domingo, 14 de noviembre de 2021

LUISA SIGUE HACIENDO DE MAMÀ DE JESÙS EN LA TIERRA.

 2-60

Agosto 16, 1899

Continúa haciendo de mamá a Jesús.

(1) Jesús continúa queriendo que le haga de mamá, y haciéndose ver como graciosísimo niñito lloraba,

y para calmarle el llanto, teniéndolo entre mis brazos he comenzado a cantar, y sucedía que cuando yo

cantaba cesaba de llorar, y cuando no, volvía a llorar. Yo hubiera querido dejar en el silencio lo que

cantaba, primero porque no lo recuerdo todo, pues estando fuera de mí misma difícilmente recuerdo

todas las cosas que pasan, y también porque creo que son desatinos, pero la señora obediencia, siendo

demasiado impertinente no me lo quiere conceder; basta con que se haga como ella quiere, se contenta

aunque sean desatinos. Yo no sé, se dice que esta señora obediencia es ciega, pero a mí me parece

más bien que es toda ojos, porque mira hasta las mínimas cosas, y cuando no se hace como ella dice,

se vuelve tan impertinente que no te da paz. Así que para tener paz de parte de esta bella señora

obediencia, porque además es tan buena cuando se hace como ella dice, que todo lo que se quiere, por

medio suyo se obtiene, por eso me dispongo a decir lo que recuerdo que cantaba:

(2) Niñito, eres pequeño y fuerte,

de Ti espero todo consuelo;

niñito gracioso y bello,

Tú enamoras aun a las estrellas;

niñito, róbame el corazón

para llenarlo de tu amor;

niñito tiernito,

hazme a mí niñita;

niñito, eres un Paraíso,

¡ah! hazme ir

a divertirme en la eterna sonrisa.+ + + +

2-61

Agosto 17, 1899

Jesús habla de la obediencia.

(1) Esta mañana, habiendo recibido la Comunión, estaba diciéndole a mi amable Jesús: “¿Cómo es que

esta virtud de la obediencia es tan impertinente y a veces tan fuerte, que llega a volverse caprichosa?”

(2) Y Él: “¿Sabes por qué esta noble señora obediencia es como tú dices? Porque da muerte a todos

los vicios, y naturalmente alguien que debe hacer sufrir la muerte a otro debe ser fuerte, valeroso, y si

no lo logra con esto se sirve de las impertinencias y de los caprichos. Si esto es necesario para matar el

cuerpo que es tan frágil, mucho más para dar muerte a los vicios y a las propias pasiones, que es tan

difícil que muchas veces mientras parecen muertas, comienzan a revivir de nuevo. He aquí el por qué

esta diligente señora está siempre en movimiento y continuamente está vigilando, y si ve que el alma

pone la más mínima dificultad a lo que le es mandado, entonces temiendo que algún vicio pueda

comenzar a revivir en su corazón, le hace tanta guerra y no le da paz hasta que el alma se postra a sus

pies y adora en mudo silencio lo que ella quiere; he aquí por qué es tan impertinente y casi caprichosa

como tú dices. ¡Ah! sí, no hay verdadera paz sin obediencia, y si parece que se goza de paz, es paz

falsa, y digo parece, porque va de acuerdo con las propias pasiones, pero jamás con las virtudes y se

termina con arruinarse, porque separándose de la obediencia se separan de Mí, que fui el Rey de esta

noble virtud. Además, la obediencia mata la propia voluntad y a torrentes vierte la Divina, tanto, que se

puede decir que el alma obediente no vive de su voluntad, sino de la Divina; ¿y se puede dar vida más

bella, más santa, que el vivir de la Voluntad de Dios mismo? Por eso, con las otras virtudes, aun con las

más sublimes, puede estar junto el amor propio, pero con la obediencia jamás”.

+ + + +

No hay comentarios:

Publicar un comentario