2-62
Agosto 18, 1899
Cómo la palabra de Dios no sólo es verdad, sino también luz.
(1) Viniendo esta mañana el amantísimo Jesús le he dicho: “Mi amado Jesús, yo creo que todo lo que
escribo son muchos disparates”.
(2) Y Jesús: “Mi palabra no sólo es verdad, sino también luz, y cuando una luz entra en un cuarto
oscuro, ¿qué hace? Disipa las tinieblas y hace descubrir los objetos que hay, feos o bellos, si están en
orden o en desorden, y del modo como se encuentra ese cuarto se juzga a la persona que ocupa
aquella habitación. Ahora, la vida humana es el cuarto oscuro, y cuando la luz de la verdad entra en un
alma, disipa las tinieblas, esto es, hace descubrir lo verdadero de lo falso, lo temporal de lo eterno, así
que arroja de sí los vicios y se mete al orden de las virtudes, porque siendo mi luz santa, que es mi
misma Divinidad, no podrá comunicar otra cosa que santidad y orden, por lo tanto el alma siente salir de
sí, luz de paciencia, de humildad, de caridad y más. Si mi palabra produce en ti estas señales, ¿por qué
temes?”(3) Después de esto, Jesús me ha hecho oír que rogaba al Padre por mí, diciendo: “Padre Santo, te
pido por esta alma, haz que cumpla en todo perfectamente nuestra Santísima Voluntad, haz oh Padre
adorable que sus acciones estén tan conformadas con las mías, pero en modo tal que no se puedan
distinguir las unas de las otras, y así poder cumplir sobre ella lo que he diseñado”.
(4) ¿Pero quién puede decir la fuerza que me sentía infundir en mi alma por esta oración de Jesús? Me
sentía vestir el alma por una fuerza tal, que para cumplir la Voluntad Santísima de Dios no me hubiera
importado sufrir mil martirios, si así fuera su beneplácito. Siempre sean dadas las gracias al Señor, que
tanta misericordia usa con esta pobre pecadora.
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