10-May-96 | El Señor |
Así Me gusta, hijita, que busques el camino de la verdad eterna, del servicio a tus hermanos; el camino de la pobreza de espíritu, el camino que lleva a la sabiduría y deja de lado los vanos caminos del mundo.
¿Sabes cuánto Me complace un espíritu de sacrificio y de obediencia? Mi amarga Pasión tiene, indudablemente, la dimensión de la expiación y de la satisfacción por los pecados de los hombres.
El hecho de que Yo Me haya sumergido en el más profundo sufrimiento del mundo pecador hasta el punto de exponerme al tormento, al martirio y a las humillaciones por parte de los hombres, forma parte de Mi misterio insondable, el misterio de este amor. Pero nadie puede comprender Mi misterio si no penetra en las profundidades místicas de Mi Corazón. Dicho de modo contrario pero acertado también, nadie puede ser introducido por Mí en las profundidades de Mi Corazón, si no está dispuesto a expresarme su amor y su gratitud aun con el sufrimiento y el sacrificio.
Muchos hijos Míos desean inicialmente las gracias divinas y muchos abandonan ese deseo por las seducciones del mundo. Yo Soy la Palabra hecha carne y para permanecer en la senda de la virtud, continuamente deben rechazar las falsedades de la riqueza mundana, creada por el hombre, puesto que ella nunca garantizará libertad eterna.
Quiero hablarte de los hijos que creen ir correctos y que están equivocados. Unos son quienes empiezan el camino sin encontrar jamás la senda; hablan de caminos de bondad, de amor, pero nunca practican ni la bondad ni el amor. Otros son los que hacen funcionar la mitad de su corazón, es decir, que cumplen Mis Palabras solamente con aquellos a quienes seleccionaron para entregarse; ellos son los que tendrán que conformarse con menos, porque nunca fueron capaces de ganar el tesoro entero del Reino de los Cielos.
Pero hay otros hijos, pocos, quienes no miran a los caminos del mundo, sino que ponen toda su atención al camino verdadero de la salvación. Estos son los sabios, los que dan lo mejor de su capacidad, sin mostrar ningún tipo de favoritismo en su entrega. Escuchan Mi Palabra, disciernen la Voluntad de Mi Padre en su vida y, aunque algunas veces cometan errores humanos, siempre se encaminan hacia lo definitivo.
Yo viví por ustedes una vida humana, sufrí una muerte humana, experimenté tentaciones humanas. Lo que ustedes viven, lo viví Yo. La manera en la cual Mis Angeles esperaron por Mí, es la misma forma en la cual Mis Angeles esperan por cada uno de ustedes. Por ello bendigo a quienes escuchan Mis Palabras y se abandonan a la verdad, porque son sabios.
No saben cuán conveniente es que den al sufrimiento que los lastima, el mismo sentido que le dí Yo: que lo conviertan en una prueba de amor por Mí y de solidaridad salvífica con sus hermanos. De esta manera, van recibiendo y donando con gratitud; metiéndose en Mi corriente de solidaridad salvífica…
Yo fui la obediencia personificada ante el amor y la sabiduría de Mi Padre desde el comienzo de Mi existencia terrena; pero para hacerme en todo semejante a ustedes, quise también aprender por experiencia propia a obedecer en medio de los mayores sufrimientos, de los dolores más atroces. Tú no sabes con cuánto amor le di al dolor un sentido nuevo, liberador.
Piensa, nadie merecía tanto amor; sin embargo, nadie encontró tan poco amor y tanto odio. ¿Acaso con ello no les señalé también el camino para desahogar ese sufrimiento hasta el punto de santificarlo mediante el amor por los enemigos y la oración por quienes Me crucificaban?
Pequeña Catalina, la fe es obra del Espíritu Santo, es un don de Mi Corazón traspasado; ella exige que se confíen al plan salvífico del Padre, aun en los sufrimientos y en las pruebas… Créeme que hasta los dolores más atroces pierden su carga venenosa cuando el alma se convence de que está contribuyendo al bien de los seres humanos. Y todo esto se corona con el conocimiento de que las penas soportadas por Mi amor, tienen su conclusión en una fuente enorme de gracias para otros. En ese significado transformado, también ellas nacen de la fuente de gracias que es Mi Corazón.
Si Mis hijos actúan según Mi Espíritu, en el amor por Mi Padre y por todos los redimidos, entonces Yo obro en ellos y por medio suyo, para que el mundo reconozca que Yo y los Míos amamos al Padre y por ello a los hombres…
¡Cuánto Me gusta instruirte, hija Mía! ¡Cuánto amor derramo en este corazón tan dulce para tu Dios!
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