domingo, 27 de mayo de 2012

AUMENTEN SU FE CONOCIENDOME


POR LA FE, NO QUEDARÁN HUÉRFANOS
CS-37
6-Ago-97
Jesús
Los albores del Cristianismo vieron la difusión de Mi
doctrina entre las gentes, como una mancha de aceite que se
expande en una hoja de pergamino. La difusión inicial estuvo
sustentada por Mis Apóstoles, para que sirviera de ayuda a los
demás.
Pero ahora tengo otro método con el pueblo ya cristiano.
Obtenida la fe, Mi pueblo puede progresar en Mi conocimiento
y darme testimonio sin que hagan falta milagros para confirmar
su fe. El milagro es grande y existe, porque el hombre cree sin
ver y ustedes saben que Yo prefiero a quienes creen sin el apoyo
de las cosas sensibles.
 ¿Qué milagros buscan los que no creen? No ven el continuo
milagro que es Mi Iglesia que, en vez de morir, vive cada vez
más fuerte entre las naciones, aunque a veces perseguida?
Verdaderamente ciegos y guías de ciegos los que niegan al
catolicismo y a Mi Papa actual. ¡Tienen ante sus ojos enormes
vigas y pretenden iluminar el mundo con otras doctrinas! Ya
existe la luz y es espléndida, mírenla bien y quedarán cautivos.
 Quieren milagros para creer, los quieren para justificarse y
como no los ven, condenan sin juzgar debidamente.
 Pero Yo vivo siempre en los Míos, no oigo las otras necias
exigencias y en vez de hacerlos ver, dejo que se vuelvan cada
vez más ciegos.
 El catolicismo no es cosa humana, sino en lo que es necesario
para la parte que debe recibirlo; por lo demás es cosa divina.
Institución Mía a la cual dedico cuidados de sobremanera
particulares.
 Hoy no hay milagros para los que no saben verlos, y tampoco
para quienes no los creen posibles. Pero hoy sí infundo a los
hombres una fe mayor a la de antes, y si las obras de muchos no
corresponden a la fe que tienen, ella queda en el hecho perenne,
que no cambia con las opiniones de los hombres: la
inviolabilidad de la roca de Pedro. Este es el milagro evidente, y
quien quiere verlo no tiene sino que abrir los ojos, sin ir a
ninguna parte, porque Mi Iglesia está ya en todos los países.
Cálmense, hijos Míos, estén en paz, porque nada tienen que
temer bajo Mi protección. No abriguen sentimientos de
desconfianza o de impaciencia, porque haré las cosas
prudentemente Yo que sé hacerlas bien... Ustedes busquen la
causa del temor que tienen y atribuyan justamente, cada uno a
sí mismo, el hecho de sentir temor.
¡Animo, no están solos. Les He dado a la que está por encima
de los Angeles ¿y quieren temer? Les He dado a Mi Madre ¿y
quieren estar vacilantes? Santifíquense, busquen Mi Gloria y
tengan fe en Mis promesas. ¡No, tampoco en este siglo: nunca
los dejaré huérfanos!...

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