domingo, 17 de abril de 2011

El Amor Verdadero Es Fecundo en Buenas Obras

05-May-96
El Señor

Hija amada, lee Isaías 12, 2-6. Bien, ahora vamos a hablar del evangelio de Mi Corazón, lleno de amor. Si el hombre verdaderamente cree en este amor divino y humano; si el hombre cree en Mi invitación al banquete del amor, al reino eterno, cerca Mío, entonces las dificultades, los problemas cotidianos no podrán opacar su alegría. Porque las penas de este mundo, los dolores más atroces, no se pueden comparar en modo alguno al amor que Yo les He demostrado, ni con las alegrías que les He prometido y les tengo preparadas.
Piensen, los corazones amantes se alegran al pensar en la persona amada y cuánto gozan con el amor correspondido. ¿Cómo debería ser su alegría al saber que Yo los amo y que a Mí Me interesa muchísimo su amor? Así es, hija Mía, su amor es para Mí mucho más importante que sus obras, aunque, un amor verdadero, naturalmente es fecundo en buenas obras e infatigable en dar pruebas de sí mismo.
Todo aquello que se hace con amor y lo que se sabe que puede ser agradable a la persona amada, se lo hace con valentía y entusiasmo, sin tener en cuenta ninguna dificultad. Aun entre amigos, cuando están juntos, conversan confiadamente. Quien empieza a ser conquistado por Mi amor, dirige con gusto su mirada hacia Mí y se alegra de poder darme gracias y alabarme. ¡Tantos Santos han comprendido que la Eucaristía significa acción de gracias y alabanza, que deben llenar el corazón y la vida de Mis hijos y, que la razón más directa que impulsa a la alabanza jubilosa de la Trinidad, es el amor que Mi Padre y El Espíritu han demostrado en Mí.
Hijita, si los israelitas cantaban con mucha alegría durante las peregrinaciones y a lo largo del camino que los llevaba al templo de Jerusalén; con cuánta más alegría deben venir ustedes a Mi encuentro, sabiendo que Yo ardo de amor por ustedes. Este amor eucarístico hará de su vida una serena peregrinación hacia la patria eterna. Durante este camino, sabrán con gratitud que Yo ya Estoy cerca de ustedes como el Camino, la Verdad y la Vida, porque en Mí tienen la verdadera vida.
Hablen con los Sacerdotes, hija Mía, díganles que no permitan que la gente los vea con el rostro triste; que se dejen ver solamente cuando hayan vuelto a encontrar la alegría. Háganles comprender cuán ridículo e injusto es amargarse por tonterías. Ayúdenlos a encontrar la alegría. Díganles que toda la creación y la historia de la salvación les hablan de Mi amor por ustedes, los hombres. De un modo especial, es elocuente el rostro del hombre que Me ama. ¿Cómo pueden enseñar Mi amor quienes tienen el rostro triste o amargado? ¡Que se hagan sabios, sacando con alegría agua de Mí, que Soy fuente de alegría… ¡Que pidan Mi Espíritu para hacer de ellos mensajeros y testigos serenos de Mi amor!

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