domingo, 1 de diciembre de 2019

El porqué de la Reparación

Estamos concientes de la necesidad de la reparación. Tenemos un cierto concimirnto de los sufrimientos de nuestro Jesús, y eso gracias a la experiencia de tener un cuerpo semejante al de Él, con sensaciones similares, por lo que tenemos conciencia de lo que significa un pinchazo, un golpe, podemos tener una idea de lo que significaría un clavo traspasando nuestros miembros.
De igual forma conocemos de sufrimientos morales y espirituales, aunque en manera muy limitada, sin embargo esta semejanza en la naturaleza física de Jesús nos permite entender en parte su Pasión externa.
Pero de los sufrimientos internos, de lo que tuvo que sufrir para REPARAR A SU DIVINA VOLUNTAD, y de todo el trabajo de rehacer al hombre, difícilmente podríamos ni siquiera imaginarlo; Si al menos supieramos los “por qué” de ellos, quizá entenderíamos mejor el papel de victima que asumió Jesús.
Jesús nos ha dejado conocer cuál fue el motivo de la creación, estando el hombre en primerísimo lugar, “COMPARTIR TODO LO QUE ÉL ES, PARA TENER UNA RELACIÓN DE AMOR CON UN SER IGUAL QUE ÉL”, cosa que ya había logrado en el momento de crearnos.
Esto, tanto el CIC como las verdades que nos ha manifestado a través de los escritos de Luisa Piccarreta, nos muestran cómo lo llevó a cabo, y el cómo se podrá recuperar.
Lo que nos falta conocer a fondo es: Cuál fue realmente la falta que Adán cometió, y ésta se puede resumir en esta pequeña frase:
Adán separó lo que Dios había unido. Ésta fue la realidad del pecado, acción que Jesús condena en una frase muy corta:
Mt 19: 6
Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, ha unido, no lo desuna el hombre. Y siempre lo hemos referido solamente al matrimonio, sin embargo tiene un trsfondo enorme, que vamos a analizar:
Pero en primer lugar vamos a ver lo que el CIC nos refiere sobre el pecado.
“PECADO”
215. “Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad” (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.
386. El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando sobre la vida del hombre y sobre la historia.
387. La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad sicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.
Así que, solamente conociendo el vínculo creado por Dios entre Él y el hombre, se conocerá la gravedad del pecado, o sea, lo que Dios unió de Él con nosotros.
Veamos:
14-20
Abril 8, 1922
La Santísima Trinidad reflejada en el alma. Dolor de Jesús al ver
deformadas la voluntad, la inteligencia y la memoria del hombre.
(2) “Yo doté al hombre de voluntad, inteligencia y memoria; en la primera refulgía mi Padre Celestial, el cual como acto primero comunicaba su potencia, su santidad, su altura, por lo cual elevaba a la voluntad humana invistiéndola de su misma santidad, potencia y nobleza, dejando todas las corrientes abiertas entre Él y la voluntad humana, a fin de que siempre más se enriqueciera de los tesoros de mi Divinidad; entre la voluntad humana y la Divina no había tuyo ni mío, sino todo en común, con acuerdo recíproco, era imagen nuestra, cosa nuestra, así que ella nos reflejaba, por lo tanto nuestra Vida debía ser la suya, y por eso constituía como acto primero su voluntad libre, independiente, como era acto primero la Voluntad de mi Padre Celestial, pero esta voluntad cuánto se ha desfigurado, de libre se ha vuelto esclava de vilísimas pasiones. ¡Ah! es ella el principio de todos los males del hombre, no se reconoce más, cómo ha descendido de su nobleza, da asco mirarla.
(3) Después, como acto segundo concurrí Yo, Hijo de Dios, dotando al hombre de inteligencia, comunicándole mi sabiduría, la ciencia de todas las cosas, a fin de que conociéndolas pudiese gustar y hacerse feliz en el bien. Pero, ¡ay de Mí! Qué mar de vicios es la inteligencia de la criatura, de la ciencia se ha servido para desconocer a su Creador.
(4) Y después, como acto tercero concurrió el Espíritu Santo, dotándolo de memoria, a fin de que recordándose de tantos beneficios, pudiera estar en continuas corrientes de amor, en continuas relaciones, el amor debía coronarla, abrazarla e informar toda su vida. ¡Pero cómo queda contristado el Eterno Amor! Esta memoria se recuerda de los placeres, de las riquezas y hasta de pecar, y la Trinidad Sacrosanta es puesta fuera de los dones dados a su criatura. Mi dolor fue indescriptible al ver la deformidad de las tres potencias del hombre, habíamos formado nuestra morada en él, y él nos había arrojado fuera”.
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17-46
Junio 3, 1925
(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino y pensaba entre mí: “En dónde Nuestro Señor Dios ha hecho más por la criatura, en la Creación, en la Redención o en la Santificación”. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me hacía ver toda la Creación, ¡cuánta sublimidad! ¡Qué magnificencia! ¡Cuántas armonías! ¡Qué orden! No hay punto ni del cielo ni de la tierra en el cual Dios no haya creado una cosa especial y distinta, y con tal maestría, que los más grandes científicos, ante la más pequeña cosa creada por Dios, sienten que toda su ciencia y maestría es una nada comparada con las cosas creadas por Dios, llenas de vida y de movimiento. ¡Oh! ¡Cómo es verdad que mirar el universo y no conocer a Dios, no amarlo y no creer en Él es una verdadera locura! Todas las cosas creadas son como tantos velos que lo esconden, y Dios viene a nosotros en cada cosa creada como velado, porque el hombre, en carne mortal, es incapaz de verlo develado. Es tanto el amor de Dios hacia nosotros, que para no deslumbrarnos con su luz, para no atemorizarnos con su potencia, para no hacernos avergonzar ante su belleza, para no hacernos aniquilar ante su inmensidad, se vela en las cosas creadas para venir en cada una de ellas hacia nosotros y estarse con nosotros, más bien hacernos nadar en su misma Vida. ¡Dios mío, cuánto nos has amado y cuánto nos amas! Después que me ha hecho ver todo el universo, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo fue hecho en la Creación, en ella, la Divinidad manifestó toda su majestad, potencia y sabiduría, e hizo desahogo de su amor completo hacia las criaturas, no hay punto ni del cielo ni de la tierra, ni en cada cosa creada en la cual no se vea la terminación de nuestras obras, ninguna cosa fue hecha a la mitad; Dios en la Creación hizo alarde de todas sus obras hacia las criaturas, amó con amor completo e hizo obras completas, no había nada que agregar ni que quitar, así que el todo lo hizo perfecto, Nosotros no sabemos hacer obras incompletas, es más, en cada cosa creada fue puesto, en la Creación, un amor distinto y completo hacia cada una de las criaturas.
(3) La Redención no fue otra cosa que una reparación a los males que había hecho la criatura, nada agregó a la obra de la Creación.
(4) La Santificación no es otra cosa que ayuda, gracia, luz para que el hombre regrese a su primer estado de la Creación, a su origen y a la finalidad para la que fue creado, porque en la Creación, con la virtud de mi Voluntad, la santidad del hombre era completa, porque salía de un acto completo de Dios; era santo y feliz en el alma porque mi Voluntad le llevaba los reflejos de la santidad de su Creador, como también santo y feliz era en el cuerpo. ¡Ah! hija mía, con toda la Redención y la obra de la Santificación, la santidad en el hombre es incompleta, y para otros es como inútil; esto dice que si el hombre no se vuelve atrás para tomar mi Voluntad como vida, como regla y como alimento para purificarse, ennoblecerse, divinizarse y tomar el primer acto de la Creación, para tomar mi Voluntad como su heredad asignada a él por Dios, las mismas obras de la Redención y Santificación no tendrán sus copiosos efectos. Así que el todo está en mi Voluntad, si toma Ésta toma todo, es un sólo punto que abraza y encierra los bienes de la Redención y de la Santificación, es más, estos bienes para quien vive en mi Voluntad, habiendo tomado el primer punto de la Creación, le sirven no de remedio como a quien no hace mi Voluntad, sino de gloria y como herencia especial llevada por la Voluntad del Padre Celestial en la Persona del Verbo a la tierra. Y si Yo vine a la tierra fue precisamente este el primer acto, el hacer conocer la Voluntad de mi Padre para reanudarla de nuevo con las criaturas. Las penas, las humillaciones, mi Vida oculta y todo el mar inmenso de las penas de mi Pasión, fueron remedios, medicinas, auxilios, luz para hacer conocer mi Voluntad, porque con esto no sólo tendría al hombre salvo, sino santo; con mis penas lo ponía a salvo, con mi Voluntad le restituía la santidad perdida en el edén terrenal. Si esto no hiciera, mi amor, mi obra no serían completos como lo fue en la Creación, porque es sólo mi Voluntad la que tiene virtud de volver completas nuestras obras hacia las criaturas y las obras de las criaturas hacia Nosotros. Mi Voluntad hace pensar en un modo diferente, hace ver en todas las cosas creadas a mi Voluntad, hace hablar con el eco de mi Voluntad, hace obrar a través de los velos de mi Voluntad, en una palabra, hace todo de un solo golpe según mi Supremo Querer; mientras que las virtudes actúan lentamente, poco a poco. Mi misma Redención, sin el acto primero de mi Voluntad, sirve al hombre como medicación a las llagas más profundas, como medicina para no dejarlo morir, como antídoto para no dejarlo caer en el infierno. Por eso tu único interés sea sólo mi Voluntad si quieres amarme en verdad y hacerte santa”.
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11-12
Marzo 15, 1912
(2) “Hija mía, mi Voluntad es la Santidad de las santidades, así que el alma que hace mi Voluntad, por cuanto fuera pequeña, ignorante, ignorada, deja atrás a todos los demás santos, a pesar de los portentos, de las conversiones estrepitosas, de los milagros que hayan hecho, es más, confrontándolos, las almas que hacen mi Voluntad son reinas, y todas las demás están como a su servicio. El alma que hace mi Voluntad parece que no hace nada, pero hace todo, porque estando en mi Voluntad obran a lo divino, ocultamente y en modo sorprendente, así que son luz que ilumina, son vientos que purifican, son fuego que quema, son milagros que hacen hacer los milagros, y quienes los hacen son sólo los canales, porque en ellas es donde reside la potencia para hacerlos, así que son el pie del misionero, la lengua de los predicadores, la fuerza de los débiles, la paciencia de los enfermos, el régimen de los superiores, la obediencia de los súbditos, la tolerancia de los calumniados, la firmeza en los peligros, el heroísmo de los héroes, el valor de los mártires, la santidad de los santos, y así de todo lo demás, porque estando en mi Voluntad concurren a todo el bien que puede haber en el Cielo y en la tierra. He aquí porqué puedo decir que son mis verdaderas hostias, pero hostias vivas, no muertas, porque los accidentes que forman la hostia no están llenos de vida ni fluyen a mi Vida, en cambio el alma está llena de vida, y haciendo mi Voluntad fluye y concurre a todo lo que hago Yo, he aquí por qué me son más queridas estas hostias consagradas por mi Voluntad que las mismas hostias sacramentales, y si tengo alguna razón de existir en éstas, es para formar las hostias sacramentales de mi Voluntad. Cfr 35-30
(Ahora, habiendo cumplido mi camino acá abajo, partí para el Cielo, y al mismo tiempo quedé aprisionado en cada Hostia Sacramental, ¿pero sabes por qué? Porque mi amor formándome una dulce prisión me dijo: ‘La finalidad por la que descendiste del Cielo a la tierra no está cumplida, el reino de nuestra Voluntad, ¿dónde está? Ni existe ni es conocido, así que quédate prisionero en cada Hostia Sacramental, así no será un solo Jesús como en tu Humanidad, sino tantos Jesús por cuantas Hostias Consagradas existirán; tantas Vidas tuyas harán brecha y furor de amor ante la Divinidad, y brecha y furor de amor a cada corazón que te recibirá. Estas Vidas tendrán una palabrita qué decir para hacer conocer nuestro Querer, porque estas Vidas cuando desciendan en los corazones, no serán Vidas mudas, sino hablantes, y Tú hablarás en lo íntimo de sus corazones de nuestro Fiat, serás el portador de nuestro reino’. Yo vi justas las pretensiones de mi amor, y de buena gana me quedé en la tierra para formar el reino de mi Voluntad hasta que sea obra completa)
Hija mía, es tanto el placer que tomo de mi Voluntad, que al sólo oír hablar de Ella me estremezco de alegría y llamo a todo el Cielo a hacer fiesta; imagínate tú misma qué será de aquellas almas que la hacen. Yo encuentro todos los contentos en ellas y doy todos los contentos a ellas, su vida es la vida de los bienaventurados, solamente dos cosas les interesan, desean, añoran: Mi Voluntad y el Amor. Poco tienen que hacer, mientras hacen todo, las misma virtudes quedan absorbidas en mi Voluntad y en el Amor, así que no tienen más qué hacer con ellas, porque mi Voluntad contiene, posee, absorbe todo, pero en modo divino, inmenso e interminable; esta es la vida de los bienaventurados”.
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17-14
Septiembre 18, 1924
(2) “Hija mía, viendo que ante esta Santa Voluntad tiemblan Cielos y tierrano se quiere entender. El vivir en mi Voluntad es reinar, el hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes; lo primero es poseer, lo segundo es recibir mis órdenes y cumplirlas. El vivir en mi Querer es hacer suya mi Voluntad como cosa propia, es disponer de Ella; el hacer mi Voluntad es tenerla en cuenta como Voluntad de Dios, no como cosa propia, ni poder disponer de Ella como se quiere. El vivir en mi Voluntad es vivir con una sola Voluntad, la cual es la de Dios, la cual, siendo una Voluntad toda Santa, toda pura, toda paz, y siendo una sola Voluntad la que reina, no hay contrastes, todo es paz; las pasiones humanas tiemblan ante esta Suprema Voluntad y quisieran rehuirla, no se atreven a moverse ni a oponerse,
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12-119
Diciembre 26, 1919
(1) Estaba pensando entre mí: “¿Cómo puede ser que el hacer la Voluntad de Dios sobrepasa a los mismos sacramentos?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿y por qué los sacramentos se llaman sacramentos? Porque son sagrados, tienen el valor y el poder de conferir la gracia, la santidad, pero estos sacramentos obran según las disposiciones de las criaturas, tanto que muchas veces quedan hasta infructuosos, sin poder conferir los bienes que contienen. Ahora, mi Voluntad es sagrada, es santa, y contiene toda junta la virtud de todos los sacramentos, y no sólo esto, sino que no necesita trabajar para disponer al alma a recibir los bienes que contiene mi Voluntad, porque en cuanto el alma se ha dispuesto a hacer mi Voluntad, se ha dispuesto por sí misma a recibirlos, y mi Voluntad encontrando todo preparado y dispuesto, aun a costa de cualquier sacrificio, sin tardanza se comunica al alma, derrama en ella los bienes que contiene y forma los héroes, los mártires del Divino Querer, los portentos más inauditos, y además, qué hacen los sacramentos sino unir al alma con Dios. Y ¿qué cosa es hacer mi Voluntad? ¿No es acaso unir la voluntad de la criatura con su Creador? Perderse en el Querer eterno, la nada subir al Todo, el Todo descender en la nada; es el acto más noble, más divino, más puro, más bello, más heroico que la criatura puede hacer
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27-35
Febrero 17, 1930
“Hija mía, mi Divina Voluntad es latido sin corazón, la criatura es corazón, Ella es el latido. Mira que unión inseparable hay entre mi Fiat y la criatura: el corazón es nada, no tiene ningún valor sin el latido, con el latido se constituye vida de la criatura, pero el latido no puede palpitar sin el corazón. Tal es mi Divina Voluntad, si no tiene la nada del corazón de la criatura, no tiene donde formar su latido de vida para desarrollar y formar su Vida Divina. Entonces mira, mi Divina Voluntad no teniendo corazón, lo ha creado en la criatura para tener su corazón dónde poder formar su latido. Además de esto mi Divina Voluntad es respiro sin cuerpo, la criatura es el cuerpo, Ella es el respiro; el cuerpo sin el respiro está muerto, así que quien forma el respiro de la criatura es mi Divina Voluntad, por eso se puede decir: ‘El cuerpo de Ella es el de la criatura, y el respiro de ella es el de mi Querer Divino’. Mira qué gran unión hay entre una y la otra, unión que no puede separarse, porque si cesa el respiro cesa la vida. Por eso mi Divina Voluntad es todo para la criatura: es palabra sin boca, es luz sin ojo, es oído sin orejas, es obra sin manos, es paso sin pies, y por eso el alma que vive en mi Querer Divino le sirve de boca, de ojo, de orejas, de manos y de pies. Ella se restringe para encerrase en la criatura, mientras permanece inmensa, y victoriosa forma en ella su reino, sirviéndose de ella como si fuese su cuerpo, donde late, respira, habla, obra y camina. Por eso el dolor de mi Fiat Divino es incomprensible porque las criaturas no se prestan para hacerlo desarrollar todas sus operaciones en ellas, para hacerlo reinar, y lo obligan al silencio y a la inactividad, y con paciencia divina e indecible espera a quien debe vivir en su Querer para reemprender su hablar y su obrar divino, para formar su reino en medio a las criaturas. Por eso sé atenta hija mía, escucha el hablar de mi Fiat Divino, dale la vida en todos tus actos, y verás los portentos inesperados que mi Divina Voluntad hará en ti”.
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Como podemos apreciar, no se trata solamente de la unión del hombre y la mujer, sino de todo lo que Dios unió de Él con nosotros.
Adán lo desune con la desobediencia, pero ¿qué sucede al separarse?

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