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Agosto 2, 1899
Amenazas de castigos. Habla sobre la correspondencia.
(1) Esta mañana mi adorable Jesús se hacía ver todo afligido y casi enfadado con los hombres,
amenazando con los acostumbrados castigos y de hacer morir gente de improviso bajo rayos,
granizadas y fuego, yo le he pedido mucho que se aplacara y Jesús me ha dicho:
(2) “ Son tantas las iniquidades que se elevan de la tierra al Cielo, que si faltara por un cuarto de hora la
oración y almas que sean víctimas ante Mí, Yo haría salir fuego de la tierra y con él inundaría a las
gentes”.
(3) Después ha agregado: “Mira cuántas gracias debía verter sobre las criaturas, pero como no
encuentro correspondencia estoy obligado a retenerlas en Mí, es más, me las hacen cambiar en
castigos. Pon atención tú hija mía, a corresponderme a las tantas gracias que estoy derramando en ti,
porque la correspondencia es la puerta abierta para dejarme entrar en el corazón y ahí formar mi
habitación. La correspondencia es como aquella buena acogida, aquella estima que se da a las
personas cuando vienen a hacer una visita, de modo que atraídas por ese respeto, por esas maneras
afables que se usan con ellas, están obligadas a venir otras veces y llegan a no saberse separar. El
todo está en corresponderme, y a medida que las criaturas me corresponden y me tratan en la tierra, así
Yo me comportaré con ellas en el Cielo, haciéndoles encontrar las puertas abiertas, invitaré a toda la
corte celestial a acogerlos y los colocaré en el más sublime trono, pero será todo lo contrario para quien
no me corresponde”.
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