituales son indestructibles.
Sólo el trabajo de los laicos podrá unir a los consagrados, hoy que la mezquindad, la desconfianza, la susceptibilidad y la comodidad se pasean por los pasillos de los Conventos, los Seminarios, las Ordenes Religiosas… Han endurecido sus corazones hasta volverlos como rocas… He pedido al grupo que organice la Gran Cruzada del Amor. Para ello les He dado un tratado de Amor y Misericordia. Una vez más, la irresponsabilidad ha amordazado Mis deseos, y Mis planes se han visto postergados… Por favor, ¿quieres encargarte tú?
No pierdas la Gracia, porque quiero pulir tu alma para confirmarla en el libro de oro de Mis almas bienaventuradas. Prometo a quien Me de su fidelidad, comunicarle una aspiración cada vez más elevada hacia la vida espiritual. Yo manejo con pericia los instrumentos que elijo… Entra en Mi Corazón, saca de él todas sus angustias con tu trabajo decidido y deja que sus llamas envuelvan tu espíritu uniéndolo en un todo al Mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario