domingo, 27 de mayo de 2012

EL AMOR PROPIO


EL AMOR PROPIO ES INGENIOSO Y PETULANTE
CS-42
13-Ago-97
Jesús
Mía, entro hasta lo más profundo de tu corazón, conozco tu
queja interior y la valoro enteramente, sin que se esconda nada
a Mi Sabiduría y porque la conozco puedo decirte que esta
queja es un estímulo eficaz para el progreso de tu alma. Te
quejas de que cosas tan vulgares sean un obstáculo a la
ascensión de tu espíritu.
 Niña, todas las cosas, propias o ajenas se vuelven obstáculo
cuando ustedes se sirven mal de ellas. En cambio si las reciben
en Mi Voluntad, son lo que alimenta el amor divino.
 Lo que produce confusión es el dualismo interior: por una
parte el amor a Mí, pide la aceptación del disgusto o el
alejamiento de las cosas placenteras. Por otra parte el amor a sí
mismo se opone y más bien quisiera continuar afirmándose.
De este modo se prende la lucha; quien pierde y queda
vencido se lamenta. El amor propio está tan metido en todas las
fibras del hombre, que el mismo hombre, ante su insistente
llamado, no podría sustraerse sin Mi ayuda y así, caería siempre
en el amor a su yo, si no lo previniese.
 El yo puede ser un ídolo al cual se sacrifica todo sin ninguna
consideración. Lucha, niña Mía, estréchate fuertemente a Mí...
Cuando sientes la queja de tu yo, es porque se siente
subyugado, sino estaría tranquilo y reinaría en ti.
 El amor propio tiene muchas escapatorias, está siempre
empeñado en contentar a la persona amada, es decir a sí mismo
y revuelve las querellas, sus presuntos derechos hasta que, o
logra vencer o cae arrodillado a los pies de Mi Amor. Nunca
muere el amor propio, pero eso no importa, basta con no
escucharlo.
 Pero si el amor propio es ingenioso y petulante, el Amor
divino está en fuerte contraste con él. Yo pongo en ti Mi Amor,
a fin de que tú venzas tu amor propio, es decir para que tengas
cómo regularte sirviéndote de la fuerza divina.
 Opónte siempre a lo que hace obstáculo, ten siempre un lazo
entre las manos para ponerlo al cuello del amor propio. No
muere nunca pero aunque esté vivo debe ser como un cadáver
del que haces lo que quieres. Contradícete y somete a ese amor
que es Mi enemigo y que no querría sino victorias; él es sutil y a
veces impetuoso, pero puede ser vencido.
 Quédate unida a Mí cuando batallo contra nuestro enemigo,
que verdaderamente nos odia y que se las ingenia intensamente
para hacerte caer... Yo doy gran valor a quien reconoce su
impotencia. Esto es importante y debe ayudarte a comprender
tu nada, a actuar con esa persuasión, porque absolutamente
nada puedes hacer sin Mí.
 Tráeme tu yo como un cadáver en las manos. Yo esperaré y
te daré el modo de complacerme. ¿Te gusta darme esa alegría
que te pido? Siempre y plenamente dime la gran palabra, dame
la gran alegría, dime la dulce palabra: ¡Sí!

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