2-57
Agosto 12, 1899
Jesús la transforma toda en Sí y le enseña la caridad.
(1) Esta mañana mi adorable Jesús, después que me ha hecho esperar por algún tiempo, ha venido
diciéndome:
(2) “ Hija mía, esta mañana quiero uniformarte toda a Mí: Quiero que pienses con mi misma mente, que
mires con mis mismos ojos, que escuches con mis mismos oídos, que hables con mi misma lengua, que
obres con mis mismas manos, que camines con mis mismos pies, y que ames con mi mismo corazón”.
(3) Después de esto, Jesús unía sus sentidos mencionados arriba con los míos, y veía que me daba su
misma forma; no sólo eso, sino me daba la gracia de usarlos como lo hizo Él mismo, y después ha
continuado diciendo:
(4) “ Gracias grandes vierto en ti, te recomiendo que las sepas conservar”.
(5) Y yo: “Temo mucho, oh mi amado Jesús, al conocerme que estoy toda llena de miserias, y que envez de hacer bien, hago mal uso de tus gracias. Pero lo que más me hace temer es la lengua, que
frecuentemente me hace faltar en la caridad hacia el prójimo”.
(6) Y Jesús: “No temas, te enseñaré Yo mismo el modo que debes tener al hablar con el prójimo":
(7) La primera cosa: Cuando se te dice algo respecto al prójimo, hecha una mirada sobre ti misma y
observa si tú eres culpable de ese mismo defecto, y entonces el querer corregir es un querer indignarme
y escandalizar al prójimo.
(8) La segunda: Si tú te ves libre de aquel defecto, entonces elévate y busca hablar como habría
hablado Yo, así hablarás con mi misma lengua. Haciendo así jamás faltarás en la caridad del prójimo,
es más, con tus palabras harás bien a ti, al prójimo, y a Mí me darás honor y gloria”.
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2-58
Agosto 13, 1899
Amenaza de castigos e intenta calmarlo.
(1) Esta mañana Jesús continuaba haciéndose ver, amenazando siempre con castigos, y mientras yo
me ponía a rogarle que se aplacara, como un relámpago desaparecía. La última vez que ha venido se
hacía ver crucificado, entonces me puse cerca para besar sus santísimas llagas, haciendo varias
adoraciones, pero mientras esto hacía, en vez de Jesucristo he visto mi misma imagen. He quedado
sorprendida y he dicho: “¡Señor! ¿Qué estoy haciendo? ¿A mí misma estoy haciendo las adoraciones?
Esto no se puede hacer”. En ese momento se ha cambiado en la persona de Jesucristo y me ha dicho:
(2) “ No te asombres de que haya tomado tu misma imagen; si Yo sufro continuamente en ti, ¿qué
maravilla es que haya tomado tu misma forma? Y además, ¿no es para hacerte imagen mía por lo que
te hago sufrir?”
(3) Yo he quedado toda confundida y Jesús ha desaparecido. Sea todo para gloria suya, sea bendito
siempre su santo nombre.
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