2-60
Agosto 16, 1899
Continúa haciendo de mamá a Jesús.
(1) Jesús continúa queriendo que le haga de mamá, y haciéndose ver como graciosísimo niñito lloraba,
y para calmarle el llanto, teniéndolo entre mis brazos he comenzado a cantar, y sucedía que cuando yo
cantaba cesaba de llorar, y cuando no, volvía a llorar. Yo hubiera querido dejar en el silencio lo que
cantaba, primero porque no lo recuerdo todo, pues estando fuera de mí misma difícilmente recuerdo
todas las cosas que pasan, y también porque creo que son desatinos, pero la señora obediencia, siendo
demasiado impertinente no me lo quiere conceder; basta con que se haga como ella quiere, se contenta
aunque sean desatinos. Yo no sé, se dice que esta señora obediencia es ciega, pero a mí me parece
más bien que es toda ojos, porque mira hasta las mínimas cosas, y cuando no se hace como ella dice,
se vuelve tan impertinente que no te da paz. Así que para tener paz de parte de esta bella señora
obediencia, porque además es tan buena cuando se hace como ella dice, que todo lo que se quiere, por
medio suyo se obtiene, por eso me dispongo a decir lo que recuerdo que cantaba:
(2) Niñito, eres pequeño y fuerte,
de Ti espero todo consuelo;
niñito gracioso y bello,
Tú enamoras aun a las estrellas;
niñito, róbame el corazón
para llenarlo de tu amor;
niñito tiernito,
hazme a mí niñita;
niñito, eres un Paraíso,
¡ah! hazme ir
a divertirme en la eterna sonrisa.+ + + +
2-61
Agosto 17, 1899
Jesús habla de la obediencia.
(1) Esta mañana, habiendo recibido la Comunión, estaba diciéndole a mi amable Jesús: “¿Cómo es que
esta virtud de la obediencia es tan impertinente y a veces tan fuerte, que llega a volverse caprichosa?”
(2) Y Él: “¿Sabes por qué esta noble señora obediencia es como tú dices? Porque da muerte a todos
los vicios, y naturalmente alguien que debe hacer sufrir la muerte a otro debe ser fuerte, valeroso, y si
no lo logra con esto se sirve de las impertinencias y de los caprichos. Si esto es necesario para matar el
cuerpo que es tan frágil, mucho más para dar muerte a los vicios y a las propias pasiones, que es tan
difícil que muchas veces mientras parecen muertas, comienzan a revivir de nuevo. He aquí el por qué
esta diligente señora está siempre en movimiento y continuamente está vigilando, y si ve que el alma
pone la más mínima dificultad a lo que le es mandado, entonces temiendo que algún vicio pueda
comenzar a revivir en su corazón, le hace tanta guerra y no le da paz hasta que el alma se postra a sus
pies y adora en mudo silencio lo que ella quiere; he aquí por qué es tan impertinente y casi caprichosa
como tú dices. ¡Ah! sí, no hay verdadera paz sin obediencia, y si parece que se goza de paz, es paz
falsa, y digo parece, porque va de acuerdo con las propias pasiones, pero jamás con las virtudes y se
termina con arruinarse, porque separándose de la obediencia se separan de Mí, que fui el Rey de esta
noble virtud. Además, la obediencia mata la propia voluntad y a torrentes vierte la Divina, tanto, que se
puede decir que el alma obediente no vive de su voluntad, sino de la Divina; ¿y se puede dar vida más
bella, más santa, que el vivir de la Voluntad de Dios mismo? Por eso, con las otras virtudes, aun con las
más sublimes, puede estar junto el amor propio, pero con la obediencia jamás”.
+ + + +
No hay comentarios:
Publicar un comentario